TIMISOARA, la ciudad más cosmopolita de Rumanía

0 Comments


Con amplios jardines y un gran patrimonio, Timisoara es una pequeña gran ciudad con dos importantes famas: la plaza más bonita de Rumanía y la ciudad más cosmopolita.

A la 1 de la madrugada llegamos al Aeropuerto de Timisoara desde Valencia, con la compañía WizzAir, que nos había salido por 50€. El aeropuerto está muy mal comunicado con la ciudad, solo mediante autobús, y a esa hora no circulaba ninguno. Así que el único método era el taxi. Habíamos hablado con los del hostel donde nos quedamos (Downtown Hostel) que nos recogerían, y allí nos recogió el Miguel rumano (Mihai) a los otros dos migueles. En aquel Opel Corsa blanco fuimos a toda pastilla mientras Mihai bebía cerveza y nos hablaba mitad en español mitad en rumano. Y nos hicimos amigos hasta el punto que nos hizo una visita guiada por Timisoara aquella noche de madrugada, con las calles desiertas y un frío que me helaba los huesos. Os recomiendo este hostel, además del excelente trato, está en un lugar inmejorable y está bien cuidado.

Piata Unirii de noche
Madrugada en Timisoara

 

Era mediados de marzo y hacía un frío que lo recuerdo como el más frío que he sentido. Timisoara, Temesvar en húngaro, se presentaba como una ciudad muy coqueta, con una gran dualidad entre edificios super renovados y otros decadentes hasta el punto que se caían a trozos. No teníamos ningún dinero rumano porque todo en el aeropuerto estaba cerrado, así que no podíamos comprar nada. Pero nuestro amigo Mihai nos insistía en prestarnos 50 lei para tomar una cerveza. Y nosotros muy educados que no, que esperaríamos a la mañana… y más sabiendo que 50 lei al cambio (y al nivel de precios de Rumanía) era un billete grande. “Ni voy a ser más rico quedándome 50 lei ni voy a ser más pobre si no me los devolvéis”, decía. Y me sorprendía la amabilidad de los balcánicos, ya que Mihai parecía ser un empleado muy muy humilde.

Opera de noche
Nuestro hostel estaba justo aquí

 

Por fin amanecimos en la bella Timisoara y estábamos preparados para patearla. Con más de 300.000 habitantes, es la tercera ciudad más grande del país. Timisoara es la capital del Banato, una gran región fértil que es una región histórica, actualmente dividida entre Hungría, Serbia y Rumanía. Corresponde a la parte oriental de la Voivodina, ambas en la llanura panónica, y está delimitada por los ríos Danubio, Tisza y Mures. El Banato, desde la dominación otomana vivió revueltas por parte de serbios y valacos (pueblo originario rumano), hasta que con el Imperio Austrohúngaro alcanzó cierta autonomía. Era una región próspera que vivió la inmigración desde Francia y Alemania. En 1918 incluso llegó a ser independiente la República del Banato, con capital en Timisoara. Tras la I Guerra Mundial, fue cedida a Rumanía mediante el Tratado de Trianon, que disolvió al Imperio Austrohúngaro.

Estación de tren de Timisoara

 

El hostel se encontraba en la Piata Victoriei, que es el corazón moderno de la ciudad. Se trata de la plaza donde se inició la Revolución Rumana de 1989, que derrocó al régimen comunista de Ceaucescu. Aquí se enarboló la bandera rumana con un redondel vacío donde se situaba el anterior escudo, que daría origen a la actual bandera nacional. La alargada plaza está flanqueada por bellos edificios en estilo secesión, jardines, fuentes y muchos comercios. En su centro se halla la columna de la loba capitolina, regalo de la ciudad de Roma. Rumanía se llama así por Terra Romanesca, que fue el nombre que le dieron los eslavos cuando llegaron a este país “habitado por gentes que hablaban romano”. En efecto, el rumano es una lengua romance (desciende del latín) y es bastante parecida al italiano. Al final de la plaza se encuentra el monumento a los caídos en la Revolución.

Loba capitolina en Piata Victoriei
Piata Victoriei

 

Al final de la plaza se encuentra la Catedral ortodoxa metropolitana, construida en los años 30 en un estilo neomoldavo, con influencias otomanas, bizantinas. Es quizá la postal más bella de la ciudad, ya que si viajas a Rumanía esperas ver este tipo de arquitectura.

Catedral Ortodoxa Metropolitana
Interior de la catedral

 

Y en la parte norte de la plaza se encuentra la ópera nacional, de finales de siglo XIX. En este mismo edificio se encuentran los 3 teatros nacionales de serbios, rumanos y húngaros, lo que convierte a Timisoara en la única ciudad del mundo con tres de ellos, muestra de su multiculturalidad. También es destacable que desde este lugar se dieron discursos en la Revolución Rumana por parte de las minorías.

Ópera nacional

 

Timisoara confunde. A veces da la sensación de ser una ciudad totalmente renovada y cuidada, como en las calles Alba Iulia o Eugeniu de Savoya, y otras veces, una ciudad muy decadente, anclada en el pasado y con edificios a pique de colapsar. Me encantaron ambas facetas, quizá más la decadente. A pesar de ello, Timisoara es considerada la mejor ciudad de Rumanía para hacer negocios, por lo que su economía está en auge.

Empezamos a recorrer el centro de la ciudad, pasando por la calle Marasesti y visitando la Sinagoga Cetate, construida en el siglo XIX. En Timisoara vivían hasta 14.000 judíos antes de la II Guerra Mundial.

Calle Marasesti

 

Llegamos hasta la Piata Unirii, conocida como la plaza más bella de Rumanía. Retrotrae a la época de los Habsburgo, con colores vivos, barroquismo y adornos por doquier. En el centro está la Columna de la Trinidad, de 1740, y presidiendo la plaza, la Iglesia católica romana de St George. Fue construida a mitad del siglo XVIII en estilo barroco. Esta plaza era el centro neurálgico histórico de la ciudad, símbolo son las bellas fachadas como la de la Casa Brück. Aquí desayunamos un café estupendo.

Piata Unirii e iglesia de St George
Casa Brück

 

Otras plazas importantes de la ciudad son la Piata Libertatii, la zona más animada por la noche, situada a medio camino entre la Piata Victoriei y la Unirii, paralela a la sinagoga Cetate; y la Piata Stanful Gheorghe, donde estaban excavando ruinas romanas.

Piata Libertatii
Piata Stanful Gheorghe

 

Desde aquí decidimos tomar el Bulevar Revolución del 1989, que tras el puente cambia a Bulevar del 3 de agosto de 1919, para visitar el barrio de Fabric. Este suburbio era la zona más humilde de la ciudad. Fabric se llama así por sus fábricas. Timisoara es una ciudad con una importante industria automovilística y de tecnología. De hecho, fue la primera ciudad de Europa en tener alumbrado eléctrico. En este barrio se puede visitar la Sinagoga de la fábrica, en la calle Coloniei. Fue construida bajo dominio austrohúngaro, a mediados de siglo XIX. Actualmente se encuentra abandonada y se puede ver el interior con lo que queda del mobiliario.

Barrio de Fabric
Sinagoga abandonada de Fabric

 

Muy cerca está la Iglesia del Milenio, de culto romano católico. Data de principios de siglo XX y se construyó con el motivo de los 1000 años de la llegada de los húngaros. Por último, el corazón de Fabric es la Piata Traian: aquí se realizaba el mercado más importante de la ciudad.

Iglesia del Milenio
Piata Traian

Después de comer, pasear y comprar, fuimos a dar una vuelta por los parques al sur de la ciudad, bordeando el Río Bega. Pasamos por el Parque de las Rosas, el Parque de la Catedral… y fuimos a recoger las maletas para irnos con nuestros amigos del hostel en su coche. La trupe era curiosa. Un mexicano y una rumana que eran pareja, una mujer mayor española que viajaba sola a sus 60 años, un surcoreano que se acoplaba a todos lados sin hablar, y Miguel Ángel y yo. Habíamos aceptado porque la conexión entre Timisoara y Belgrado (nuestro próximo destino) era muy mala (solo un tren) y hablando con ellos llegamos al acuerdo de compartir gasolina. Vaya aventura. Conducía la chica rumana, que nunca se había subido en una autovía. Imaginaos mi asombro cuando se incorpora a una autovía (cuando ya estábamos en Serbia) y pregunta si tiene que seguir recto o dar la vuelta por el carril de aceleración. Pero es que todo el trayecto anterior lo hicimos por carretera nacional a 60 km/h… por si había radares en medio de campos de ovejas y pueblos perdidos. Todo el camino preguntando la categoría de la carretera para saber el límite, pero nunca se fiaba y decía “no, mejor despacio por si acaso”. Miguel Ángel y yo íbamos indicándole por dónde girar… con bastante antelación y aun así era igual. Al menos lo recordamos con mucha risa.

Río Bega
La catedral ortodoxa desde el parque

 

Así pues, desde la Iglesia católica Sfintei Cruci (entre el bulevar Regele Ferdinand I y calle Piatra Craiului), dijimos adiós a Timisoara.

Iglesia Sfintei Cruci, donde quedamos con la trupe para iniciar el trayecto Timisoara – Belgrado

 

¿Qué valoración le das a este destino?
Etiquetas: , , , , , , , , , , , , , ,

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *