La Rumanía más rural. BUCOVINA y el Monasterio de VORONET

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Las regiones de Maramures y Bucovina son la parte más rural de Rumanía. Aquí encontrarás cómo era la vida rumana y cómo sigue siendo: pueblos dedicados a la agricultura y la ganadería, carretas de caballos como medio de transporte común y muchos monasterios como reliquias en medio de frondosos bosques.

Ambas regiones se encuentran en el norte de Rumanía, fronterizas con Ucrania. Nunca han sido regiones turísticas, pero últimamente son más los que se atreven a viajar por estas zonas para visitar sitios menos concurridos y más auténticos. Para moverse por esta zona es necesario ir en coche. Las conexiones de transporte público no están demasiado desarrolladas, más que nada porque la red viaria es muy débil e insuficiente. A menudo son estrechas carreteras de montaña. Sí que podéis contratar tours privados que os llevarán desde Brasov, Bucarest o Cluj Napoca a visitar los monasterios de la Bucovina, una de las principales atracciones turísticas de todo el país.

Bucovina
Pajares y campos

 

Nuestro recorrido

En primer lugar, os aconsejo leer este artículo sobre la conducción en Rumanía.

Nos levantamos en Sighisoara muy temprano, pues nuestro plan era visitar durante todo el día esta zona mientras conducíamos hasta Iasi, punto final de nuestro día, realizando por el camino varias paradas.

La Rumanía más rural
Paradas técnicas en Bucovina

 

De Sighisoara cogimos la carretera número 13 hasta Târgu Mures, considerada la capital de los Szekely, que son el pueblo húngaro que históricamente ha habitado las tierras transilvanas. Muchos reivindican su lengua y autonomía, generando miedos en Rumanía por su independencia y anexión a Hungría, lo que ha provocado la prohibición de su bandera. En Târgu Mures es aconsejable visitar el Palacio de la Cultura, con su magnífico tejado de color verde, lo más destacable (y único) de la ciudad.

Abuelo y nieta en carreta
Taxi-carreta
Transportando leche
Asientos cómodos
La vida pasa tranquila

 

Desde aquí continuamos por la carretera 15 hasta Reghin, para luego seguir por la E578 (15A) hasta Bistrita. Desde aquí, por la carretera E58 (17) hasta Vatra Dornei.

Durante todo este camino nos llamaron la atención varias cosas: en primer lugar, la infinidad de carretas. Hice un reportaje inmenso de todo tipo de carretas tiradas por caballos, bueyes… tanto entre medio de los pueblos, en la carretera, en los campos… con abuelos, niños, adultos… me parecía algo muy bello, algo que se ha perdido en España y que es un patrimonio que en cierta manera, merece conservarse. Otra cosa es la importancia de la religión: esta zona es la más rural y la más pobre de Rumanía, y eso se nota es el aspecto de sus pueblos, en la insuficiencia de carreteras, en la ausencia de grandes cadenas multinacionales y más establecimientos locales, y ante todo esto, resalta la inversión que realizan en construir iglesias. Quizá los pueblos estaban en condiciones pésimas, pero todos tenían flamantes iglesias recién construidas y muy bien cuidadas. Por último, también nos llamaron la atención los bellos paisajes de praderas tan verdes y bosques tan negros que parecía que estábamos en los Alpes. Y es que asociamos la idea de que altas montañas, bosques y casitas de madera solo pueden estar habitadas por Heidi, y aquí estamos en plenos Cárpatos. Los paisajes eran espectaculares.

Iglesias nuevas y vida rural
Iglesia en Campulung Moldovenesc

 

Desde Vatra Dornei giramos al norte pero nos mantenemos en la carretera 17 para llegar hasta Campulung Moldovenesc, y antes de llegar a Gura Humorului, cogemos un camino muy estrecho (creíamos que nos habíamos equivocado, pero no) para llegar al monasterio de Voronet, la joya de esta región.

Bucovina destaca por los llamados monasterios pintados: son monasterios medievales del siglo XV y XVI que se encuentran protegidos por una muralla para defenderse de los invasores, y están pintados tanto en el interior como en el exterior, con vivos colores representando multitud de escenas de la Biblia. Es como un tesoro al aire libre, algo que es impresionante cómo se ha conservado a lo largo del tiempo. Hay varios monasterios, cada uno con sus particularidades, disposiciones y pinturas diferentes: Humor, Moldovita, Arbore, Sucevita… pero el más conocido de todos es el de Voronet, considerado “la capilla Sixtina del este”. Este monasterio data de 1428 y sobre todo destaca la pintura del Juicio Final. También es característico el color azul de estas pinturas, que a menudo se llama “Azul Voronet” por ser tan único.

Monasterio amurallado
El más moldavo
Voronet

 

Nosotros, debido a que nos despertamos en Sighisoara y debíamos dormir en Iasi, teníamos poco tiempo para ver esta zona y teníamos que elegir uno. Voronet es el que se encuentra más accesible, y también el más famoso, así que elegimos visitar solo este. Además, con ver uno de los monasterios nos bastaba, ya que “más o menos” son parecidos, y preferimos ver más cosas y más variadas. Llegamos a las inmediaciones de Voronet, donde dejamos el coche a un lado de la carretera. En todo el camino que lleva al monasterio se extiende un mercadillo donde me enamoré de una camisa tradicional moldava (os explico más sobre Moldavia y sus definiciones aquí), y después fuimos a comer a un restaurante típico, aprovechando los precios tan baratos. Pedimos tres sopas, ese día tenía que ser lo más autóctono posible.

Día de sopas típicas
Sopa típica en pan

 

Hay que pagar para entrar a los monasterios, y si quieres echar fotos, un extra. Tras pasar la muralla, nos encontramos en un jardín con el edificio sagrado en medio. Es interesante ver cómo según la orientación, unas paredes se encuentran muy desgastadas, con la pintura casi borrada (las que miran al norte), y las que están en abrigo se conservan bastante bien. Por dentro no se pueden hacer fotos, pero de verdad es muy bonito, y sobre todo, un lugar mágico donde pensar cómo era la vida allí ante tantos peligros, en la soledad de aquellas montañas y guardando la fe y aquellos tesoros arquitectónicos y artísticos.

Detalle de las paredes
Pared norte

 

Una vez que visitamos Voronet, emprendemos de nuevo el camino por la 2E hasta Falticeni, después la carretera 2 (E85) hasta Motca, para desviarnos por la 28A hasta Pascani, en una carretera en muy mal estado y por donde pasamos por pueblos dejados de la mano de Dios. Aquí vimos pueblos que eran enteros de gitanos, distinguibles porque estaba toda la gente en la calle, y porque las casas eran prefabricadas pero más grandes y coloridas. Una vez acaba este tramo llegamos hasta Targu Frumos, para seguir por la carretera 28 hasta Iasi.

Aparcamiento de carretas
Paisaje rumano-moldavo

 

Sin duda, fue una aventura conducir por estos parajes tan auténticos, probar comida típica y visitar tales reliquias perdidas.

Os cuento más sobre otra desconocida de Rumanía, Iasi, en el próximo artículo.

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