DELFOS, HIDRA y SUNIÓN, las mejores excursiones desde Atenas
El oráculo de Delfos, una isla refugio de piratas y habitada por burros, y el templo de Poseidón frente al Mar Egeo
Como te conté en este artículo, Atenas es una ciudad imprescindible y que tiene mucho que ver, pero también es muy bonito conocer sus alrededores y explorar algo de la Grecia más inmediata. Aquí te cuento las mejores excursiones desde Atenas, teniendo en cuenta su duración. Por supuesto, puedes contratarlas mediante paquetes, pero nosotros las realizamos todas por nuestra cuenta. Para ello, alquilamos un coche un día, y por la mañana fuimos temprano a Delfos y llegamos para ver atardecer al Cabo Sunión (se puede hacer, aunque es verdad que fuimos algo deprisa). Otro día nos fuimos de excursión en ferry a la isla de Hidra desde El Pireo.
DELFOS
Llamado en griego Delfí, es quizá el lugar más importante de la Grecia antigua. Se trata de un yacimiento en el que se encuentra el oráculo de Delfos, considerado el centro del universo. Delfos era una antigua ciudad de la Fócida, donde habitaban los griegos foceos, unos de los exploradores que más se lanzaron al mar, saliendo a él por el golfo de Corinto. Delfos se encontraba entre el Monte Parnaso y el Monte Cirfis, en una ladera que miraba hacia el valle del río Pleistos, por lo que su misma ubicación parecía las gradas de un teatro. El paisaje es totalmente mediterráneo y me dio la impresión de estar en casa: Grecia es muy parecida a España.
Según la mitología, este lugar perteneció a los dioses, a Gea y Poseidón, después a Temis y por último a Apolo. Custodiado por el dragón Delfine, Homero cuenta que Apolo llegó al Monte Parnaso y decidió fundar aquí un templo, para lo que mató a las serpientes del lugar y al monstruo de la serpiente Pitón (de lo que deriva la palabra pitonisa, las sacerdotisas que interpretaban las respuestas del oráculo). Apolo se convirtió en un delfín que atrajo a un barco que venía de Creta para que sus integrantes fueran los sacerdotes del nuevo templo de Apolo Delfinio (por lo de delfín), nombre que derivó en Delfí o Delfos.
Delfos fue una ciudad-estado muy influyente en la antigüedad más primitiva, donde se realizaban sus propios juegos y con notable arquitectura dórica. Se trataba de una ciudad teocrática, donde el poder lo tenía la religión, y su oráculo era tan famoso y venerado que desde el siglo VIII a.C. venían reyes de otras naciones a preguntar a los dioses sobre cuestiones de especial envergadura. Casi todas las colonias griegas tenían como patrón a Apolo y fueron fundadas bajo la influencia del oráculo.
Delfos fue saqueada en numerosas ocasiones, pero siempre ocurrían sucesos mágicos que ayudaban a su defensa, y en sus sucesivas reconstrucciones la financiación corría a gasto de todos los griegos. Finalmente, en el siglo IV dejó de tener su relevancia al prohibir el emperador romano el culto a estos dioses. Su lugar más importante es el templo de Apolo, dentro del cual se encontraba el oráculo. Este templo se construyó sobre otros más antiguos, las ruinas que hay hoy en día son del último que está fechado en el siglo IV, y que fue destruido por los cristianos para impedir el culto a estos dioses paganos. Tenía escrito “Conócete a ti mismo“, y dentro de él estaba el ónfalo, la piedra dejada por Zeus en el centro del universo, y donde una pitonisa pronunciaba el oráculo.
En Delfos tienes que visitar las murallas de Filomena, el templo de Atenea Pronaia (el más fotogénico), el gimnasio y la palestra, el estadio, la fuente de Castalia (donde se purificaban antes de entrar al recinto), el teatro, y los llamados tesoros de Delfos, que eran pequeñas capillas con ofrendas muy valiosas, muy ornamentadas con metopas, frisos, esculturas, cariátides, kuroi… Sin duda, merece muchísimo la pena visitar Delfos, ya que es un lugar de importancia descomunal. Se encuentra casi como en mitad del campo, así que para comer y descansar podéis ir a Arájova, un pueblo de unos 4000 habitantes, donde nosotros comimos una comida con unas vistas espectacular, en el restaurante To Archontiko (Το Αρχοντικό), muy recomendado.
HIDRA
Quizá en tu estancia en Atenas pienses en hacer alguna excursión a alguna isla cercana. Bien, pues quizá la mejor opción sea visitar Hidra. Las llamadas “islas griegas” de Mykonos, Santorini, etc., están algo lejos (perfectamente se puede ir desde Atenas, pero no para una excursión de día). Frente a las costas de Atenas, en el golfo Sarónico, se encuentran algunas islas que son muy visitadas por los turistas para una excursión de un día: son las de Egina, Poros, Salamina… de hecho, puedes encontrar muchas excursiones que ofrecen un pack de visitar hasta tres islas en un mismo día en un minicrucero, algo que suele ser bastante caro. Si quieres ir por tu cuenta y no gastar demasiado dinero, te sugiero visitar Hidra. Puedes reservar el ferry ida y vuelta desde el puerto de El Pireo.
La isla de Ύδρα (Hidra) es la más lejana de estas islas del archipiélago sarónico, ya que está bastante al sur, frente a las costas del Peloponeso. Se trata de una isla muy típica, en la que no hay coches y todo es muy rústico: de hecho, el principal vehículo son los burros. Los burros son característicos de Hidra, se ven por todas partes y se utilizan para subir y bajar las calles empinadas. Una de las leyendas más vivas de Hidra es que fue un refugio de piratas, y es que en el periodo bizantino parece que fue casi despoblada y únicamente pasaban por aquí los temidos piratas que saqueaban las ciudades costeras. Siguió casi despoblada hasta el siglo XV, cuando albaneses ortodoxos se asentaron aquí huyendo de los otomanos.
Hidra fue famosa por sus navíos comerciantes, y es que la marina hidriota era una de las más poderosas en los siglos XVIII y XIX, a pesar de las limitaciones que establecía el control otomano. Un pacto otomano con Rusia hizo que los rusos fueran los protectores del comercio griego en el Mar Negro, por lo que los hidriotas llegaron a comerciar con las costas rusas y también llegaron a las costas italianas y francesas. También jugó un papel destacado en la guerra de independencia griega, ya que era un importante bastión de construcción de navíos.
Hoy en día únicamente viven aquí unos 2000 habitantes, y la isla depende enteramente del turismo. Hay un gran tráfico de ferrys que la conectan con Atenas y con las otras islas sarónicas, y se trata de una bonita excursión para desconectar en un ambiente más relajado y vacacional. Hay muchas calas donde bañarse, pequeños caseríos repartidos por la isla, así como restaurantes y tiendas de souvenir. En el pueblo de Hidra destaca la iglesia ortodoxa de la Asunción, con un patio muy bonito. También hay varias iglesias pequeñitas más, casas y mansiones señoriales, y la casa de Leonard Cohen, famoso poeta que vivió aquí.
Nosotros aprovechamos para recorrer las calles del pueblo, típicamente griegas: encaladas y empinadas, con bonitas puertas de colores y vegetación con flores muy bonitas, frecuentadas por burros que nos hacían echarnos a un lado. Además, estuvimos en una cala que hay en la parte del oeste, llamada Hydronetta o Spilia, que simplemente era un acondicionado rocoso con escaleras para zambullirte en el mar, y una gruta donde la gente se tiraba desde arriba con una altura de 5 metros. Lo hicimos y nos pegamos un buen baño, muy a gusto, en un agua cristalina y que nos supo a gloria, pues en Grecia en verano hace mucho calor.
Además, continuamos andando hacia el oeste y visitamos varios caseríos, pequeños puertos marineros, con puentes antiguos, pequeñas capillas y vistas impresionantes, hasta llegar a la playa de Vlichos, que sí que tiene arena como tal y hay tumbonas y sombrillas, era un ambiente mucho más placentero. Todo ello con la vista en el horizonte de unos cuantos islotes rocosos, que dan cuenta de la geografía de Grecia y su roquedo tan pedregoso. Qué decir tiene que esta excursión a Hidra fue una de las mejores cosas que hacer en Atenas, la disfrutamos un montón y agradecimos un día de ver paisajes, baño, y relax con unas vistas sublimes y un paseo en barco muy bonito por el mar griego.
SUNIÓN
Y para cerrar nuestro viaje a Atenas elegimos ir a ver atardecer al Cabo Sunión, algo que habíamos leído que era colosal. Spoiler: sí, lo era. El Cabo Sunión es la punta de la península de Ática, el extremo sur de este dedo tan largo en el que se ubica Atenas y que es casi el centro geográfico de Grecia, por lo que su ubicación era estratégica para controlar el paso de los barcos hacia Atenas. Según la leyenda, Egeo, hijo del rey de Atenas, pactó con su hijo Teseo que si este volvía victorioso de haber vencido al Minotauro, izaría velas blancas, y si moría, la tripulación izaría velas negras en el regreso. Egeo vio las velas negras y se lanzó al mar, algo que fue un error, pues Teseo olvidó poner las velas blancas. Este suceso motivó que este mar se conociera como el Mar Egeo.
Pero, sobre todo, el Cabo Sunión es famoso porque aquí se encuentran las ruinas del templo de Poseidón, del siglo V a.C., situado en su punta, en un acantilado de más de 60 metros. Con unas columnas altísimas, de orden dórico, era el lugar de culto del dios del mar, donde había una colosal estatua de bronce de este dios. Hay que pagar entrada para acceder, pero también me mereció la pena, pues el entorno es muy bonito y ver atardecer desde aquí fue el broche final de un bonito viaje por Atenas.
¿Cuál es tu favorita de las tres?
