Los secretos de PEKÍN: lo mejor que ver [Etapa 9 Transiberiano]

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En las dos sílabas de “Pekín” se concentra tal cantidad de personas con historias propias, sabores, olores y sonidos, una dilatada historia exageradamente influyente en el mundo, y un sinfín de rincones que hacen imposible que la capital china pase desapercibida ante cualquier persona.

Con más de veintiún millones y medio de habitantes, la gran capital china necesita varios días para recorrerla. Meta final de nuestra Aventura del Transiberiano, a lo más Pekín Express que pudiera haber soñado, guardamos suficiente tiempo para Pekín como para poder entender esta megaurbe, en la que el contraste parece su seña más característica. En Pekín podrás asombrarte ante complejos monumentales a pocos metros de calles muy humildes, sentirás una sensación del “todo ordenado” (comenzando por la regularidad del plano urbano) mientras que el ajetreo y el desorden de los pekineses puede sacarte de tus casillas, sentirás una sensación de capitalismo hipercomercial frente al comunismo del régimen, y pasearás por calles muy modernas y concurridas mientras que, a una calle de distancia, unos abuelos juegan tranquilamente en un parque. Todo esto es Pekín, y aquí te proponemos 10 cosas que ver y que visitar en tu estancia:

Meta final del Transiberiano

 

Qué ver y qué visitar en Pekín

 

1.-Pasear por las calles más comerciales como Wangfujing, donde comprar y comer

Aunque China es un país comunista, su política comercial parece ser muy capitalista. Pekín está inundada de productos y marcas occidentales, de anuncios, de establecimientos, y en definitiva, de un ritmo de vida de compra compulsiva. La calle Wangfujing es una de las más largas de la ciudad, en sentido norte-sur, al este de la Ciudad Prohibida. En el cruce entre Wangfujing y Dengshikou está la Iglesia de San José, de culto católico que data de principios de siglo XX. En esta calle comercial se puede disfrutar de ver esa imagen tan oriental que nos persuade: pantallas de leds, últimos modelos electrónicos y de telefonía, y anuncios por doquier.

La calle de Wangfujing acaba justo en la entrada al Templo del Cielo.

Iglesia de San José
Wangfujing
Wangfujing de noche

 

2.-Contemplar el Templo del Cielo y descansar en sus jardines

Construido en 1420, es el mayor templo de toda China. En realidad se llama “el templo de la oración por la buena cosecha”, para dar gracias al cielo por los campesinos.

De forma circular, está tan sobrecargado de colores que sobrecoge ver el interior. Aunque me sorprendió que dentro “no hubiera nada” más que algunas sillas e instrumentos. Me lo esperaba más amueblado. El templo tiene tres tejados azules, y está rodeado de diversas escaleras, rampas y barandillas de mármol blanco. Las escaleras suelen tener 9 peldaños, número de la suerte chino, y cuatro columnas, por las 4 estaciones. Los chinos le dan simbolismo a todo.

El Templo del Cielo se encuentra en la parte sur de Pekín. Se puede llegar en metro, aunque nosotros elegimos llegar andando desde Wangfujing y salir del templo para descansar en los jardines del exterior del recinto, donde había mucha sensación de tranquilidad. Los porches estaban llenos de abuelos jugando a las cartas, había familias con niños jugando en el césped, y grupos de señoras bailando coreografías típicas a su aire.

Templo del cielo
Templo del cielo
Interior del Templo del Cielo
Paz en medio del ajetreo
Tomando un granizado mientras los abuelos juegan a las fichas
Parque en el exterior del Templo del Cielo

 

3.-Adentrarse en las calles más típicas de Pekín y sortear bicicletas, motos y vendedores

A la vuelta del Templo del Cielo empezamos a andar por la calle Qianmen. Todo este barrio hasta que se llega a Tiananmen es una mezcla entre la calle principal, de aspecto grisáceo, moderna y muy sobria, llena de tiendas de regalos y heladerías, y el contraste que ofrecen las calles que se encuentran en los laterales: el auténtico Pekín. Cables colgando, casitas bajas, familias en bicicleta, carretillas con comida, cajas con ostras y pescados en la calle, motocicletas de un lado para otro, restaurantes típicos con pato pekinés… Fue respirar el auténtico ritmo de vida pekinés, alejado del turismo concentrado en los puntos más importantes de la ciudad. Os recomiendo encarecidamente que os adentréis en esta parte, si bien algunas calles pueden parecer oscuras o muy pobres, merece la pena comprobar cómo es el Pekín de sus ciudadanos.

La calle de Qianmen acba con la colosal puerta de Zhengyanmen, una de las puertas de la muralla de Pekín. Aquí está el kilómetro cero de las carreteras chinas.

Calle Qianmen
Tiendas de baratijas
Callejuelas de Pekín
Al rico pato
Restaurantes de calle
Listas para comer
Esto es el Pekín que me esperaba
El Pekín más tradicional
Puerta Zhengyanmen

 

4.-Visitar Tiananmen

Tian’anmen significa “Puerta de la Paz Celestial”, y es la puerta de acceso a la ciudad prohibida de Pekín. Aquí solían recibir las órdenes del emperador los que no estaban autorizados a entrar a su residencia. Actualmente, está presidida por el retrato de Mao Zedong, y con carteles que dicen “Larga vida a la República Popular China” y “Larga vida a la gran unidad de los pueblos del mundo”. Fue aquí el régimen comunista proclamó la República Popular China en 1949.

La Plaza de Tiananmen es la gran plaza que hay frente a esta puerta. Fue construida por el nuevo régimen, como símbolo de su grandeza y a semejanza de las grandes avenidas soviéticas, para un mayor y fácil control de la ciudad; también para desfiles y demostraciones de fuerza. En esta plaza se encuentra el Museo Nacional de Historia y de la Revolución, el Gran Palacio del Pueblo (Asamblea china) y el Mausoleo de Mao.

Quizá por lo que sea más recordada esta plaza es por las protestas de 1989, con la emblemática imagen del señor con las bolsas de la compra frente a un tanque. Las manifestaciones en aquel entonces se saldaron con cientos de muertos.

Me llamó la atención lo inmensa que es la plaza, y lo pobremente iluminada que está. Toda la luz y música están enfocadas a la puerta de Tiananmen y al retrato de Mao, con fuentes de colores e hilo musical. Igualmente, la plaza se encuentra vallada con barandas metálicas plegables, que los agentes disponen según su criterio para modificar el tráfico, tanto de peatones (solo se cruza por los pasos habilitados) como de vehículos (muy reducido, muchos de los accesos estaban cortados). Por último, la vigilancia es máxima: además de los cuerpos de policía hay muchas cámaras en cada farola.

Vista de Tiananmen
Tiananmen
La viva imagen de Mao

 

5.-Contemplar el Centro Nacional de Artes de noche

También llamado el Gran Teatro Nacional de China o “El Huevo”, es un reciente (2007) edificio construido al oeste de Tiananmen. Construido en titanio y cristal, y rodeado por un lago artificial, es una maravilla verlo de noche. Los alrededores están todo a oscuras, no se ve casi nada (real, oscuridad absoluta), y solo está iluminado el Huevo de una forma tan sutil y maravillosa que me hizo contemplarlo un buen rato.

El huevo de Pekín

 

6.-Visitar la Ciudad Prohibida y pasear por los canales que la rodean

El corazón de Pekín es la “Ciudad prohibida”. Se trata de un complejo imperial, situado en el cuadrángulo central de Pekín, con una torre en cada esquina y rodeado por canales. Este espacio ha sido y es el centro neurálgico de toda China durante casi la totalidad de la historia, ya que era la residencia de los emperadores. Data de principios del siglo XV, y avisamos, es muy extensa, pues ocupa 72 hectáreas. Preparaos para pasar bastante tiempo aquí: al menos una mañana entera.

Para entrar, hay que dirigirse a la puerta sur y esperar las largas colas para sacar las entradas. Abren a las 8.30, os aconsejo ir bien temprano. Después, hay que volver a esperar largas colas para entrar. Una vez dentro, un gran espacio se abre ante tus ojos: inmensos patios, escaleras de mármol que cruzan estanques, majestuosos palacios, y todo ello, masificado de chinos. Es difícil acercarse a ver el interior de algún templo, ya que la multitud se agolpa frente a las puertas. Cuando lo consigues, es prácticamente imposible no sacar algún teléfono móvil con su palo-selfie en las fotos. Qué manía con los palos, estropean todo. Incluso los parques están atestados de gente que trae su comida para comer, o que buscan la sombra ante el calor tan intenso de Pekín.

La Ciudad Prohibida debe su nombre a que nadie podía entrar o salir sin permiso del emperador. La gran extensión garantizaba un remanso de paz en medio de tal aglomeración urbana (Pekín tenía ya más de un millón de habitantes en el siglo XV y ha sido la ciudad más poblada del mundo hasta el XIX). El edificio más grande es el Salón de la Armonía Suprema, centro del poder imperial. Dentro de cada uno suele haber tronos, además de poder contemplar el minucioso trabajo de maderas policromadas. El tejado suele contener tonalidades amarillas, ya que era el color del emperador. Solo la biblioteca tiene las tejas negras porque ese color se asocia al agua, y según las creencias, prevenía el incendio.

También hay esculturas de tortugas, leones guardianes y muchísimas más edificaciones para ver, que perdí la cuenta. La verdad, son muy parecidas entre sí.

Salimos de la Ciudad Prohibida por la puerta norte, de la Divina Armonía.

Vista general de la plaza principal
Interior del gran templo
Detalle de los tejados a lo lejos
Ciudad Prohibida
Hay que andar entre esta multitud para ir a cada templo
Ríos de gente dentro de la ciudad prohibida
Interior de un templo

 

7.-Subir al monte Jingshan para ver una panorámica de la ciudad

Al salir por la puerta norte de la Ciudad Prohibida se ve el Monte Jinghsan justo enfrente. Hay que pagar una entrada mínima para ascender entre bambúes a la cima, donde hay un templo con una estatua de Buda, y sobre todo, unas vistas magníficas de todo Pekín. Al sur, la Ciudad Prohibida con una postal de sus tejados, su muralla y su canal que es emblemática; y al norte un compendio de rascacielos y jardines intercalados que muestran la cara más moderna de Pekín.

Por todo el monte hay diversos pabellones, miradores y jardines donde descansar. Frente a él también se ve el Parque Beihai, en la isla Qiongdao, al oeste del monte, donde hay una estupa blanca muy bonita.

Panorámica del norte de Pekín
Panorámica de la Ciudad Prohibida desde Jingshan

 

8.-Pasar una tarde en un hutong

Los hutong son las calles más típicas de los barrios de Pekín. Suelen ser recintos cuadrangulares en los que se encuentran las viviendas más típicas, muy humiles. Entre hutong y hutong está la calle, que antiguamente solía ser un espacio para sentarse y conversar, y ahora está atestado de comercios que venden comida para llevar, y más tiendas. Aquí pasamos un muy buen rato, probando todo tipo de comidas mientras íbamos andando, sorteando bicicletas y compradores, bajo la sombra de los árboles… Es una pena que los hutong estén desapareciendo para dar paso a construcciones masivas de bloques modernos.

La zona que visitamos es la parte norte al Monte Jingshan, sobre todo al norte de la calle Gulou. Enseguida veréis qué calles son las principales y las que tienen más vida. Os recomiendo callejear por allí, por Luogu Alley, o Xiaojingchang.

Comiendo de todo lo rebozado que existiera
Bonitos restaurantes
Hutong pekinés
Calles tranquilas en Pekín

 

9.-Visitar el Templo de Confucio

El Templo de Confucio se encuentra entre la calle Andingmen y Yonghegong, muy cerca está el Templo de los Lama.

Y no, Confucio no fue quien inventó la confusión. Confucio fue un antiguo pensador (nació en el 551 a.C.) y fue el fundador del confucianismo, una doctrina que se basa en la buena conducta de la vida, la jerarquía, la meditación… Filosofía oriental de tolerancia, bondad, respeto a los mayores, etc. Su máxima es que “si el príncipe es virtuoso, los súbditos imitarán su ejemplo”.

El Templo es un espacio sosegado con diversos pabellones, algunos de los cuales están rodeados de lagos, con puentes de mármol y tortugas, al estilo de otros templos chinos. Los árboles son preciosos y dotan al lugar de un aroma muy melancólico y proclive a meditar.

No pude visitar el Templo de los Lama porque ya había cerrado, pero se veía muy bonito.

Fue quien inventó la confusión
Interior del Templo de Confucio
Templo de Confucio
Sala en el Templo de Confucio

 

10.-Salir por Shichahai

Shichahai es el barrio más animado de Pekín. El centro es el lago Qianhai, y a ambos lados de este lago se disponen paseos peatonales repletos de bares, restaurantes y salas de conciertos. Disfrutarás de escuchar grupos chinos tocando en cada establecimiento, con letreros de neón, multitud de gente yendo de un sitio a otro… Se notaba que estaba viviendo Pekín.

Hay muchos puestos callejeros con todo tipo de comestibles, en un ambiente de feria, donde sirven helados, granizados de todo tipo, dulces… Sin duda, es un buen lugar para probar toda esa “gastronomía” de chucherías y de dulces tan sofisticados y vanguardistas, que no parecen realmente dulces. Yo por ejemplo me comí una maceta que era un helado.

El puente de Yindingqiao, un pequeño puente de mármol blanco situado en un pequeño estrecho que hacen los lagos Houhai (al norte) y Aianhai (al sur). Este puente está lleno de personas que están ahí, contemplando cómo las barcas se las ingenian para pasar por debajo. Este punto se podría decir que es el centro de Shichahai. Y también, al norte se encuentra Gulou, la Torre del Tambor, otro de las torres de entrada a la ciudad histórica de Pekín.

Shichahai
Vista desde el Puente de Yindinqiao
La zona más marchosa de Pekín
Helados artísticos en Shichahai

 

Además de todo esto, se puede visitar el Palacio de Verano, que se encuentra a 12 km al norte de Pekín. Es un espacio relajado, con lagos, puentes, templos y jardines que me quedé con las ganas de visitar, pero no tenía más tiempo. Cuando vuelva a Pekín lo tengo primero en la lista para visitarlo. Hacedlo si podéis.

Hay muchas cosas por ver de Pekín. Entre ellas, la Torre de la Campana, o la torre de vigilancia de Deshengmen (al norte), aunque todas las torres en sí son bastante parecidas. También el Templo de la Tierra, al norte del de Confucio, o visitar la zona de los Juegos Olímpicos de Pekín 2008. Se encuentra al norte de la ciudad, y hay varias instalaciones de estética muy contemporánea que son bonitas.

Aquí os he intentado relatar mi experiencia en Pekín y las cosas que más me gustaron.

En resumen, llegamos un día a las 11.30 de la mañana a la estación de trenes procedentes de Mongolia. Ese día visitamos Wangfujing, el Templo del Cielo y llegamos andando hasta Tiananmen, visitando todo lo que había entre medio. El día siguiente dedicamos la mañana a visitar la Ciudad Prohibida, el monte Jingshan, hutongs, templo de Confucio y Shichahai (aprovechando que era sábado). El domingo hicimos una excursión a la Gran Muralla China (Mutianyu) y por la tarde volvimos a visitar Tiananmen y a hacer compras de última hora en los alrededores de nuestro hotel (Jade Hotel, en Zhide N Alley, entre Beiheyan/Donghuangchenggen y Beichizi, al este de la Ciudad Prohibida y muy cercano a ella), antes de emprender nuestro regreso, haciendo una escala en Berlín antesEl hotel estaba muy bien equipado, muy céntrico y a precio muy barato.

Canales que rodean la Ciudad Prohibida
Noches pekinesas

 

¡Contadme más cosas sobre Pekín!

Rincones calmados de Pekín

 

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