UZUNGOL y SUMELA, las joyas de Trebisonda
Escondidos entre los Montes Pónticos, el idílico lago Uzungol y la reliquia del Monasterio de Sumela son las mejores excursiones desde Trabzon
El litoral sur del Mar Negro es una costa que pasa desapercibida y que alberga un paisaje característico y único en Europa: los montes Pónticos, que llegan a altitudes cercanas a los 4000 metros, y la cercanía al mar, originan un sistema de bosque húmedo en unas laderas en umbría, de fuertes pendientes y que reciben toda la brisa del mar. De esta forma, el paisaje es muy verde y pareciera el alpino clásico suizo, uno no cree que está en la típica Turquía. Toda esta región del Ponto, tan aislada y recóndita, ha mantenido una identidad propia en la historia, siendo el refugio de pueblos, confesiones… y hasta proclamaciones de imperio, como te conté en este artículo sobre Trebisonda.
EXCURSIÓN A UZUNGOL
En Trabzon alquilé un coche con AVEC Car Rentals, cuyo servicio fue bastante bueno y barato. Uzungol se encuentra a unos 100 km de Trabzon. La carretera es de doble carril hasta Dernekpazari, por lo que el tráfico es muy bueno y está en buen estado. Desde ese pueblo hasta Uzungol ya es de un solo carril pero igualmente está bien. La primera parte discurre por la costa hasta Of, y está lleno de edificios de nueva construcción. Desde Of hay que meterse hacia dentro, siguiendo el río Çatakli, lo que origina un paisaje muy bonito durante todo el recorrido.
Imponentes montañas llenas de vegetación y salpicadas de mezquitas blancas, daban cuenta de lo recóndito del lugar, donde todavía pervive la lengua griega póntica. Los pueblos, encaramados en las montañas, parecían realmente los de Suiza, con casitas de madera, que tenían su leña guardada para el invierno… también se parecían a los de Kosovo por ese matiz musulmán. Y llegué hasta Uzungol, que significa “lago largo”, y es un lugar muy visitado, sobre todo por turistas del Golfo Pérsico y de Arabia Saudí. Llamaba la atención ver a muchas mujeres con burka, todas turistas (no locales), después me contaron que esta parte de Turquía se ha puesto muy de moda entre estos países que buscan un verano fresco en un entorno de montaña, y en un país musulmán.
Aparqué al lado de la mezquita y entré para visitarla. Desde aquí ya comencé a ver el lago y a darle toda la vuelta por el paseo que han construido. Por los lados, un montón de tiendas de souvenirs, cafeterías, hoteles, parkings… se ha desplegado una infraestructura turística importante, pero que todavía no le resta belleza al lugar. Tras volver a mi coche, subí a Seyir terasi, unas terrazas donde se ve el lago desde arriba, la clásica foto. Es que el lago es precioso, con la mezquita entre el tapiz verde. Una sensación de estar en un sitio casi inaccesible, entre imponentes montañas coronadas por nubes de niebla.
En el camino de vuelta, paré en Dernekpazari a comer algo. Un pueblo que me pareció bastante ruinoso, pero a la misma vez me gustó mucho el estar allí en un sitio tan… aleatorio y típico del lugar. Todo decorado con las banderolas del Trabzonspor, el equipo de la región que había ganado la liga ese año. Por último, paré a ver el Puente Hapsiya, un bonito puente de madera de 1935, que no tiene nada histórico, pero por el lugar en el que está resultaba bonito.
EXCURSIÓN AL MONASTERIO DE SUMELA
Y esa misma tarde me dio tiempo a ir hasta el monasterio de Sumela, que está en la otra dirección contraria desde Trabzon, por lo que tuve que volver hasta la ciudad, y seguir la carretera que va bordeando el río Hamsikoy. El Monasterio de Sumela es una reliquia que se encuentra en el Parque Nacional del Valle del Altindere. Este monasterio georgiano, dedicado a la Virgen María, es muy conocido por estar construido al borde del precipicio. Fue una pena que estuviera todo cubierto de niebla y no se viera nada… pero se aventuraba la joya que se escondía.
El monasterio de Sumela recibe su nombre de “montaña negra” y fue fundado en el siglo IV por los bizantinos, tras descubrir en este lugar un icono de la Virgen María. Fue remodelado durante el Imperio de Trebisonda por Alejo III, colmándolo de riquezas. Y era tal su preciosidad, que el sultán otomano mandó protegerlo, y continuó perviviendo como un lugar de peregrinación hasta el siglo XIX. Después, con los travases de población y expulsión de griegos pónticos, fue abandonado y recientemente se ha vuelto a poner como destino turístico religioso.
Hay que dejar el coche en un parking que hay antes de llegar, y desde ahí pagar un autobús que te lleva hasta el inicio del sendero. Desde este lugar, el camino es muy bonito y vas pasando entre bosques y niebla, hasta que ya empiezas a ver el acueducto que llevaba el agua al monasterio. Hay que pagar entrada una vez allí. Una vez dentro, está en patio que es como la plaza principal, desde donde se accede a todas las dependencias: capillas, salas de estudio, biblioteca, cocinas, hospedería… es muy chulo adentrarse a recorrer todos estos lugares.
Lo que más impresiona de Sumela son los frescos que hay en las capillas. Auténticos frescos bizantinos, que en su mayoría han sido vandalizados (borrando los rostros humanos), pero lo demás se ha conservado. Narran escenas de la Biblia, algo muy típico de la ortodoxia como vi años atrás en el Monasterio de Rila, Bulgaria, o en el de Voronet, en Rumanía. Este es uno de los puntos que más fricción ocasionan entre Georgia y Turquía, ya que han acusado de no proteger del todo los monumentos georgianos… (la influencia es bizantino-georgiana, ya que como te conté en el artículo sobre Trabzon, el Imperio de Trebisonda era esa mezcla). Por último, cerca de aquú también está el antiguo monasterio de Vazelon, que es más antiguo (siglo III), pero no tan impresionante y está en ruinas.
¿Te esperabas esto en Turquía?
