De vinos en ST. ÉMILION y la duna de PILAT

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Las dos mejores excursiones desde Burdeos: ¡no te las puedes perder!

ST. ÉMILION

Saint-Émilion es un pequeño pueblo a unos 40 km de Burdeos, conocido por ser considerado el pueblo más famoso gracias a sus vinos. La historia de ellos se remonta incluso a tiempos romanos, cuando estos plantaron vides ya desde el siglo II a.C., y los vinos de esta región fueron alabados por grandes poetas romanos. No sería hasta el siglo VIII cuando el monje Émilion estableció una ermita excavada en la roca y dio nombre al pueblo. Estos monjes fueron los que continuaron con la tradición del comercio vinícola.

Cloître des Cordeliers, Saint-Émilion
Saint-Émilion
Saint-Émilion

Aunque solo tiene unos 2000 habitantes, St-Émilion es mundialmente famoso por sus vinos, que se cuentan entre los más caros del mundo, siendo los más conocidos el Château Ausone y el Château Cheval Blanc, y más bajo la denominación de origen de Saint Émilion. Y ello hace que el pueblo sea visitado por cerca de un millón de turistas al año, por un turismo gastronómico y también por la belleza de sus calles, cuyo casco histórico está considerado Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO desde 1999, como un ejemplo de “paisaje vitivinícola histórico que ha sobrevivido intacto”.

Saint-Émilion
Saint-Émilion
Saint-Émilion

El paisaje circundante al pueblo es muy bonito, con grandes extensiones de vides y numerosas fincas, que suman casi 800 “châteaux” (castillos). Aparcamos nuestro coche cerca del Monumento a los caídos por Francia, frente a la Colegiata de Saint Émilion. Aquí muy cerca está el Ayuntamiento del pueblo. Y ya comenzamos a recorrer el pueblo, lleno de calles empedradas empinadas y tiendas de vino por doquier, con elevadísimos precios. A pesar de ello, hay algunas ofertas, y pudimos comprar dos botellas (un blanco y un tinto) que cuando los probamos, pudimos comprobar que estaban muy buenos.

Colegiata de Saint-Émilion
Saint-Émilion
Saint-Émilion

El centro del pueblo es la Place du Clocher, sobre la que se encuentra la Iglesia de St Émilion, conocida como la Iglesia monolítica. Está excavada en la roca caliza, con grutas y cuevas que van formando el interior de la iglesia. Sobre ella, un campanario que se comenzó a construir en el siglo XII y se terminó en el XV. Desde la terraza del campanario se puede ver una buena panorámica de la plaza, llena de terrazas, y del resto del pueblo.

Place du Clocher, Saint-Émilion
Iglesia monolítica, Saint-Émilion
Saint-Émilion

Otro lugar destacado es el Cloître des Cordeliers, un claustro de un monasterio franciscano construido en el siglo XIV que fue abandonado después de la Revolución Francesa, y fue usado como bodega de vinos. Actualmente es uno de los puntos más bonitos de St-Émilion, porque se puede visitar la tienda y recorrer el espacio de forma gratuita. Está muy chulo sentarse a tomar algo en este sitio con la compañía de un buen vino. También podrás ver más panorámicas del pueblo, con la Torre del Rey al fondo, que data del siglo XIII.

Cloître des Cordeliers, Saint-Émilion
Cloître des Cordeliers, Saint-Émilion
Torre del Rey, Saint-Émilion

DUNA DE PILAT

Después de pasar la mañana en St-Émilion nos dirigimos a otra de las que considero una de las mejores excursiones que hacer en Burdeos: la Duna de Pilat. Y, realmente, creo que fue de lo que más me gustó de todo el viaje. Se encuentra a unos 60 km de Burdeos, cercana a la localidad de Arcachon. La duna de Pilat es una acumulación de arena formada en el Golfo de Vizcaya, justo a la entrada de la Bahía de Arcachon, y se originó hace miles de años, estando en constante cambio. Ocupa unas 87 hectáreas y casi 3 km de costa, y se encuentra rodeada por el interior del frondoso bosque de las Landas.

Duna de Pilat
Duna de Pilat
Duna de Pilat

Para visitar la Duna de Pilat hay que estacionar el coche en un aparcamiento vigilado y por el que hay que pagar una tarifa algo elevada, pero es solo eso. Además, el lugar está bien acondicionado con aseos públicos, duchas y puestos de venta de comida y bebidas. Es realmente bonito pasar de estar en mitad del bosque, seguir el sendero, y poco a poco sentir que el terreno se va convirtiendo en un arenal: hasta que la duna se alza como una montaña gigantesca.

Duna de Pilat
Duna de Pilat
Duna de Pilat

Su cresta llega a más de 100 metros de altura, siendo la más alta de Europa, y realmente cuesta subirla y cansa bastante. Verás que casi todo el mundo sigue unos surcos, y pareciera que uno va a través del desierto. Cuando se llega arriba se tienen unas vistas alucinantes de toda la duna, que casi se pierde en el horizonte y me pareció una maravilla. También hacia el mar, con pequeñas islas formadas por bancos de arena, en un mar poco profundo. Es que era sublime.

Duna de Pilat
Duna de Pilat
Duna de Pilat

Y aquí estuvimos un buen rato, sentados en la arena, como mucha gente hacía, para contemplar el paisaje. Eso sí, hacía un viento que dolía por el impacto de las partículas de arena y era muy molesto, por lo que había que buscar algún abrigo. Pero disfrutamos como niños, era impresionante este paisaje y este ecosistema único. ¡No te puedes ir de Burdeos sin visitar la duna de Pilat!

Duna de Pilat
Duna de Pilat
Duna de Pilat

 

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