#BalkanRace La Carrera Balcánica: 7 días de Rumanía a Italia [Review]

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Siete días separaron Timisoara (Rumanía) de Trieste (Italia). Por el camino, Serbia, Bosnia-Herzegovina, Croacia y Eslovenia nos mostraron sus caras más diversas: desde postales idílicas a la cultura más balcánica. Pero sobre todo, una carrera que aceleró nuestra empatía con la gente de los Balcanes: los Migueles nos sentíamos como en casa.

Entender los Balcanes

Miguel Ángel y yo teníamos muchas ganas de visitar los Balcanes. Esta región de Europa concentra una diversidad alucinante de culturas, lenguas e historias diferenciadas. La historia de los Balcanes ha estado fundamentalmente determinada por sus potencias vecinas Austria y Turquía. A menudo este territorio ha sido escenario de batallas entre ambos rivales, que cambiaban sus fronteras en este espacio. La diversidad étnica en los Balcanes es tan grande que muchos pueblos han buscado ejercer su hegemonía mediante la búsqueda de una Gran Patria. Así se formó la idea de la Gran Serbia, la Gran Croacia o la Gran Albania, con la premisa de aglutinar bajo su territorio a los grupos de misma etnia y lengua. El problema es que muchos se superponen ya que cohabitan en el mismo territorio. Llamado el “polvorín de Europa“, la lucha por los Balcanes desencadenó la I Guerra Mundial con el atentado de Sarajevo. Después de esta, y tras la desaparición de los imperios Austrohúngaro y Otomano (tradicionales ocupadores), se formó el Reino de los Serbios, Croatas y Eslovenos, en un intento de convivir todos los pueblos en uno. Tras la II Guerra Mundial, el territorio se convirtió en la llamada República Federal Socialista de Yugoslavia, donde Serbia ejerció un papel dominante (los partisanes serbios, aliados de la URSS, derrotaron a las tropas nazis, cuyo miembro colaborador era el régimen Ustasha croata). El país vivió cierta prosperidad hasta que la muerte del dictador Josip Broz Tito murió en 1980. A partir de esa fecha, rencillas históricas entre las distintas naciones dieron paso a la desintegración de Yugoslavia y una de las guerras más cruentas de la historia, desde 1991 hasta prácticamente el 2000 en distintas fases.

Edificios de Belgrado bombardeados por la OTAN

 

Muy resumidamente, Serbia se alzó como potencia eslava y buscó extender su poder tras la muerte de Tito. Los parlamentos de las repúblicas empezaron a declarar su independencia, siendo las primeras Eslovenia y Croacia en junio de 1991, a las que siguió Macedonia en septiembre de ese año. Bosnia y Herzegovina le siguió en 1992, tras lo cual la guerra se convirtió en fratricida y con episodios de genocidios. En 1995 se logró un status quo con las repúblicas independientes de Eslovenia, Croacia, Macedonia y Bosnia-Herzegovina, y el resto bajo el nombre de República Federal de Yugoslavia, que en 2003 cambiaría su nombre a “Serbia y Montenegro”. En 2006, Montenegro decidió abandonar mediante referéndum la unión, con lo que Montenegro y Serbia fueron independientes. El último episodio se produce en 2008 con la declaración de independencia de Kosovo, territorio de mayoría albanesa que fue Provincia Autónoma hasta que Milosevic retiró tal estatus.

 

Los Balcanes en la actualidad

Actualmente, la región vive un periodo de paz con algunos puntos de tensión. No existen conflictos armados pero sí reivindicaciones o tensiones latentes. Bosnia y Herzegovina se encuentra dividida entre dos entidades (la croatobosníaca y la serbia), Macedonia vive periodos de crisis de estabilidad (en parte por las minorías albanesas), Serbia mantiene la República Autónoma de Voivodina (donde existe la mayor diversidad étnica, entre serbios, húngaros, croatas, búlgaros, eslovacos, rumanos, turcos, romanís…) y Kosovo sigue anhelando tu total reconocimiento como país independiente, algo que va consiguiendo poco a poco. Es totalmente seguro viajar a estos países.

El Danubio a su paso por Serbia

 

Eslovenia, la república más próspera, entró a formar parte de la Unión Europea de manera rápida en 2004; Croacia hizo lo propio en 2013. Los demás países se encuentran negociando su pertenencia, siendo Montenegro el más adelantado y que se espera que sea el nuevo miembro (en breve lo será de la OTAN también). Macedonia lleva siendo candidata desde más de 10 años, estando paralizada por el veto griego a raíz de su nombre. Serbia recientemente ha sido ratificada como candidata, tras establecer el diálogo con Kosovo. Bosnia y Herzegovina y Kosovo no son considerados todavía candidatos oficiales aunque trabajan para su integración.

 

Visitar los Balcanes

Por todo lo anterior, visitar los Balcanes es una experiencia única, en la que la historia se palpa a cada centímetro, se recorren kilómetros saltando de un país a otro y se disfruta de las singularidades de culturas cercanas entre sí. Visitar todos los Balcanes lleva mucho tiempo, así que hay que hacer varios viajes y en distinta época del año para saborearlos en su mejor punto. La costa, la parte más turística y conocida, necesariamente se debe realizar en verano por razones obvias. El interior de los Balcanes elegimos visitarlo en vacaciones de Semana Santa, en una fecha en la que pensábamos que no haría tanto frío (JA). El transporte en los Balcanes es muy deficitario. Más que el tren, recomiendo utilizar el autobús, mucho más económico, rápido y disponible en varios horarios. La página de buscroatia.com funciona muy bien para vuestros trayectos desde / a / por Croacia. También es una buena opción el autostop o compartir coche. La gente es muy amable.

Todos los apellidos acabados en -ic

 

El idioma solía ser el llamado serbocroata, de origen eslavo, emparentado con un ruso muy lejano, aunque con influencias latinas y mediterráneas. Con la desintegración, cada país reclama que su idioma es el nacional, esto es, croata, serbio, bosnio, etc, aunque en esencia sea el mismo idioma. Es corriente ver carteles con la misma frase repetida tres veces. Yo estudié croata hace años, así que más o menos me manejé para entenderme por estos lares. En Eslovenia se habla esloveno, que es algo más diferente del resto. En Rumanía e Italia, rumano e italiano respectivamente, ambos de origen románico y que pueden sonar similares al español.

Zona horaria: en Rumanía hay una hora más. El resto de los países comparten hora con España.

Documentación: los españoles solo necesitan DNI para visitar estos países.

Dinero: cada país emplea moneda propia (Rumanía: lei; Serbia: dinar; Croacia: kuna; ByH: marco convertible; Eslovenia e Italia: euro). El nivel de vida es muy barato, sobre todo en Rumanía, Serbia y ByH. Prácticamente no nos cortamos en nada, sobre todo en comida. Podías comer en la avenida principal de Belgrado a la carta sin suponer un gasto. En Croacia, Eslovenia e Italia es similar a España.

Lío de monedas y la creencia de ser ricos
Cenas bien
Probó todas las cervezas nacionales
Nuestro apartamento en Zagreb

 

Nuestra ruta: la carrera balcánica

Así que Miguel Ángel y yo buscamos las combinaciones más baratas. La ida, desde Valencia a Timisoara por 50 € con WizzAir. La vuelta nos salió algo más cara por ajustarnos a las vacaciones, desde Trieste a Valencia por 90€ con Ryanair. Teníamos una semana para recorrer esta distancia y planeé visitar lo siguiente:

Timisoara: busqué expresamente volar hasta aquí porque era la oportunidad perfecta. Queda más rezagada del resto de Rumanía por lo que no me entraba en un tour rumano, pero muy próxima a Belgrado, así que debíamos incluirla en la Balkan Race. Timisoara es la cuna de la revolución rumana y una bella ciudad intelectual.

Timisoara, Piata Victoriei

 

Belgrado: la capital serbia nos ofrecía una historia de dominación, de resistencia en el Kalemegdan, de sufrimiento por los bombardeos, y mucha fiesta.

St Sava en Belgrado

 

Novi Sad: la capital de la República Autónoma de Voivodina (Serbia), una bella ciudad joven y tranquila, recientemente elegida  capital de la cultura europea en 2021.

Catedral de Novi Sad

 

Zagreb: la capital croata, un cambio de aspecto hacia una fachada más europea y sosegada, con gran bullicio.

Iglesia de San Marcos, Zagreb

 

– El Parque Nacional de los Lagos de Plitvice: una maravilla natural de sucesión de lagos y cascadas, que en invierno lucía mágico.

– La inesperada incursión a Bosnia y Herzegovina, al pueblo de Bihac, donde percibimos diferencias culturales.

Ljubljana, una capital con aspecto de pueblo que combina una tranquilidad y asombrosa belleza con leyendas y gamberradas.

Barrio de Metelkova en Ljubljana

 

– El Lago Bled, una maravilla de postal. Y más viéndolo nevar.

Lago Bled

 

Trieste: el colofón final llegando a un puerto mediterráneo.

Sabor italiano en Trieste

 

El planning fue así:

Viernes de Dolores: vuelo Valencia – Timisoara. Nos hacemos amigos del taxista que nos lleva desde el aeropuerto, se empeña en prestarnos dinero y nos hace una visita guiada nocturna a la ciudad, en compañía de un surcoreano que se nos acopló.

Sábado de Pasión: visitamos Timisoara. A media tarde nos vamos en coche a Belgrado con un grupo de personajes que habíamos conocido en el hostel… la primera vez que se subían a una autovía. Imaginaos cómo sería que yo era el que les indicaba por dónde ir en Belgrado, de lo que me acordaba de Google Earth.

Repostando el coche con aquella trupe pasado la frontera serbia

 

Domingo de Ramos: visitamos el Kalemegdan de Belgrado. A mediodía, excursión a Novi Sad. Vuelta a Belgrado.

Lunes Santo: bus temprano a Zagreb. Llegada a mediodía y tarde en Zagreb.

Martes Santo: excursión a Plitvice y Bihac. Vuelta a Zagreb y traslado a Ljubljana.

Miércoles Santo: excursión a Bled por la mañana. Resto del día en Ljubljana.

Jueves Santo: traslado a Trieste y vuelo de vuelta a Valencia.

 

En breve os empezaré a contar qué ver y cómo fue nuestra experiencia en cada sitio.

Miguel Ángel por Ljubljana

 

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