RAMALA, la capital de Palestina
El monte de Alá es la capital del facto del Estado de Palestina
Ramala tiene su origen en el siglo XVI, cuando fue fundada por un clan musulmán proveniente de Jordania. Su nombre quiere decir “el monte de Alá”, y verdaderamente es montañosa: verás largas calles que suben y bajan, y recorrerla a pie puede ser algo cansado (el centro sí es algo más plano, pero el resto de la ciudad es muy ondulante). Fue creciendo en los siglos siguientes, basando su economía en la labor agrícola, y poco a poco su población empezó a ser mayoritariamente cristiana. Ya en el siglo XX, el Imperio romano impulsó la construcción de la carretera entre Nablus y Jerusalén, y Ramala se configuró como una importante parada en esta ruta. También fue una ciudad importante para los británicos, cuando estos controlaban el mandato de Palestina tras la I Guerra Mundial, e incluso fue el lugar donde se asentó una creciente comunidad protestante.
El impulso de una economía inducida fue quizá una de las razones que hicieron que la clase árabe más pudiente también se asentara aquí. La ciudad comenzó a crecer en la década de los años 20, y su desarrollo se materializó en grandes bloques de edificios y avenidas, a lo que se le sumaban las remesas que los emigrantes palestinos enviaban a Ramala. Se instaló en la ciudad la sede de radio y televisión, aumentando su influencia política y cultural en toda Palestina. Con la retirada británica y la guerra israelí-árabe de 1948, Ramala fue ocupada por los jordanos y recibió una ingente población refugiada que había sido expulsada por los israelíes, al otro lado de la llamada línea verde, principalmente de Jaffa.
Ramala, a pesar de las hostilidades vecinas, empezó a desarrollar cierto turismo, ya que al estar en las montañas, su clima era más fresco que el resto de la región. En 1967 y la Guerra de los Seis Días fue ocupada por el ejército israelí, y se empezó a fraguar la primera intifada, en una ciudad que ahora era abrumadoramente musulmana. Desde los años 90, Ramala se ha alzado como una ciudad muy dinámica, con retornados y apertura de nuevos negocios, sobre todo desde que en 1993 los Acuerdos de Oslo establecieran aquí el Gobierno del Estado de Palestina. A pesar de que la Autoridad Nacional Palestina reclama Jerusalén Este como su capital (a tan solo 15 km de distancia), Ramala es la sede del gobierno y la capital de facto de Palestina.
Esta condición de capitalidad ha hecho que la ciudad haya alcanzado más de 50 000 habitantes, y siga creciendo cada año debido a la inmigración desde otras áreas del país. Ramala es una ciudad muy viva, que recibe mucha inversión exterior (por ejemplo, las principales ONG que operan en Palestina tienen su sede aquí) y sumado a la intensa actividad comercial, hacen de Ramala una ciudad que ofrece relativas oportunidades para los palestinos. Tiene fama de ser una ciudad muy fiestera, acogedora y amable, algo así como la ciudad más moderna, intensa y de mejor calidad de vida de Palestina. Nosotros nos quedamos en el Eco Hostel y estuvo bastante bien y cerquita del centro. La ciudad parece que está llena de gente y me gustó mucho conocerla, sentir cómo es la vida palestina más auténtica y normalizada, lejos de otras localidades más convulsas o turísticas.
Qué ver en Ramala
Ramala no tiene mucho que ver en el sentido de grandes monumentos, sino más bien una ciudad para descubrir el ritmo de vida palestino moderno, y una ciudad de cafés, terrazas y algo de fiesta (para los estándares de estos lares). Llegamos por la noche, procedentes de Belén, directos a nuestro hostel donde dejamos el coche. Desde allí nos fuimos andando al centro de la ciudad, con una sensación de bastante seguridad, por cierto, a pesar de que por las calles veíamos carteles de jóvenes “mártires de sangre” que habían muerto en batalla.
La plaza Al Manara parecía el centro de la ciudad. Presidida por una fuente con cuatro leones, simbolizan las familias árabes y su descendencia que fundaron Ramala. En esta plaza, llena de coches y del típico tráfico caótico, también verás el letrero de We R Ramallah, junto a una pancarta que pide la conmemoración de las víctimas en el conflicto y la protección de los refugiados. Todo este recorrido que os cuento lo hicimos por la noche pero repetimos por la mañana al día siguiente para verlo bien con luz. Tanto en un momento como en otro, los puestos callejeros seguían funcionando.
De Al-Manara fuimos hacia abajo, a la Plaza Al-Sa’a. Este eje es la arteria principal de Ramala. En la Plaza Al-Sa’a se encontraba el poste de luz que pusieron los británicos para dar electricidad a toda la ciudad, y que fue reemplazado por un obelisco que coloquialmente se le sigue llamando “el faro”, que era como se le conocía hasta entonces. La plaza también lleva el nombre de Yaser Arafat, líder palestino que fue el primer presidente de este Estado, y que luchó por la liberación de su pueblo. El obelisco está coronado por la bandera palestina y un joven que está intentando llegar a él. Esto representa la declaración más famosa de Arafat: “Llegará un día que nuestros chicos y chicas ondearán la bandera palestina sobre los muros de Jerusalén, los minaretes de Jerusalén y las iglesias de Jerusalén”. Muy controvertida. Por lo demás, en esta plaza hay uno de los mejores lugares para tomar algo, donde está un centro comercial de aspecto bastante cutre, pero que puedes subir en ascensor hasta las plantas superiores y hay unas vistas muy chulas de la plaza. En el LaCosta Coffee hay gran variedad de platos de cena, postres, bebidas y cachimbas.
También nos acercamos a la mezquita Abdel Nasser, en honor al presidente egipcio de orientación panarabista. Fue construida en 1962 con seis cúpulas y dos minaretes. También es llamada “la mezquita de los mártires” ya que aquí se celebran los funerales. En todas las inmediaciones hay un gran mercado repleto de puestos de fruta.
Al día siguiente, fuimos a visitar el memorial de los mártires, un monumento que representa un mosaico a los que han muerto por la causa palestina. Fue inaugurado en 2018. Por aquí seguimos paseando por sus calles llenas de comercios, entre los cuales nos llamó la atención la ropa que había en unos y otros.
La siguiente parada fue visitar el Mausoleo de Yaser Arafat, que es quizá el lugar más famoso de Ramala. Está algo alejado del centro, por lo que fuimos en coche. El edificio está bien protegido y es uno de los lugares más cuidados de toda Palestina. La construcción es impoluta y está limpísimo y modernísimo: es el lugar donde se honra al más querido líder palestino. El museo cuenta toda la historia palestina desde la partición de 1948 hasta la muerte de Arafat. Dicen que el mausoleo está construido sobre el agua para expresar la temporalidad, ya que el deseo de Arafat era ser enterrado en Jerusalén. Un lugar muy curioso, por la arquitectura y el simbolismo.
Nuestra siguiente parada fue el Museo Mahmoud Darwish. También a las afueras de la ciudad, este museo narra la vida del poeta palestino, quien también redactó la declaración de independencia de Palestina. El recinto es bastante bonito, con jardines y escaleras muy bonitas, de fondo con una bandera palestina bastante grande, y unas vistas hacia Ramala bastante chulas. Un lugar recomendado.
Por último, abandonamos la ciudad entre barrios mucho más congestionados y repletos de comercios y bastante pobreza, torres inmensas de apartamentos… pintadas que llamaban a unirse en torno a la bandera y defenderla… y los muros que separan las zonas controladas por los palestinos de las israelíes, muy vigiladas. Espero que te haya gustado este recorrido por Ramala.
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