Qué ver en una escala en BERLIN

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Una vez completada la Ruta del Transiberiano llegando a Pekín, debíamos hacer escala en Berlín a la vuelta. Unas pocas horas que me permitieron dar un paseo nocturno por la capital alemana. Con más de 3 millones de habitantes, Berlín es una capital mundial de dilatada influencia en la historia. Desde la capital de la beligerante Prusia, hasta los sucesivos imperios alemanes, atesora historia a cada paso.

Este artículo cuenta una escala en Berlín. Para conocer más sobre esta ciudad, visita el artículo con los 15 mejores sitios que ver en Berlín

De Pekín a Berlín

A las 9 de la mañana nos levantábamos en Pekín rumbo al aeropuerto, para coger el vuelo de vuelta. En Pekín hay muchos controles de seguridad, hasta tres. China es de los pocos países que tienen relación con Corea del Norte, y desde su aeropuerto salen vuelos directos. Nos llamaba mucho la atención ver la cola de pasajeros a Pyongyang (capital norcoreana), todos con el pin del líder puesto, aunque varios de ellos llevaban peinados muy estrambóticos y modernos. Incluso un chico tintado de rubio, como si fuera Justin Bieber. El avión que les esperaba era pequeño y antiguo.

Nosotros volábamos con Hainan Airlines, la cual me encantó por la atención que nos brindaron: comimos dos veces, en las cuales te daban una carta y podías elegir entre tres platos diferentes; estaban siempre pasando por si querías refrescos, tés, chocolate… además cada asiento tenía una pantalla para jugar a juegos o ver documentales. Y todo ello por solo 427 €, lo que valía el billete Pekín – Madrid con escala en Berlín y maleta facturada, en una fecha como el 31 de agosto.

El vuelo salió a las 13.20 hora de Pekín, y llegamos tras 10 horas de vuelo, a las 17.30 hora de Berlín. El jet lag era importante, pues para nosotros eran como las doce de la noche y en realidad eran las seis de la tarde. Así que tras llegar al Aeropuerto de Tegel, recoger las maletas, montarnos en autobús hasta Brandenburg Platz, fuimos al hotel que lo teníamos muy cerca de la Puerta de Brandenburgo.

Calles de Berlín

 

Paseo nocturno por Berlín

Raúl decidió quedarse a dormir en el hotel, pero yo no me podía resistir a perderme Berlín. Así que me fui a dar un paseo, a cenar por ahí y visitar algo de la capital alemana. Al final llegué a las once de la noche, que eran como las cinco de la mañana para mi cuerpo. Os podéis imaginar cómo iba. Nuestro hostel estaba en el cruce de Mohrenstrasse con Wilhelmstrasse, el “Apartment Potsdamer Platz Brandenburg Gate”, el cual tiene unas camas comodísimas, está muy bien situado, aunque es algo caro. Empecé a andar por la Leipziger Strasse, pasando por el Mall de Berlín hasta llegar a la Potsdamer Platz, símbolo de la Guerra Fría. Era aquí donde se encontraba el “búfer” entre el sector soviético y estadounidense del Berlín ocupado, y esta plaza históricamente comercial había quedado como un espacio vacío sin ser reconstruida apenas. Actualmente hay muchos negocios.

Potsdamer Platz

 

Desde aquí volví hacia atrás para ir un poco más al sur por la misma Wilhelmstrasse, hasta el cruce con Niederkirchnerstrasse, donde se encuentra una parte del muro de Berlín. La más famosa con los graffitis y el famoso beso está mucho más alejada para ir a pie, la East Side Gallery, y no tenía ni más tiempo ni fuerzas para ir hasta allá.

El Muro de Berlín fue la máxima expresión de la Guerra Fría. En 1961 la Alemania Oriental (RDA) construyó este muro para aislarse de la influencia occidental (RFA), algo que hizo hasta 1989 cuando cayó el muro, y gracias a este hecho se puso fin a la Guerra Fría y significó la reunificación alemana. El muro dejaba a Berlín oeste como un enclave capitalista dentro del territorio de la República Democrática Alemana, estado satélite de la URSS. Esto motivó el famoso puente aéreo para abastecer a este sector, en el cual el aeropuerto de Tempelhof jugó un papel trascendental.

Parte del muro de Berlín

 

Desde aquí continué por la Zimmerstrasse hasta llegar al mítico Checkpoint Charlie, que me resultó curioso ver este espacio con un gran McDonald’s detrás. Este punto era el paso fronterizo entre el sector estadounidense y el soviético. Actualmente se encuentra en medio de la avenida, representando a una caseta de control con la imagen de un soldado.

Checkpoint Charlie
Checkpoint Charlie y el McDonalds

 

Desde este punto comencé a andar hacia el norte, callejeando por amplias calles vacías de gente y de tráfico, algo que me llamó mucho la atención de Berlín: para ser una de las capitales de Europa no había casi nadie, ni coches. Me resultó una ciudad muy fría y desangelada, bastante triste. Al fin llegué a la Gendarmenmarkt, la plaza más bella de Berlín con dos catedrales (ambas del siglo XVIII): la alemana Deutscher Dom, de culto luterano, y la francesa Französischer Dom, calvinista. Además, en el centro se halla la sala de conciertos de Berlín, del siglo XIX.

Catedral francesa y sala de conciertos
Sala de conciertos en Gendarmenmarkt
Catedral alemana

 

Seguidamente me incorporé al gran paseo Unter den Linden en dirección este, para llegar a la Catedral de Berlín que se veía muy bonita. Creo que fue lo que más me gustó de la ciudad. En esta pequeña isla que hace el río Spree se ubican los museos más importantes de la ciudad (como el de Pérgamo) y hay un gran parque (Lustgarten) que estaba llenísimo de jóvenes bebiendo. Todo estaba sin luz, muy a oscuras, así que mi sorpresa fue ver tal gentío frente a la catedral tenuemente iluminada. El contraste es muy bonito, y se le suma el añadido de aparecer la torre de televisión Fernsehturm detrás (la más alta de la Unión Europea).

La catedral data de principios de siglo XX, en un estilo neoclásico y para un culto luterano. Es famosa por haber sido gravemente dañada en la II Guerra Mundial. En su interior están los restos de príncipes de Brandenburgo y los reyes de Prusia.

Seguí por la Karl-Liebknecht-strasse (donde compré varios regalos in extremis, las tiendas ya estaban cerrando) hasta alcanzar la Marienkirche o Iglesia de Santa María (del siglo XIV, católica), que está prácticamente debajo de la torre de televisión. Rodeé este pirulí, en cuya base había varios bares y restaurantes y llegué a la Alexanderplatz, centro de la vida de la RDA, donde compré algo para cenar. Esta parte también me gustó mucho, ya que había más vida y el reloj mundial era la postal que yo había asociado desde siempre a Berlín.

Marienkirke y torre de televisión
Reloj mundial en Alexanderplatz

 

Desde aquí volví por la misma gran avenida hasta la Puerta de Brandenburgo, en el otro extremo de la ciudad. Fue un camino muy solitario, aunque en la plaza de la puerta ya había gente: todos turistas, apiñados en esa plaza y todo lo demás solitario.

La Puerta de Brandenburgo, de estilo neoclásico (columnas dóricas, relieves de Heracle, Marte y Minerva; y la cuadriga de cobre) data de finales del siglo XVIII. Con 26 metros de altura, fue erigida por Federico Guillermo II de Prusia, como símbolo de entrada a Berlín. Durante la época de Napoléon, la cuádriga fue llevada a París para exhibirla como trofeo de guerra. La puerta ha visto desfilar a tropas nazis y después quedó aislada entre los dos Berlines hasta su reunificación.

Me faltaba por ver el Reichstag, que está un par de calles al norte, así que me dirigí hacia allí, y encontré más o menos lo mismo que frente a la catedral: un gran parque a oscuras con jóvenes haciendo botellón frente al semiapagado o semiencendido Reichstag.

El Reichstag data de finales del siglo XIX, en el estilo neoclásico imperante en aquella época. Es el edificio del Parlamento Alemán, y famoso por el incendio que llevó a cabo Hitler cuando tomó el poder. Su aspecto actual lo preside la cúpula de vidrio, como símbolo de la reunificación.

Reichstag

 

Desde aquí volví a pasar por la Puerta de Brandenburgo para despedirme de ella y me fui a dormir al hotel… ¡me lo merecía ya! Aunque solo fueron unas pocas horas, porque nuestro vuelo con Iberia salía muy temprano, a las 10.40 estábamos ya en Madrid.

 

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