Visitar BELÉN, donde nació Jesús
Todos hemos tenido un belén en casa. Ahora es el momento de vivirlo en persona
Belén debe su nombre a Beyt Lehem, que querría decir “casa del pan” o “casa de la carne”, y en origen, derivaría de la adoración al dios mesopotámico de la fertilidad, Lahmu. La ciudad era un asentamiento cananeo, una importante ciudad amurallada en la ruta que llevaba desde Siria a Egipto. Belén ya fue la ciudad de nacimiento de un dirigente importante: el Antiguo Testamento narra que aquí nació el rey David, en el siglo IX a.C., quien sería el gran rey de los israelitas, además de profeta. Los profetas habían anunciado que el Mesías nacería en Belén, y sucedió en el llamado año 0, con el nacimiento de Jesucristo. Su padre José, descendiente de David, también había nacido aquí.
Según la Biblia, aunque María y José vivían en Galilea, tuvieron que ir hasta Belén para inscribirse en el censo romano de la época. María estaba a punto de dar a luz y la ciudad estaba llena y no tuvieron hueco en ninguna posada ni en casa de familiares, así que tuvieron que conformarse con una habitación en una cueva cercana, donde había un pesebre. Aquí sucedió el milagro y nació Jesús, a lo que muchos pastores llegaron anunciados por ángeles, de que había nacido el rey de los judíos. También la estrella guio a los Reyes Magos, que vinieron a adorar al Niño Jesús con oro, incienso y mirra. Todo ello es lo que se representa en el belén, nacimiento o portal de Belén, una tradición que comenzó en el siglo XIII.
Aunque la fe cristiana preservó la cueva del nacimiento, tras las guerras entre judíos y romanos, el emperador Adriano convirtió el lugar de culto en un templo griego. Posteriormente, la emperatriz Helena visitó las ruinas de Belén, en pleno fervor del cristianismo, e impulsó la creación de la Basílica de la Natividad; más tarde, su hijo Constantino haría del cristianismo la religión del Imperio romano. Con la caída del Imperio romano, esta parte pasó a depender del Imperio bizantino, que sufrió algunas guerras contra los samaritanos, afectando a la ciudad. En el siglo VII, los persas (ayudados por los judíos) invadieron Palestina y ocuparon Belén. La historia cuenta que no destruyeron la Basílica de la Natividad al ver un mosaico de los Reyes Magos vestidos con ropajes persas.
En el siglo XI, Belén sería retomada por los cruzados quienes establecieron el Reino de Jerusalén, por lo que volvía a manos cristianas. Al siglo siguiente fue conquistada por los musulmanes al mando de Saladino, y el obispo de Belén tuvo que trasladarse a Francia, donde continuó con su labor y ostentando su título hasta la Revolución Francesa. En el siglo XIII, un tratado puso a Belén por un breve periodo de tiempo bajo el mando del Sacro Imperio Romano Germánico, aunque los mamelucos la retomaron aumentando las prohibiciones religiosas cristianas. En el siglo XVI fue conquistada por el Imperio otomano, y esta vez fueron las disputas entre distintas confesiones cristianas las que rivalizaban por poseer los lugares santos. Desde esta época, musulmanes y cristianos convivían en Belén, aunque separados, en cierta paz.
Cuentan que Belén era una ciudad algo europeizada en sus costumbres, ya que siempre estuvo en contacto con todos los peregrinos que venían aquí. En el siglo XIX pasó por un breve periodo egipcio, y batallas y un terremoto hicieron que la población se redujera y la mayoría de musulmanes emigraron, quedando los cristianos en mayoría. Tras la I Guerra Mundial, en la que el Imperio otomano resultó perdedor, Belén fue incluida dentro del mandato británico, y en 1947 el plan de partición la categorizó como dominio internacional junto con Jerusalén. Sin embargo, un año después, en la guerra árabe-israelí de 1948, fue ocupada por los jordanos y muchos musulmanes expulsados de otras partes vinieron a establecerse aquí, que ahora suponían la mayoría de la población.
En la guerra de 1967, Israel ocupó Belén (y toda Cisjordania) y no se retiró hasta 1995, con la firma de los Acuerdos de Oslo. Desde entonces es administrada por el Estado de Palestina, en la denominada área A. Belén, una ciudad de más de 30 000 habitantes y a tan solo 9 km de Jerusalén, ha sufrido mucho los recientes incidentes bélicos, como intifadas, u ofensivas israelíes que incluso llegaron a sitiar la Basílica de la Natividad ya que varios milicianos se habían atrincherado en ella. Después de estos incidentes, en el 2002 se comenzó a construir el muro que separa a las zonas controladas por Israel de las de Palestina, donde hay numerosas torres de vigilancia y puestos de control. Por cierto, verás que el nombre actual de Belén es Bethlehem.
Belén es una ciudad muy extensa, y de no ser por los muros que la cercan, podría verse como una extensión de Jerusalén, con numerosos bloques de edificios blancos poblando todas las colinas. Me pareció realmente extensa y muy poblada. La mayoría de su población son musulmanes, aunque hay una pequeña minoría de cristianos, y también hay que nombrar una gran concentración de colonos israelíes que hay a las afueras de la ciudad. Como podrás adivinar, la ciudad vive del turismo de peregrinaje, y tiene lugares muy concurridos. Nosotros visitamos la ciudad son el mismo guía que nos llevó a Hebrón. Su nombre es Shareef Jibreen, podéis encontrarlo en Tripadvisor, en Instagram @palestine_bethlehem.guide y Facebook “Palestine Tours”. Shareef es muy profesional y buen guía, os lo recomiendo. Su whatsapp es +970 598 753 648.
Lo primero que llama la atención tras ingresar en Belén es la cantidad de banderas palestinas que hay, parece que es una ciudad muy reivindicativa. También vimos banderas de al Fatah, la organización político-militar palestina, que es bastante controvertida pues según en qué sitios se les considera de una manera u otra… Fuimos en nuestro coche y lo aparcamos al lado del The Walled Off Hotel, situado justo al lado de la sección del muro más famosa, donde Banksy ha hecho algunas pintadas. Aquí estuvimos andando y recorriendo esta parte, que está llena de basura, y de grafittis muy impactantes. Todo ello bajo la mirada de las torres de vigilancia. Fue muy entretenido ver todo y recapacitar en todos los porqués de esta situación.
Aquí ya nos recogió Shareef para ir a Hebrón, que te lo cuento en este artículo, y después volvimos a regresar a Belén. Lo hicimos por la calle por la que los Reyes Magos entraron a Belén, que está llena de puertas de madera muy bonitas, y tiene un mosaico en una de sus fachadas. Nos dirigimos al punto más importante de la ciudad: la Iglesia de la Natividad, que la pudimos visitar de forma rápida y muy bien explicada por Shareef. La puerta de entrada es muy pequeñita y se ha mantenido la original. Tras ella, una iglesia muy bonita con un iconostasio ortodoxo (el templo es compartido entre los ortodoxos, armenios y católicos), y también mosaicos en el suelo muy chulos. Aquí ya verás larguísimas colas (si vas por tu cuenta, puedes estar hasta un par de horas) que se arremolinan en una pequeña escalera de bajada, donde hay muchísimo agobio.
Una vez dentro, verás que a mano derecha está la gruta donde nació Jesús, simbolizada con una estrella. A la izquierda, verás unas lámparas en un cofre enrejado cuadrangular, que es donde estaba el pesebre. Todo este lugar es muy místico y donde las emociones afloran: impresiona estar aquí y lo diferente que es a como imaginábamos, lo que ha cambiado con el transcurso de la historia. Este era el portal de Belén… A la salida de la gruta está la Iglesia de Santa Catalina, que en su patio tiene una estatua de San Jerónimo, uno de los fundadores de la Iglesia, traductor de la Biblia al latín y que está enterrado aquí.
Otro punto muy interesante es la Gruta de la Leche, o Milk Grotto. Aquí fue donde se refugiaron María, José y el Niño cuando Herodes se enteró que había nacido el rey de los judíos, y decidió matar a todos los recién nacidos. Fue en este lugar donde se resguardaron, camino en su viaje a Egipto, y se llama “la gruta de la leche” porque cuando María amamantaba a Jesús, cayó una gota de leche que transformó el color de la roca. La iglesia original se construyó en el siglo V por Santa Paula. Es muy bonito ver su interior con un cuadro de la Virgen dando leche a Jesús. En todo este recorrido, desde la Iglesia de la Natividad hasta aquí, verás un montón de tiendas de recuerdos, así como de organizaciones y órdenes que están establecidas en Belén, dando cuenta del peregrinaje.
El resto del tiempo lo invertimos en visitar la ciudad de Belén, que ya de por sí nos pareció una ciudad bonita. La plaza que hay frente a la Iglesia de la Natividad es la principal de la ciudad y se llama Plaza Manger, y está presidida por la Mezquita de Omar, construida en 1860. Detrás de la mezquita se abre un barrio de calles estrechas llenas de tiendas y cafés, que vimos en un agradable paseo. Verás que hay muchas más iglesias, como la luterana, la salesiana… Nos despedimos de Shareef y buscamos un lugar para comer. Cogimos un taxi hasta donde habíamos dejado el coche, y nos pedían precios desorbitados, intentando aprovecharse. La pillería era tal que estuve a punto de tener un altercado con uno de ellos, después de una discusión tras ya habernos llevado y pactar el precio.
Tras comer en el KFC, desde donde por cierto hay unas vistas bonitas de la ciudad, visitamos un par de lugares que hay a las afueras de Belén. Primero nos dirigimos a la Iglesia del Campo de los Pastores, donde un ángel anunció a los pastores que había nacido Jesús. La iglesia original se erigió en el siglo V, aunque la actual es de 1953. Cuando fuimos estaba cerrada y era imposible acceder a ella o verla de lejos. Nos fuimos a otro lado, las piscinas de Salomón, un conjunto de tres pequeños embalses que abastecían de agua a Jerusalén desde tiempos romanos, incluso al palacio de Herodes. Su nombre de asocia al rey Salomón, quien se dice que las construyó. Este era un lugar de picnic donde había que pagar entrada y la verdad es que no fueron muy simpáticos, pues prácticamente nos echaron cuando vieron mi cámara.
La jornada en Belén nos gustó mucho. Visitamos lugares emblemáticos y sagrados, con gran carga emocional y espiritual, que nos encantaron. Además, nos dejamos en el tintero dos lugares que también puedes visitar en Belén: la tumba de Raquel, de tradición judía; y las ruinas de Herodión, una fortaleza que hay a las afueras de la ciudad, construida por Herodes el Grande. Pero no nos daba tiempo, pues empezaba a oscurecer, y nos dirigíamos a Ramala… te lo cuento en el siguiente artículo.