#ISLANDIA 4. PLAYAS E ICEBERGS [Hofn. Jokulsarlon. Skaftafell. Vík.]

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Recorremos 276 km del sur de Islandia visitando la parte más lluviosa del país, haciendo senderismo por Skaftafell y navegando entre icebergs.

El glaciar Vatnajokull llega al mar formando icebergs en el Jokulsarlon.

Os contaba cómo habíamos pasado el día anterior en Hofn (aquí), y hoy nos despertamos en nuestro albergue-granja muy temprano, porque allí amanece muy pronto en verano. Creo recordar que eran sobre las 4, y estábamos a 5 de septiembre. Desayunamos en compañía de los gatos (con un pelaje muy espeso, por cierto) y de los caballos que tenían en su parcela. Seguidamente, nos pusimos en marcha para ir a la (quizá) mayor atracción turística del país: Jokulsarlon.

Jokulsarlon es el nombre de un lago formado por una de las lenguas del glaciar Vatnajokull en su tramo final. Al contacto con el agua, se desprenden icebergs  que van flotando por el lago, el cual también está comunicado con el mar (se encuentra separado por una estrecha franja por donde pasa la Ring Road).

Así veíamos el Vatnajokull conforme nos acercábamos a Jokulsarlon.
Disfrutamos de una espléndida mañana en Jokursalon, con un cielo totalmente despejado y una luz perfecta para contemplar los icebergs, que se reflejaban como un espejo en el agua.
También probé el hielo de Jokulsarlon.

 

Este lugar sí que está altamente frecuentado por turistas, tanto mediante tours organizados, como por líneas de autobuses o por turistas como nosotros, que íbamos en coche. Desde la orilla del lago se puede subir en una barca anfibio para dar un paseo por el lago. No hace falta reservar (al menos en septiembre, aclaro), simplemente se pregunta a las personas que hay por allí con chaleco y te dicen cuándo sale el próximo.

La barca anfibio en la cual hicimos el paseo por el lago.

 

Durante el paseo, se puede ver de cerca la lengua del glaciar y observan cómo se desprenden los icebergs. Además, se pueden ver focas y numerosas aves marinas. Fue una muy buena experiencia, eché muchísimas fotos porque había cada postal tan mágica…

Acercándonos a la lengua del glaciar en barca.
Paisaje de Jokulsarlon.
Este color tan cristalino y azulado se producía cuando un iceberg se daba la vuelta, corresponde a la parte que había estado sumergida. Además, la mancha que se ve en la parte inferior izquierda del iceberg es la cabeza de una foca (lástima que no pude pillarla de lleno).
Postales mágicas en Jokulsarlon.

 

Nos fuimos del lago con una sensación extraordinaria. Era mediodía y decidimos ir a comer al centro de visitantes de Skaftafell (salida a la carretera 998), donde después haríamos senderismo para bajar la comida. Skaftafell es un parque nacional que incluye diversas atracciones, como cascadas, ríos y glaciares.

Hay varias rutas para realizar, yo os recomiendo dos que fueron las que nosotros hicimos. En primer lugar, cogimos un sendero hacia el este (mirando frente a la puerta del centro, a la derecha) que nos llevó hasta las inmediaciones del Skaftafelljokull. Es la lengua del glaciar del mismo nombre, donde pudimos verla de cerca. Un cartel avisaba del riesgo de arenas movedizas, y la verdad es que el terreno estaba enfangado, y se alternaba el barro, agua, hielo…

Vistas del Skaftafelljokull
La lengua del Skaftafelljokull de cerca. Era difícil andar por allí sin atascarse en esa mezcla de hielo y barro.

 

Después de ver esta parte, volvimos por el mismo sendero hasta el centro de visitantes, y esta vez, tomamos el sendero de la izquierda (hacia el oeste). En esta parte no hay glaciar, sino que es montaña (el camino se eleva) y se pueden ver algunas cascadas, entre las cuales la de Svartifoss (la llamada cascada negra) es la más famosa por su belleza debida a su formación volcánica.

Una cascada cualquiera, Hundafoss.
Desde el sendero, al fondo se veía Svartifoss envuelta como un tesoro entre el bosque.
Mi hermano y yo en Svartifoss.

 

Una vez volvimos al coche, emprendíamos la ruta hacia Vík, el pueblo más lluvioso de Islandia. Por el camino fuimos asombrándonos, como de costumbre, por la belleza del relieve islandés. Y yo, particularmente, por las suaves aparentemente llanuras de musgo. Por el camino se podían ver también, montañitas de piedras que no sabíamos qué significado tenían. Posteriormente descubrimos que se trataba de rituales para los seres mágicos del país: elfos, trolls, hadas…

Montañas que recordaban a los tepuy venezolanos, entre Skaftafell y Vík.
Montañas que recordaban a los tepuy venezolanos, entre Skaftafell y Vík.
Cascadas en las alfombras cercanas a Vík.
Paciendo cerca de Vík.
Me encantó acostarme aquí.

 

La pequeña iglesia roja y blanca subida en lo alto de un monte nos anunciaba que ya habíamos llegado a Vík. Lo primero que hicimos fue subir a la iglesia, para tener una panorámica de este pueblo de 300 habitantes, que a pesar de su modesto tamaño, es un pueblo importante del país por situarse a medio camino entre la capital y la costa sur.

Iglesia de Vík.
Panorámica de Vík desde la iglesia.

 

Lo mejor que se puede hacer en Vík es ir a su playa de arena negra y contemplar las formaciones rocosas que hay allí. Al fondo (sur) se sitúa Dyrholaey, unas rocas que tienen el aspecto (o al menos son llamadas así) de trolls. Son pináculos y un arco de roca que se encuentran justo en la costa.

Además, la playa de Vík me encantó porque estuve un rato reflexionando sobre lo que se encontraba al otro lado del mar… Si miraba al horizonte y seguía hacia el sur en línea recta, el Océano Atlántico se abría paso en su mayor amplitud, se trataba del punto más al sur de Islandia. Pensé en cómo sería cuando llegaron los primeros seres humanos a Islandia y cómo sería su descubrimiento: al ver una isla violenta por la actividad volcánica, fría por el hielo, pero amable por su carácter. Y allí me encontraba, en una playa de arenas negrísimas, con un relieve verde casi fosforito a mis espaldas, (y a mi padre corriendo por unas formaciones hexagonales).

Acantilados de Dyrholaey, Vík.
La playa de Vík.
Disyucciones coloidales en la playa de Vík.
Momentos que se quedan grabados en la playa de Vík.

 

Después de un magnífico día, nos alojamos en el Hostel Puffin en Vík, el cual no recomiendo. Las habitaciones eran demasiado pequeñas, como cajas de cerillas. Y las duchas, regular. Creo que actualmente está cerrado.

Mañana nos esperaba el último tramo de la Ring Road, puedes leerla haciendo click aquí.

 

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