Pristina cautiva por su ambiente, su ritmo de vida y sus gentes. Es una ciudad acogedora que te hará sentir como en casa. Anímate a vibrar con el espíritu de la capital de Kosovo y sumérgete en esta ciudad joven, alegre y dinámica.
Confieso que antes de ir a Pristina, me la habían pintado como una ciudad fea y carente de atractivos turísticos. Lo cierto es que esta ciudad de medio millón de habitantes ha sufrido guerras que han afectado notablemente al aspecto de la ciudad. Sin embargo, si por algo destaca Pristina es por su vibrante vida y alegría, algo que pude constatar nada más llegar. Pristina me enganchó y me hizo sentir como en casa.
A continuación os propongo una lista de cosas que hacer en Pristina:
1.-Salir de bares por Pristina.
Lo pongo en primer lugar porque me pareció lo mejor que ofrece Pristina. Me llamó mucho la atención la cantidad de jóvenes que hay en la ciudad. Hay muchos bares y restaurantes, y se nota la alegría por la calle. Quizá tuvo algo que influir que la fecha en que visité Pristina era 28 de noviembre, día nacional albanés, y había mucha fiesta en la ciudad. Todo estaba lleno de banderas albanesas, música tradicional y gente bailando sin parar. Nuestro apartamento estaba en la calle Rexhep Luci, y ahí había mucha fiesta.
2.-Visitar en monumento Newborn.
Este gran letrero situado a ras del suelo se instaló en 2008 con motivo de la declaración de independencia del país. Está situado en la calle Luan Haradinaj, y es una plaza bastante concurrida. Aquí se encuentra un centro comercial con restaurantes, cafeterías y tiendas, la Casa de la Cultura, y un colegio estadounidense. Cada año renuevan el aspecto del letrero, que ha pasado desde tener banderas del mundo hasta letras amarillas, aspecto militar, y cuando yo lo visité que tenía nubes y alambre de espino.
3.- Pasear por el Bulevar Nene Tereza
Esta calle es el centro de la ciudad. Se trata de una calle peatonal llena de tiendas y cafés, que suele contar con mercadillos de libros, artesanales, y puestos de palomitas, patatas, helados, etc. Me sorprendía ver terrazas con gente bebiendo mientras estábamos a -7ºC. En esta calle también se encuentra la estatua a la Madre Teresa de Calcuta, que era albanesa de nacimiento.
4.-Ver el edificio del Gobierno y el monumento de Skanderberg
Al final de la Nene Tereza y casi llegando a la ciudad vieja se encuentra, frente al Teatro Nacional, el edificio del Gobierno kosovar, con la estatua del héroe nacional Skanderbeg. También se encuentra junto a los edificios del gobierno albanés en Tirana.
Skanderbeg procedía de una de las familias más importantes albanesas. Luchó contra los otomanos hasta que fue tomado como rehén y se convirtió al islam, y después luchó con ellos de manera tan eficaz que fue apodado como “El príncipe Alejandro albanés” (Iskender Bey), en similitud con el gran Alejandro Magno. Este cambio hacia un apoyo otomano lo mantuvo hasta que llegó la Batalla de Nis contra los húngaros, donde Skanderbeg se cambió de bando y se sublevó contra los otomanos de nuevo. De aquí huyó a Albania, donde proclamó al sultán otomano que esa tierra le pertenecía, y comenzó a unir a demás príncipes albaneses para hacer frente a la invasión turca. Durante su vida, Skanderbeg recibía apoyos de los reinos de Venecia, Nápoles y del papa, ya que se le consideraba el protector de los cristianos en los Balcanes, ante el avance del islam de manos de los turcos.
5.-Pasear por la ciudad vieja y visitar sus mezquitas
La ciudad vieja se extiende al norte de Nene Tereza, cruzando la carretera Agim Ramadani. Es una zona de callejuelas, casas bajas en estado bastante pobre y un terreno ondulante y empedrado. En esta parte de la ciudad hay varias mezquitas, siendo la más bonita la de del Sultan Mehmet, del siglo XV. Tiene un jardín de entrada muy bonito. Justo detrás de la mezquita está la antigua torre del reloj.
6.- Ir al mercadillo de Pristina
En las calles de la ciudad vieja tendrás la oportunidad de comprar en el mercadillo local. Un montón de puestos de todo tipo, desde coles hasta cigarrillos, pasando por camisetas de futbol están aquí. Los precios son muy baratos y puedes disfrutar de una típica mañana en el mercadillo. Repito: ¡es seguro!
7.- Visitar el Museo Nacional
También se encuentra en la ciudad vieja, y hay exposiciones interesantes sobre la Historia de Kosovo, desde hallazgos arqueológicos hasta material bélico. Lástima que cuando fuimos lo estaban rehabilitando y no pudimos entrar.
8.- La Biblioteca Nacional.
Construida por un arquitecto croata, simboliza la opresión que ha sufrido el pueblo kosovar. Las cúpulas representan los típicos sombreros albaneses, que se encuentran encadenados. La biblioteca se encuentra en un amplio parque cerca de la Universidad de Pristina. En este parque también hay una iglesia ortodoxa serbia a medio construir, ya que los serbios empezaron a construirla en medio de la guerra de Kosovo para provocar a los albanokosovares. Hay planes para demolerla. Sí que está en construcción la catedral católica de la Madre Teresa, justo enfrente de la Universidad, con un alto campanario.
9.- Ver la estatua de Bill Clinton
Bill Clinton tiene su propia estatua en Kosovo, donde es muy querido, ya que Estados Unidos apoyó firmemente la independencia de Kosovo durante su mandato. Se encuentra en el Bulevar Bill Klinton, en el cruce con la calle Tirana. Está algo alejado del centro. Yo la visité de noche mientras estaba nevando.
10.-Ir de excursión a Gracanica
Muy cercano a Pristina se encuentra el pueblo de Gracanica, a unos escasos minutos en coche al sur de la capital. Gracanica es un municipio kosovar con mayoría serbia, por lo que en sus calles puedes ver banderas serbias (ya que ellos consideran que Kosovo es una provincia serbia). Aquí se encuentra el Monasterio de Gracanica, que una preciosidad. Este monasterio está amurallado y además, con alambre de espino, para frenar posibles actos vandálicos de la otra comunidad. Es Patrimonio de la Unesco, y data del siglo XIV, cuando el rey serbio Stefan Uros II Milutin lo mandó construir. Su interior es muy bonito, con unas paredes llenas de frescos de vivos colores, y unas lámparas y candelabros que hacían un juego muy místico.