Paraísos y arqueología: Qué ver en SARANDA y alrededores

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Playas de paraíso en Ksamil, joyas arqueológicas como Butrint y la piscina del ojo azul son de las mejores experiencias en todo el Mediterráneo

Syri i Kalter, Albania
Butrint

 

Saranda o Sarandë (también llamada en griego Agia Saranta) significa “Cuarenta santos“. Llamada Anchiasmos por los griegos antiguos, durante la I Guerra Mundial fue reclamada por los griegos para formar el Estado de Epiro del Norte. Después también sería ocupada por la Italia fascista, llamada Porto Edda en honor a la hija de Mussolini, hasta que tras la II Guerra Mundial volvió a Albania. Hoy en día, Saranda es una de las ciudades más importantes de Albania. Aunque solo cuenta con unos 32.000 habitantes, es el principal puerto turístico del país y prácticamente el único al que llegan los cruceros. Su cercanía a la isla de Corfú (solo 30 minutos en ferry) incrementa su potencial. La ciudad es un popular destino de vacaciones de verano, considerado un lugar común de celebraciones de bodas y celebraciones.

Saranda, Albania
Saranda desde el Castillo de Lekuresi

 

Saranda parece como una especie de Benidorm en miniatura: edificios apiñados, torres de hoteles, bullicio en el paseo marítimo, restaurantes y terrazas, y todo ello encajonado en las laderas de las montañas costeras, lo que hace que el tráfico sea algo pesado en la época estival. También llaman la atención (al igual que en toda Albania) los numerosos edificios a mitad de construir intercalados con otros más modernos o, incluso, edificios en los que el primer piso está totalmente acondicionado pero los superiores están sin construir, como el hotel donde nos alojamos (Hotel Qurku). Para llegar a Saranda, la forma más rápida es volar hasta el Aeropuerto de Corfú (CFU) y desde allí coger un ferry que solo tarda 30 minutos. Nosotros lo cogimos con la compañía Finikas por 23,80 € el trayecto. Por Albania, lo más cómodo es moverte en coche.

Hotel Qurku, Saranda
Saranda, Albania

 

Qué ver en Saranda

Lo mejor que hacer en Saranda es pasear por el extenso Bulevardi Hassan Tahsini a la orilla del mar. Sobre todo por la noche está lleno de gente y hay muchas tiendas abiertas, restaurantes, terrazas, lugares de copas, juegos callejeros… En este bulevar está la Iglesia ortodoxa Shen Harrallambi; y en una calle paralela las ruinas de la sinagoga del siglo V.

Saranda de noche
Ruinas de la sinagoga de Saranda
Paseo marítimo de Saranda
Iglesia ortodoxa de Saranda

 

Realmente en la ciudad en sí no hay mucho más que hacer, solo disfrutar del verano, la playa, sus restaurantes, bajos precios y el ritmo de vida nocturno. En las colinas que hay en el este de la ciudad se levantan dos atractivos: en una de ellas se encuentra el Monasterio de los Cuarenta Santos, bizantino y que da nombre a la ciudad, pero llegar hasta aquí es muy complicado. El acceso es un camino de tierra, pedregoso y estrecho, por un barrio que no nos convenció mucho, así que dimos la vuelta a mitad. El otro atractivo, y muy recomendable, es subir hasta el Castillo Lekuresi, del siglo XVI. Desde aquí se obtienen unas vistas de Saranda y sus alrededores espectaculares, y sobre todo, es un sitio inmejorable para disfrutar de una comida o una cena.

Vista de Saranda desde el Castillo Lekuresi
Castillo Lekuresi, Saranda
Entrada a Lekuresi, Saranda
Castillo Lekuresi, Saranda
Vista desde el Castillo Lekuresi hacia Butrint

Qué ver en los alrededores de Saranda: Ksamil, Butrint, Syri i Kalter

Los alrededores de Saranda son los que justifican visitar esta ciudad, que sirve como lugar donde alojarse. A unos 15 minutos en coche se encuentra Ksamil, posiblemente la playa más bonita de Albania y una de las más bonitas del Mediterráneo. Las construcciones de Ksamil surgieron en 1966, de una forma bastante descontrolada, en una costa asombrosa: el color de las aguas cristalinas, la arena blanca, las islas de Ksamil cubiertas de vegetación frente a tus ojos.

Ksamil, Albania
Ksamil, Albania
Vista de Ksamil, Albania
Ksamil, Albania
Ksamil, Albania

 

Venir a Ksamil es obligatorio. Nada más llegar ya verás numerosas tiendas que venden todo lo necesario para un día de playa, con chanclas y flotadores a montones. Aparca el coche en la misma carretera, la playa está a poca distancia andando. Al llegar encontrarás un mar de sombrillas que dificulta ver la playa: todos los hoteles y restaurantes se apropian de su trozo de playa, hasta el punto de que no te dejan dejar tus cosas allí. Todas las hamacas están reservadas, y no puedes dejar tus cosas en el poco espacio que queda de playa porque viene un chico y te dice que es playa privada… así que hay que irse más al interior y dejar las cosas allí, y ya desplazarte a la playa para bañarte, o buscar alguna zona donde se permita el público. Esto es bastante fastidioso. Hay numerosas pequeñas playas, elige la que mejor te guste… las mejores y más bonitas son las que miran justo hacia las islas en línea recta. Nosotros dejamos las cosas en otro sitio y fuimos a bañarnos justo en esas. Qué decir tiene, nos encantó. Era como estar en un paraíso con aquellas aguas y estas vistas tan espectaculares.

Ksamil, Albania
Ksamil, Albania
Ksamil, Albania
Ksamil, Albania
Ksamil, Albania

 

Al lado de Ksamil, a solo 5 minutos, se encuentra otra joya imprescindible: Butrint. Llamada Buthroton por los griegos, Buthrotum por los romanos, o Butrinto en español, este parque arqueológico contiene las ruinas de una ciudad que ha pasado por sucesivas dominaciones. Según la mitología, fue fundada por un príncipe troyano que huyó de la destrucción de Troya, y el nombre de Buthroton significaba “toro herido”. Su fundación se evidencia desde el siglo VIII a.C., en una mezcla entre los griegos y los pobladores del Epiro. Cayó bajo dominio romano en el siglo III a.C., y tras la caída de Roma pasaría a dominio bizantino, cuando se convirtió en sede episcopal. Después llegó la decadencia de la ciudad, cuando fue abandonada, hasta que en el siglo XV los venecianos la refortificaron. Finalmente, estuvo bajo dominio otomano desde el siglo XVIII.

Butrint

 

Al entrar a Butrint lo primero que verás es la torre veneciana, construida en el siglo XV. Siguiendo el recorrido que te marca el parque, le sigue el santuario del dios Asclepio, dios griego de la medicina, del siglo IV a.C., y muy bonito en torno a un estanque. Al lado se encuentra uno de los teatros más bonitos que he visto, construido en el siglo III a.C. por los griegos y después remodelado por los romanos.

Torre veneciana, Butrint
Santuario de Asclepio, Butrint
Teatro, Butrint

 

En las inmediaciones del teatro se encuentran las termas romanas y el ágora-foro. Un poquito más allá verás el gimnasio, tal vez un templo romano que después sería transformado en una iglesia. Un poco más abajo se extiende la Villae romana, transformada en un edificio con un comedor de forma triangular (palacio tricónquido). Cerca también está el baptisterio, del siglo VI y con mosaicos, una de las estampas más famosas del parque. Siguiendo el recorrido, veremos la fuente del siglo II, dedicada a las ninfas, para después llegar a la gran basílica paleocristiana del siglo VI.

Gimnasium, Butrint
Villae romana, Butrint
Baptisterio, Butrint
Fuente de las ninfas, Butrint
Basílica paleocristiana, Butrint

 

Desde aquí vamos en dirección hacia el lago, saliendo por la Puerta del Lago, recorriendo un tramo de las murallas y volviendo a entrar por la majestuosa Puerta del León, donde se apreciaba un león devorando un toro (en alusión a los griegos atacando a los ilirios). De vuelta al centro de la ciudad, está la acrópolis, el castillo veneciano del siglo XIV y el museo que alberga en su interior, con numerosas esculturas y mosaicos. Como veis, Butrinto es una auténtica joya y que disfruté incluso más que Pompeya.

Lago de Butrint
Puerta del León, Butrint
Castillo veneciano, Butrint
Museo de Butrint
Museo de Butrint

 

La otra gran atracción turística cercana a Saranda es el llamado “Ojo azul”, en albanés Syri i Kalter, aunque lo verás por todas partes con su nombre en inglés “The Blue Eye“. Este es un nacimiento de agua que lo hace con una forma asombrosa: un agujero de más de 45 metros de profundidad donde la tonalidad del agua se vuelve muy azul, formando una pupila y un iris. El agua brota desde aquí y después forma un río de aguas cristalinas, en mitad del bosque albanés. El agua está muy muy pero que muy fría. El camino para llegar aquí es de tierra y hay que pagar a un guardia para poder entrar con el coche. Antes de llegar, también podéis aprovechar y visitar el Monasterio de Mesopotam y de San Nicolás de Bari.

El ojo azul, Albania
Agua helada pero gente tirándose
El ojo azul
Río en Syri i Kalter, Albania

 

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