JAJCE, el trono de los reyes de Bosnia
La ciudadela de Jajce fue capital del Reino de Bosnia en la época medieval
Aunque se constata la presencia romana en Jajce, su mayor apogeo le vino cuando Hrvoje Vukčić Hrvatinić, Gran Duque de Bosnia, estableció la capital en esta ciudad en el siglo XIV. La impresionante fortaleza se construyó y sirvió de sede al trono bosnio durante un siglo, hasta que el último rey bosnio fue asesinado aquí por los otomanos. Estos habían sitiado la ciudad a mediados del siglo XV, pero solo la tomaron temporalmente, pues los húngaros también acechaban y consiguieron conquistarla, extendiendo su dominio en los Balcanes. Sin embargo, en el siglo XVI finalmente cayó bajo control otomano y la ciudad perdió algo de importancia estratégica por dejar de ser frontera. En el siglo XIX pasó a control austrohúngaro, y cuando se proclamó el Reino de Yugoslavia, fue incluida dentro de la banovina (como una provincia) del Vrbas, con capital en Banja Luka. Durante la II Guerra Mundial, Jajce quedó como un área libre y ello motivó que aquí se reunieran representantes de Yugoslavia para decidir su futuro: un país con repúblicas federales, en la que Bosnia y Herzegovina sería una de ellas. Con el periodo yugoslavo, el turismo y la industria crecieron en un Jajce multiétnico, ya que está situado en el vértice entre tres grandes áreas étnicas: al norte es territorio más serbio (hacia Banja Luka); al sureste, más bosníacos (hacia Travnik); y al suroeste, más croata (hacia Livno).
Durante la Guerra de Bosnia, los serbios de Jajce huyeron hacia el norte ya que la ciudad estaba mayoritariamente tomada por fuerzas bosníacas y croatas. Poco después, en 1992, la armada serbobosnia comenzó a bombardear Jajce, y consiguió tomarla pocos meses después, por lo que columnas de 40 000 personas huyeron, la mayoría de bosníacos huyeron en masa hacia Travnik, y los croatas hacia otras áreas de Herzegovina. Antes de huir, destruyeron la iglesia ortodoxa, y cuando los serbios entraron, destruyeron las iglesias católicas y mezquitas. A finales de 1992, no quedaba un edificio religioso en pie en Jajce. La guerra solo causa destrozos y sufrimientos a ambos lados. En 1995, los croatas consiguieron retomar la ciudad y la poblaron, al principio impidiendo que se trasladaran los bosníacos, aunque finalmente también lo hicieron. Desde entonces, Jajce forma parte de la Federación de Bosnia y Herzegovina, como se llama a la entidad bosníaco-croata de Bosnia y Herzegovina, establecida por los Acuerdos de Dayton en base a las líneas de guerra en ese momento. Aunque está muy cerca de la frontera con la Republika Srpska, pues el paso natural entre Banja Luka y Bosnia central, marcado por el curso del río Vrbas, era muy codiciado.
Jajce tiene hoy unos 30 000 habitantes, y su población es croata y bosníaca a partes iguales. Jajce es una ciudad muy querida por los bosníacos, ya que representa el esplendor del Reino de Bosnia, desconocido pero que durante la época medieval también se extendió por buena parte de los Balcanes. La ciudad apuesta decididamente por el turismo gracias a su historia y su patrimonio, de hecho espera ser incluida como Patrimonio de la Humanidad. Además, su doble cascada le otorga un valor paisajístico añadido, y es uno de los símbolos de la ciudad. Debo reconocer que Jajce me encantó, y se sentía muy diferente de lo que había visto en la Republika Srpska hasta entonces: mucho más volcada al turismo, más presencia de banderas de Bosnia y Herzegovina, más musulmanes, más esfuerzos en reconstrucción y acondicionamiento de la ciudad. A continuación te cuento mi paseo por Jajce.
Qué ver en Jajce
Aparqué mi coche en la gasolinera que hay junto a la cascada Pliva, ahí se puede aparcar fácil y sin pagar y está al lado de la ciudad. Desde aquí se tienen unas vistas muy bonitas de la cascada, que es fruto de la llegada del río Pliva al Vrbas, más abajo. Se puede bajar hasta abajo (hay que pagar una entrada) para verla desde el pie de esta cascada de 22 metros. Cuidado que te mojas pero absoluto.
Desde aquí puedes dirigirte hacia la ciudad, caminando junto al río, donde suelen poner un mercadillo de souvenirs y artesanía. Aquí se encuentra el Museo AVNOJ, un Museo del pasado antifascista yugoslavo. Desde el puente se obtienen unas vistas muy bonitas hacia la ciudad y su fortaleza, y ya verás que empiezan a verse muchas terrazas, heladerías y cafeterías. Si prefieres, puedes empezar a visitar hacia la izquierda (oeste) el Mithraeum, del siglo II. Este está techado, pero atestigua que se rendía culto al dios zoroastriano del sol, Mithra, por los esclavos romanos y otros soldados que habían estado en contacto con el mundo oriental.
Cuando vuelvas al puente otra vez, comienza a ir hacia la derecha, pasa la puerta de la muralla y anda por el bulevar Hrvoja Vukčića Hrvatinića, el principal de la ciudad, que bordea el río por el sur y este. Aquí está la mezquita Esma Sultana, nombre en honor a la esposa del gobernador otomano de Bosnia Mehmed Pasha Muhsinovic a mitad del siglo XVIII. Aquí verás también que frente a frente hay dos memoriales a los bosníacos (siempre con su bandera blanca y escudo de flor de lis) y croatas caídos en la guerra de los noventa.
Si seguís la avenida hasta el final pasaréis por la otra puerta, y después hay como un pequeño arrabal con algunas construcciones, como la mezquita de Hadadan, o más abajo el monasterio franciscano de San Lucas, construido por los austrohúngaros. Desde aquí me di la vuelta hasta la mezquita Esma Sultana de nuevo, y comencé a subir por las calles empinadas y empedradas, por la calle Svetog Luke, hacia la parte alta de la ciudad. En esta calle se encuentra el Museo etnográfico, la Iglesia de Santa María y, al fondo, las catacumbas y la torre del oso (Medvjed kula).
La Iglesia de Santa María es uno de los principales atractivos de Jajce, que en principio parece haberse construido en el siglo XII en un estilo románico, y después remodelada en gótico. En el siglo XVI fue transformada en mezquita y renombrada como Mezquita del Sultán Suleimán, y sufrió varios incendios. Ha quedado abandonada desde 1832, pero sí que resiste su alto campanario, llamado campanario de San Lucas. Al lado de ella está la torre del oso, y las catacumbas donde se enterraban los reyes de Bosnia.
Siguiendo hacia arriba, ya llegarás a la entrada de la fortaleza de Jajce, que me pareció de las más bonitas que vi en toda Bosnia y Herzegovina. Hay que pagar para entrar, pero merece la pena. En la puerta de entrada está el escudo de la dinastía Kotromanic, los reyes de Bosnia. Desde las murallas hay unas vistas muy bonitas hacia todo Jajce.
Por lo demás, sigue callejeando por el pueblo y por sus calles para descubrir bonitos rincones o simplemente para ver sus casas típicas. Entre algunos, destaco la mezquita de Sinan Bey, pequeñita y con el minarete de madera, o la Kršlakova kuća, que ahora sirve como galería de arte. Tampoco te olvides de parar el coche en la carretera Vrbaska, al este de la ciudad, donde están las mejores vistas hacia la ciudad de Jajce.
Y, por último, en los alrededores de Jajce hay algunos sitios bonitos que visitar. El primero de todos, los molinos de agua (Mlinčići) que hay al oeste, en la carretera hacia Bihac, en el lago Plivsko. Este es un parque muy bonito, donde la gente viene a hacer picnic y a disfrutar del paisaje. Y el otro lugar es hacia el norte, justo al pasar la frontera con la Republika Srpska, el meandro de Bocac, cerca de Kozji Kamen. Hay un mirador sobre el Vrbas fabuloso, desde donde ver paisajes sublimes. Por cierto, la carretera entre Banja Luka y Jajce es muy bonita, va pasando por el cañón del Vrbas y es impresionante.
