Qué hacer en HELSINKI en un día, la perla del Báltico

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Una pequeña ciudad perfecta para una escala de pocas horas, limpia, cuidada y capital del diseño mundial, así es Helsinki

Amanecer en la Catedral Luterana

 

Helsinki fue fundada en el siglo XVI por los suecos, para hacer la competencia a la hanseática Reval (Tallin). La ciudad tenía poca importancia hasta que los rusos derrotaron a los suecos y se anexionaron Finlandia. Es entonces cuando Helsinki comenzó a crecer, trasladando estos la capital del Gran Ducado de Finlandia desde Turku hasta Helsinki y la Universidad, en el siglo XIX. En 1918 tuvo lugar la Guerra Civil de Finlandia y como resultado se puso a un rey alemán, pero tras perder Alemania la I Guerra Mundial, Finlandia continuó como una república independiente. No fue hasta 1995 cuando Finlandia entró en la UE, y actualmente utiliza el euro como moneda. Helsinki o Helsingfors, su nombre sueco (el sueco es un idioma oficial en Finlandia y aunque hablado solo por el 5% de la población, principalmente en la costa, tiene una gran importancia política e histórica) es hoy una ciudad de muy moderna, de 600.000 habitantes, aunque su área metropolitana es de un millón y es considerada una de las mejores ciudades para vivir del mundo.

Helsinki es una mezcla entre la influencia rusa y sueca

 

A menudo suele ser una parada de los cruceros que navegan por el Báltico, otorgando unas cuantas horas para pasear por Helsinki, las cuales son suficientes. No es una ciudad muy grande, y sus atractivos tampoco son demasiados. Más bien es una ciudad para hacer escala, o como punto para planificar otras rutas por Finlandia. Eso sí, la ciudad está muy cuidada y es bastante bonita y agradable de pasear por sus parques y paseos, o aprovechar para visitar todos los museos que ofrece. La visité en 2013, en la ruta Helsinki Express, una ruta que comenzó en Cracovia y finalizó en esta ciudad. Llegamos a bordo de un ferry desde Tallin, y nos despedimos de ella desde el cómodo Aeropuerto de Helsinki-Vantaa.

Llegamos a la meta

 

Llegamos a Finlandia por mar, observando su litoral tan punteado con cientos de pequeñas islas, sobre las cuales había pequeñas playas y casetas muy llamativas. El ferry nos dejó en el Puerto de Helsinki, situado en el suroeste de la península donde está la ciudad. Era mediodía, y desde allí fuimos andando hasta llegar al centro, donde está el Parque Esplanadi, auténtico corazón de la vida helsinguesa. Los finlandeses saben aprovechar bien el sol, y estaba lleno de gente tomando el sol, comiendo helados y chavales jugando.

Islas en el Golfo de Finlandia.
Islas en la costa finlandesa
Parque Esplanadi
Relax en Esplanadi

 

Al final de este parque está Kauppatori (plaza del mercado), en un pequeño puerto de Helsinki con algunos barcos muy bonitos y donde la gente se sienta a charlar con los pies colgando en el agua. En esta plaza hay muchos puestecillos de artesanía y comida de Laponia, la región más pintoresca de Finlandia. En el centro de esta plaza está el monumento a la emperatriz Alexandra, esposa del zar Nicolás I.

Comida lapona en Kauppatori
Pescado en Kauppatori
Monumento a la emperatriz Alexandra
Barcos en Helsinki
Tardes en Helsinki

 

Cruzando un puente con unos candados se llega hasta una colina donde está la Catedral Uspenski, ortodoxa, del siglo XIX. Dicen que es muy bonita, y ciertamente lo es, pero tampoco me pareció tanto. Me recuerda a la que hay en Novosibirsk.

Uspenski, Helsinki
Uspenski, Helsinki
Uspenski, Helsinki

 

El centro de la ciudad es la Plaza del Senado, un par de calles más arriba de Kauppatori. Está presidida por la estatua del zar ruso Alejandro II, y en ella destaca la catedral luterana, construida como homenaje al zar Nicolás: zar ruso, gran duque finlandés y rey de Polonia (hasta la independencia de Finlandia fue conocida como Iglesia de San Nicolás). Data del siglo XIX, en estilo neoclásico, inspirada en la Catedral de San Isaac de San Petersburgo. Su interior es muy sobrio y con un órgano muy bonito. Frente a ella está el edificio central de la Universidad de Helsinki y en uno de sus laterales el Palacio del Gobierno.

Catedral luterana y zar Alejandro II
Plaza del Senado con el edificio de la Universidad de Helsinki en primer plano. Desde la Catedral.
Interior de la Catedral
Interior de la Catedral

 

Al oeste de esta plaza se abre un barrio comercial, con muchas calles llenas de comercios, y donde destacan los grandes almacenes Stockmann, una gran cadena escandinava. Muy cerca de aquí está la estación central de trenes. La vida en Helsinki acaba muy pronto. De estar a rebosar durante el día, cuando caía la noche no había ni un alma por las calles.

Helsinki
Calles de Helsinki
Almacenes Stockmann
Atardecer en la estación de tren
Helsinki de noche

 

La mañana siguiente amaneció muy nublada, en un típico día norteño. Nos dirigimos hacia la iglesia de Temppeliaukio, que está situada bastante más lejos del centro. Es una iglesia luterana de 1969 excavada en la roca. También se utiliza para conciertos de piano. Fue bastante bonita. Cerca de aquí está la Avenida Mannerheimintie, una arteria de la ciudad, donde hay algunos sitios destacados, como el Museo Nacional de Finlandia, de 1910, en un estilo romántico nacionalista finlandés. Alberga una colección de la historia de Finlandia desde la Edad de Piedra; Kiasma, un museo de arte contemporáneo; Eduskuntatalo (o Riksdagshuset en sueco), el Parlamento de Finlandia, de 1931, de granito y con columnas corintias; o el Finlandia Hall, un salón de congresos y conciertos diseñado por Alvar Aalto, uno de los arquitectos más famosos.

Mañana norteña en Helsinki
Temppeliaukio
Museo Nacional de Finlandia
Kiasma
Parlamento finlandés

 

De Helsinki también podéis visitar Suomenlinna, una fortaleza construida en el siglo XVIII sobre seis islas en el puerto de Helsinki. Fue establecida por los suecos para intentar frenar al Imperio Ruso con el nombre de Sveaborg, que significaba “castillo sueco”, y los finlandeses lo cambiaron por su actual nombre (“castillo finlandés”); o Aurinkolahti, un buen barrio para ir a la playa. También el Monumento a Sibelius, un famoso compositor, con unos tubos de órgano (está más alejado); o probar una sauna finlandesa. Todo esto es lo que me faltó por hacer en Helsinki. ¡Queda pendiente para volver!

Helsinki Express completed

 

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