Valbonë y ALPES ALBANESES, salvajes y recónditos

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Las montañas malditas esconden una tradición sanguinaria

Los llamados Alpes albaneses se extienden desde las inmediaciones del Lago Skadar hasta llegar a Kosovo y es una de las partes más verdes, agrestes y escénicas de toda la región. También se les llama Montes Prokletije y aquí está el Maja Jezerce con 2700 metros, el punto más alto de todas las elevaciones montañosas dináricas, esto es, del cinturón montañoso de los Balcanes occidentales. En este entorno tan elevado y con nieve permanente (los glaciares más al sur de Europa) nacen la mayoría de ríos que después alimentan extensas cuencas tanto en Albania como en Kosovo y Montenegro. De hecho, también es uno de los puntos más lluviosos de Europa, con 3000 mm anuales. Ello hace de este lugar uno de los más limpios del país (ya que Albania suele tener mucha basura esparcida en el campo), y las aguas más puras y limpias, de hecho, la única industria aquí es la del agua embotellada.

Valbonë
Valbonë
Valbonë
Valbonë

 

Esta región está cubierta de un cierto halo de misterio, pues se trata de un área muy inaccesible y que durante la Historia ha sido un lugar recóndito, un escondite, y a la vez un refugio para las tribus albaneses. De aquí descienden numerosos clanes que tradicionalmente se dedicaron al pastoreo, y que después se repartieron por el resto de Albania. Actualmente vive muy poca gente aquí y muchos de ellos solo vienen en verano, pues en invierno queda totalmente incomunicado. En toda esta parte se encuentran dos Parques Nacionales: el de Theth y el de Valbona. El primero oscila entre los 1200 y 2500 metros de altitud, pero en Valbona el desnivel es asombrante: entre los 400 metros del altitud en el lecho del río a los 2700 del pico más alto. Una bestialidad que genera un paisaje sublime. Como se puede imaginar, constituyen un auténtico refugio de la biodiversidad, de flora y fauna, con presencia de linces, buitres, osos, etc.

Valbonë
Valbonë
Valbonë
Valbonë

 

Son conocidas como las Montañas Malditas, y es que aquí perdura la sanguinaria tradición de las “enemistades de sangre” o Gjakmarrja, según la cual debe vengarse el asesinato de un familiar matando a un descendiente, y así perdura incluso en la actualidad, atrapando a familias que nada tienen que ver con el suceso primigenio. Esta tradición forma parte del Kanun, un código social de época medieval, en el que el honor familiar prima por encima de todo, ya que es símbolo de respeto social. Los que no pueden pagar esa vendetta deben vivir aislados en una torre por el resto de sus vidas. Y esto no es algo anecdótico o pasado: en 2010, la famosa cantante Juliana Pasha que representó a Albania en Eurovisión hizo una campaña para acabar con esta ley no escrita. En 2018 se contaban 704 familias involucradas, de las cuales unas 600 vivían en Albania y las demás habían huido.

Alpes albaneses
Valbonë
Valbonë
Valbonë

 

Los pocos turistas que visitan este lugar suelen hacerlo como una excursión desde Shkodër. De ellas, Theth está más cerca e incluso se puede hacer en un mismo día. Valbona es más recóndito, y lo más usual es tomar el ferry en el Lago Koman. Dicen que es un trayecto muy escénico, discurriendo por la garganta del río Drin entre montañas cubiertas de vegetación, y es una excursión popular. Las furgonetas suelen salir desde Shkodër y dejan en Koman, frente la central hidroeléctrica, desde donde se coge este ferry que también es utilizado por los locales para ir de un pueblo a otro, así que los horarios son muy impredecibles. El ferry llega hasta Fierzë, desde donde se ha de seguir en furgoneta hasta Bajram Curri. Nosotros elegimos visitar Valbonë y, además, lo hicimos todo por carretera. Tomamos la nueva autovía A1 que conecta Albania con Kosovo, hasta que llegamos a Kukës, y de ahí por la SH23 hasta Bajram Curri. La autovía es muy nueva y está perfecta; la otra carretera es muy estrecha y con muchísimas muchísimas curvas, pero está asfaltada y permite el paso en coche.

Puentes de madera en la SH23
Autovía A1 cerca de Kukës
La SH23 serpenteando entre pueblos
La SH23 serpenteando entre pueblos
Llegando a Bajram Curri

 

Llegando a Bajram Curri, el paisaje ya se adivina como llegando a una burbuja, donde el tiempo no ha pasado, y el atardecer se sentía tras unas nubes espesas que ocultaban unas montañas frías y congeladas. Bajram Curri es un asentamiento que fue fundado en 1957 para servir como centro de organización de la región. Su nombre lo tomó de Bajram Curri, un héroe nacional que luchó por la libertad de los albaneses contra los otomanos. Apenas tiene unos 5000 habitantes pero es el lugar donde hay más servicios de toda la zona y donde se ve que “vive” la población. Desde Bajram Curri fue muy gracioso que la indicación para continuar hasta Valbonë fue una flecha pintada en la pared de una casa, efectivamente es por ahí. El pueblo parece demolido, muy empobrecido, aunque (a la vuelta) encontramos un mercadillo y comimos en un restaurante que había justo a esa señal y fue un lujo.

Bajram Curri
Bajram Curri
Bajram Curri
Bajram Curri

 

Pronto ya tomamos la Rruga Azem Hajdari, que es la carretera que lleva hasta Valbonë. Valbona es un “pueblo” en el que no se sobrepasan las 300 personas, y entrecomillo pueblo porque no tiene aspecto de tal: son casas con sus granjas esparcidas, y algunos complejos que intentan traer algo de turismo por aquí. La impresión al llegar fue descorazonadora, parecía que entrábamos a un lugar herido, en guerra. Había casas abandonadas, una mole de hotel que parecía asaltado (luego vimos que estaba a mitad de construir, pero tapado con plásticos negros)… y empezaba a anochecer. Además, no había ninguna luz. Llegamos a donde habíamos reservado por Booking, una habitación en una casa rural, y lo que encontramos fue un hombre de muy mal aspecto que nos ofreció como un cobertizo, con algunas lonetas negras y sin luz, pues se había ido en todo el valle y no se sabía cuándo iba a volver la electricidad.

Valbonë al llegar
Valbonë al llegar
Valbonë
Valbonë
Valbonë

 

Ante tal panorama, recordé que había leído en un blog que hablaban muy bien de un alojamiento, el Guesthouse Kol Gjoni, que había intentado reservar anteriormente pero no pude hacerlo por internet. Nos acercamos a preguntar, ya con la noche encima, atravesando el lecho de un río lleno de piedras con el coche. Llegamos a la granja, abrí la gran puerta de madera y dentro se veía algo de luz: tenían un generador. El dueño fue muy amable y nos dijo que no tenía sitio, pero al lado estaba la casa de su primo y nos pudimos alojar ahí. Fue nuestra salvación. Por la mañana vimos cuán bonito era este establecimiento: una casa típica que nada tiene que envidiar a las de Suiza, y tenían caballos, pajares, y unas vistas a las montañas inigualables.

Nuestras vistas desde la casa del primo de Kol Gjoni, Valbonë
La casa del primo de Kol Gjoni, Valbonë
Caballos en Kol Gjoni, Valbonë
Guesthouse Kol Gjoni, Valbonë

 

Cogimos nuestro coche y nos dirigimos hasta donde pudimos: al final de la carretera, en dirección suroeste, donde nace el río Valbonë y siguiendo el gran cauce de piedras que habíamos atravesado. Llega un punto en el que no se puede conducir más, y hay varios coches aparcados y el inicio del sendero que lleva hasta Rrogam, el último pueblo de Valbonë. Solo los 4×4 y unas furgonetas bien preparadas se atreven a conducir más allá, entre grandes piedras, que llevan hasta una aldea más adelante. Por todo este entorno ya contemplamos la grandeza del lugar: unas imponentes montañas que se alzaban como murallas protegiendo y aislando el valle, con una niebla espesa por la mañana que te dejaba sin palabras.

Valbonë
Valbonë
Valbonë
Valbonë
Valbonë

 

Por el camino fuimos andando entre pequeñas casas de piedra abandonadas, puentes improvisados con troncos para saltar riachuelos, y una densa vegetación. Hay que tener cuidado de no perderse e ir siguiendo las marcas que hay en las rocas. Yo llegué hasta la cascada de Valbona, que realmente me decepcionó un poco ya que era muy chiquitita (quizá al ser finales de agosto), pero el sendero continúa hasta llegar al Valbona Pass, el puerto de montaña, que después desciende hasta Theth. Este paso que comunica ambos parques nacionales es muy popular, aunque lleva unas 6-8 horas a pie (en una dirección), es la única forma de ir de una parte a otra. Nosotros andamos en total unas 3-4 horas.

Valbonë
Cascada de Valbonë
Valbonë
Valbonë
Valbonë

 

Tras desandar lo andado y volver a donde habíamos dejado el coche, fuimos al lugar que la noche anterior habíamos visto desolado, y encontramos unos cuantos búnkeres de la época comunista, de cuando Hoxha estaba paranoico de que pudieran invadir el país y lo plagó de búnkeres. Más adelante encontramos el puente sobre el río Valbona, donde está también el antiguo molino (Mulliri i Vjeter i Valbones). Por último, hicimos un poquito más de senderismo para ver el Lago Xhemes, que es pequeñito pero de agua muy clara. En general, en toda esta parte tienes que ir mirando los carteles y señales pequeñitas al lado de la carretera para no perderte.

Búnker en Valbonë
Antiguo molino de Valbonë
Lago Xhemes, Valbonë
Valbonë

 

En nuestra salida de Valbona fuimos apreciando el curso del río de mismo nombre, con unas aguas tan cristalinas y azules que era una maravilla. Sobre todo adquiría mayor belleza en el cañón de Shoshan, un pueblo cercano. Y, por cierto, cuidado al conducir por aquí: no solo por la presencia de vacas que se tumban y no se levantan de la carretera, sino porque hay bastantes piedras grandes que se han desprendido y hay que ir esquivándolas. Esta fue nuestra aventura por Valbona, la parte de los Alpes albaneses que me pareció la más escénica y recóndita, y que me pareció un lugar anclado en el tiempo. Si, por el contrario, decides visitar Theth, aquí lo más destacado parece ser la cascada de Grunas, la torre de Theth y el lago Syri i Kalter, un manantial de agua.

Vacas en Valbonë
Cañón de Shoshan, Valbonë
Valbonë
Valbonë

 

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Valbonë

 

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