Qué ver en BRAGANZA y el Valle do DOURO [Pinhao]

Uno de los castillos más bonitos de Portugal y un paisaje de terrazas de viñedos sin fin
Braganza o Bragança fue fundada en el siglo II a.C. como Brigantia por los celtas, para después llamarse Juliobriga en tiempos romanos. En el siglo XII fue adquirida por el primer rey de Portugal, Afonso Henriques, y durante algún tiempo estuvo asediada por el Reino de León. En el siglo XV comenzó a crecer cuando adquirió el estatus de ciudad y una feria. Desde entonces, Braganza y la región de Trás-os-Montes (de la que es su capital) ha quedado en una atonía demográfica y económica, y es la región de Portugal que sufre un proceso de despoblación más intenso. Actualmente solo cuenta con unos 35.000 habitantes y vive del sector agrícola, en especial de olivos y de viñedos.




La ciudadela es la parte más antigua y bonita de Braganza. Las murallas datan de los siglos XIV-XV, con varias torres y puertas muy bonitas (como la puerta del sol o la puerta de la villa). Dentro de la ciudadela hay varias calles de casas típicas, algunas tiendas, cafés, etc. También cuenta con un amplio aparcamiento en la esplanada del castillo, el sitio más bonito de la ciudad. El castillo de Braganza es conocido como uno de los más bonitos de Portugal, y fue construido en el siglo XIII por el rey portugués Sancho I. Se puede visitar por dentro, donde verás su plaza de armas y varias torres, como la del homenaje o de la princesa, y también acoge el museo militar.




Al lado del castillo se encuentra la Iglesia de Santa María y la Domus Municipalis, un monumento curioso, ejemplo de románico civil del siglo XII. Se trata de una cisterna de agua de forma pentagonal, rodeada por una sala con ventanas. En toda esta parte hay un paseo al borde de la muralla desde donde se tienen vistas bonitas de Braganza. En el resto de la ciudadela puedes ver el Pelourinho, un pilar de piedra sobre un verraco, del siglo XV, que servía como motivo político y justiciero. También el Museo ibérico de las máscaras y el traje.




Las calles Serpa Pinto y Trindade Coelho descienden hasta la ciudad baja, más moderna. Pronto confluyen en la Iglesia de San Vicente, con un pequeño mural de azulejos típico portugués. Detrás de ella se encuentra el Museu do Abade de Baçal, con restos arqueológicos. Puedes tomar una de las calles que te acercan al río Fervença y por donde discurre una pasarela de madera. Si cruzas el puente de piedra verás un pequeño jardín particular con un Mini Europa, con esculturas pequeñitas de monumentos europeos y con amplia presencia portuguesa (el mismo castillo de Braganza o el santuario de Fátima).






Desde aquí llegarás a la amplia plaza de Camoes, y a su espalda se abre el nuevo centro de la ciudad, la Sé Velha, la antigua catedral del siglo XVI, que cuenta con una fachada barroca muy bonita y un claustro también interesante. Hoy en día se transformó en la Iglesia de San Juan Bautista (la nueva catedral está más a las afueras y es moderna, algo fea para mi gusto). En la plaza que preside se encuentra una columna con una cruz y una casa conocida como Solar dos Calainhos con amplios balcones.




Por último, te aconsejo que subas en coche por la N-217-1 donde hay varios miradores para ver el castillo desde su mejor ángulo. En resumen, a mí Braganza me pareció una ciudad algo pobre, muy deteriorada y abandonada. En el centro había muchas casas con todo arramblado, escombros… no se veía mucha actividad. Eso sí, guarda la autenticidad del Portugal más desconocido y más rural, pero la ciudad no merece mucho la pena y en un par de horas se ve. Si te sobra tiempo puedes visitar el Parque Natural de Montesinho, un espacio natural muy amplio de montaña con ríos y rutas de senderismo.



Desde aquí nos dirigimos hacia el sur para encontrarnos con el río Duero que antes habíamos visto en Miranda do Douro. El Duero, tras pasar el paraje abrupto de Arribes de Duero y varias presas, va formando en territorio portugués el llamado Valle do Douro, un espacio donde los viñedos colman todo el territorio y originan un paisaje de terrazas muy bonito. Aquí hay muchos pueblos pequeños que se dedican a producir el famoso vino de Oporto, y desde donde suele haber unas vistas hacia el río muy bonitas. A mí toda esta parte me encantó, y te aconsejo que te vayas parando en cada pequeño pueblo o mirador que encuentres.




Quizá el más famoso de todos ellos sea Pinhao, un pequeño pueblo de apenas 800 habitantes pero que recibe muchos turistas, y eso se aprecia en los hostales que alberga (y algún hotel más lujoso) y los paseos en barco que puedes realizar desde aquí. Su estación de tren es muy bonita, con varios murales de azulejos que cuentan la historia y los paisajes de la ciudad. También recomiendo subir hasta Casal de Loivos, que se encuentra justo encima de Pinhao y es donde el Duero hace un meandro muy bonito.



