TSARKOYE SELO (Pushkin) y PETERHOF, los palacios de San Petersburgo

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Visitamos los dos palacios más bonitos e importantes de San Petersburgo: el Palacio de Catalina (o Palacio de Verano), situado en el pueblo de Pushkin, o también llamado Tsarkoye Selo (el lugar de los zares); y el Palacio de Pedro El Grande, Peterhof o Petrodvorets. ¡Descubre cuál es tu favorito!

Quiero un palacio

La ciudad de San Petersburgo nos había encantado, y todavía nos quedaban dos grandes sitios que visitar y que eran imprescindibles: Tsarkoye Selo, donde estaba el Palacio de Catalina, y Peterhof. Según todas las guías de viaje, recomendaban un día en cada uno, ya que moverse de uno a otro no es posible (están en las afueras de San Petersburgo y bastante alejados entre sí). Además, todas las ofertas para visitarlos eran mediante excursiones organizadas, que eran muy muy caras. Informándome a través de internet, logré información sobre cómo ir por nuestra propia cuenta a cada uno de ellos… y finalmente, como sólo teníamos un día me empeñé en visitar los dos: no podía elegir entre dos bellezas de tal tipo.

La vida en Rusia comienza temprano, y nosotros debíamos aprovechar el día, así que nos levantamos rápido para coger un metro Admiralteyskaya – Moskovskaya, y bajarnos en la Plaza Moskovskaya. Frente a la Casa de los Soviets de Leningrado, esperamos una marshrutka que nos llevó hasta Pushkin. Una marshrutka es una furgoneta que sirve de minibús, solo que no tienen horario: salen cuando se llena. Así que estuvimos esperando un rato a que llegara más gente… hasta que se subió una poca, y de ahí nos llevó un par de calles más atrás donde nos cambiaron a otra marshrutka donde había más gente, así estaba llena y el viaje les salía rentable. Las marshrutkas son muy baratas, por lo que recomiendo utilizarlas. Además, si te planificas bien y sabes dónde estás en cada momento, es la mejor forma de moverte (y no mediante tours organizados, que cuestan un pastón y hay mucho gentío). Si bien los tours te dejan puerta-a-puerta, a nosotros nuestro trayecto nos serviría para ver lo que hay más allá de lo meramente turístico. Así pues, fuimos en aquella furgoneta apretados hasta el pueblo de Pushkin, donde nos dejó en una de sus calles.

Pushkin es un pequeño pueblo a 24 km de San Petersburgo, donde se encuentra al lado Tsarkoye Selo (el lugar de los zares), el espacio que aglutina un complejo de edificios, palacios y jardines, entre los cuales está el Palacio de Catalina. Antes de entrar a Tsarkoye Selo, fuimos a andar por las calles de este pueblo, que eran anchas, con poco tráfico (nada más que autobuses y marshrutkas), pasamos varios jardines y llegamos al centro de una plaza en la que se encuentra la Catedral de Catalina, construida en 1835, demolida en 1939 y restaurada en 2010 para conmemorar el 300º aniversario de la ciudad de Pushkin-Tsarkoye Selo. Pasamos un buen rato andando entre jus jardines, y viendo su interior. En verdad, estábamos haciendo tiempo porque nuestra entrada al Palacio de Catalina (que había sacado por internet) era a las 10 de la mañana. La iglesia, como es la tónica en Rusia, con mucha gente y niños jugando afuera.

Catedral de Catalina en Pushkin

Interior de la catedral de Pushkin

Hacía calor, pero cuando se metía una nube… se tornaba gélido.

Volvimos por la calle Sadovaya, que es la más próxima a Tsarkoye Selo, donde hay muchos puestos de comida y refrescos. Conforme te acercas al complejo, verás muchos turistas esperando en diferentes colas, tours organizados, taquillas… Nosotros habíamos sacado la entrada por internet (las puedes adquirir en http://tkt.tzar.ru/en/) para visitar el interior del Palacio de Catalina a las 10.00 de la mañana. Cómpralas con tiempo, al menos en verano hay distintos pases con un número de tickets limitado para cada uno de ellos, y para “visita por libre” como íbamos nosotros, había sólo dos o tres pases al día (el resto eran para tours y agencias). Recomiendo no esperar a comprarlas en persona, ya que hay largas colas para comprar las entradas que hayan sobrado.

De esta manera, volvimos a hacer tiempo mientras comprábamos en los puestos de mercadillo que hay en las afueras del palacio, hasta que llegó la hora y entramos al recinto.

Entrando a Tsarkoye Selo

El majestuoso Palacio de Catalina

Tsarkoye Selo

El Palacio de Catalina es el edificio principal de Tsarkoye Selo. Es muy parecido al Palacio de Invierno que hay en el centro de San Petersburgo (el otro es verde), ya que fue Rastrelli el arquitecto de ambos. Este palacio rococó fue la residencia de verano de los zares de Rusia. El nombre de Palacio de Catalina le viene por Catalina I, esposa de Pedro El Grande (quien mandó construir la ciudad de San Petersburgo), aunque fue su hija, la zarina Elizabeth quien lo hizo a su gusto y fijó su residencia estival. Completado en 1756, su fachada azul y blanca con cariátidas ocres es impresionantemente bella, además de las cúpulas de oro y otros detalles que posee.

Una puerta por donde no pudimos entrar

Detalle de la fachada

El interior es de gran belleza, y el recorrido está bien señalizado. Aunque íbamos por nuestra cuenta, nos pegábamos a grupos para escuchar qué iban contando. La decoración es extrema, con escayolas, relojes incrustados, estucos, y tantos y tantos ornamentos y dorados que llegaba a agobiar incluso. Sobre todo, vimos salones y comedores con mesas perfectamente preparadas para una fastuosa comida, y casi todas las estancias contaban con estructuras de porcelana chinas.

Reloj incrustado en la pared

Hall de entrada en el Palacio de Catalina

Salones del palacio

Qué lujuria

Porcelana china en cada saloncito

El salón de baile es espectacular y de grandes dimensiones. Aquí la gente aprovecha para echarse fotos y hablar, mientras el techo con pinturas magníficas los cubre.

Salón de baile

Detalle del techo del salón de baile

Visitamos también la Cámara del Ámbar, que es una estancia que está totalmente recubierta de ámbar. Aquí está terminantemente prohibido tomar fotografías, pero recuerdo que me gustó mucho. Imaginaos el lujo y derroche para hacer algo así, ya que el ámbar era más caro que el oro. Con el asedio nazi, este palacio fue parcialmente destruido, y el ámbar, sustraído por los nazis (posteriormente se volvió a recuperar y a colocar).

Las demás estancias seguían gustándonos, con muchas pinturas, salones, decoración… aunque ya estábamos algo cansados. Reconocemos que no somos mucho de museos, pero al menos queríamos ver un palacio por dentro.

Tapizado de arte

Dependencias del Palacio de Catalina

Fotografías del asedio nazi

Salimos del Palacio de Catalina por su puerta principal, que da a unos jardines de formas geométricas muy bonitos. Aquí empiezan los extensos jardines de Tsarkoye Selo, entre los cuales se ubican distintos palacios más pequeños, pabellones y galerías. Debido a que también queríamos ir a Peterhof en el mismo día, sólo paseamos por los aledaños al Palacio de Catalina.

Fachada principal del Palacio de Catalina

Boda en los jardines del Palacio de Verano

 

Desde aquí se abre un paseo hasta el Pabellón del Hermitage (no confudir con el Museo del Hermitage, en el Palacio de Invierno), que es un pequeño edificio construido en el mismo estilo y color que el Palacio de Catalina. Por el camino, vas pasando entre jardines (hay muchas ardillas), bosques y canales de agua.

Pabellón Hermitage en Tsarkoye Selo

Jardines en Tsarkoye Selo

Bosques y canales en Tsarkoye Selo

Era casi mediodía y volvimos a irnos hasta el pueblo de Pushkin para coger otra marshrutka hasta la Plaza Moskovskaya en San Petersburgo, desde donde habíamos salido. No hay conexión directa entre Tsarkoye Selo y Peterhof. Es necesario volver a San Petersburgo. Aquí simplemente esperamos en una calle y fuimos parando todos los autobuses, minibuses, marshrutkas y cuanto hubiera de transporte, preguntándoles si iban hasta Moskovskaya. Todos decían que sí, pero algunos debían esperar hasta que se llenara, así que nos montamos en un autobús urbano que iba llenísimo y que salía en el momento. El viaje fue muy agobiante, pero llegamos a Moskovskaya justo para comer, como os conté en la anterior entrada. Después de visitar la Iglesia de Chesma, que estaba cercana, nos dirigíamos a visitar Peterhof, y debíamos llegar antes de las 18.00, que es cuando las fuentes dejan de funcionar. Así que cogimos un metro Moskovskaya – Avtovo (la estación de metro más bella), y desde Avtovo, nada más salir, hay tanto minibuses como marshrutkas, que cogimos para llegar a Peterhof. Es una buena opción, ya que ves el increíble Avtovo, es barato y la marshrutka te deja a escasos metros de la puerta (trasera) de Peterhof.

Así pues, nos encontramos que habíamos llegado con tiempo suficiente a los jardines superiores de Peterhof. Éstos son gratis, y aunque son bonitos no tienen nada de especial. Entre ellos se ven fuentes, esculturas, y la parte trasera del Palacio de Pedro. Cuando llegas a las cúpulas doradas, hay unas taquillas donde ya sí hay que pagar, para acceder a la cascada de fuentes y los jardines inferiores, que son los que se encuentran en la fachada principal del palacio. La entrada es de 450 rublos creo recordar, y repito, las fuentes dejan de funcionar a las 18.00.

Jardines superiores de Peterhof

Palacio de Pedro visto desde los jardines superiores

Peterhof

El Palacio de Peterhof o Petrodvorets se encuentra a 29 km de San Petersburgo, en la orilla del Golfo de Finlandia (Mar Báltico). Conocido como el “Versalles ruso“, Pedro I El Grande, constructor de San Petersburgo, se inspiró en aquel palacio francés para fijar su residencia. Como podemos comprobar, el derroche de los zares en palacios era tanto que no tenían ni uno ni dos ni tres… cada uno elegía en cuál pasar sus vacaciones. El Palacio principal se terminó en 1721, y como ya habíamos visitado el de Catalina en Tsarkoye Selo, elegimos no verlo y quedarnos por los jardines. Además, habíamos leído que de interiores es más bonito el de Catalina; y de jardines, el de Peterhof.

Lo más famoso de este complejo es la Gran Cascada de fuentes y estatuas doradas que hay en su fachada principal. Son 64 fuentes y más de 200 estatuas, bajorrelieves y otras decoraciones. Es un espectáculo digno de ser visto. Al igual que Leningrado, este palacio fue sitiado y arrasado por los nazis, que destruyeron todo, y posteriormente hubo que restaurarlo.

Fuentes de Peterhof

Vista desde lo alto de las fuentes

Caminar entre lujo

Fuentes en Peterhof

Estuvimos paseando por los extensos jardines y bosques de Peterhof, entre los cuales, cada poco había una fuente. También parecía que había como puestecillos donde vendían helados o refrescos, pero como ya eran casi las 6 de la tarde, estaban yéndose o cerrando. En nuestro camino hacia el muelle, disfrutamos de una de las estampas más bonitas del entorno del palacio: el canal con fuentes a cada lado, y al fondo, la gran cascada. Me recordó a los folletos de viajes que mi madrina me enseñaba de pequeño, y allí estaba yo viendo aquella maravilla.

https://www.youtube.com/watch?v=3Iuik8oxr7Y&feature=youtu.be

 

Nos despedimos de Peterhof

Fuentes perdidas por los jardines de Petrodvorets

Para volver a San Petersburgo tomamos un barco que iba desde el muelle de Peterhof hasta el Palacio de Invierno de la ciudad, lo cual nos venía perfecto para aprovechar el final de la tarde. Por el camino, fuimos viendo el Mar Báltico y barcos cargados de troncos.

A fin de cuentas, el plan había salido bien. Visitamos los dos palacios, si bien no en profundidad, sí las partes más destacadas de cada uno: el interior del Palacio de Catalina y los jardines y fuentes de Peterhof.

El plan había salido bien

 

Y ahora bien, ¿cuál os ha gustado más?

 

 

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