Visitar TOBOLSK y TYUMEN, en plena Siberia [Etapa 3 Transiberiano]
La Gran Llanura Siberiana se abre a nuestro paso. Visitamos Tobolsk, la antigua capital de Siberia, y hacemos cambio de trenes en Tyumen, una ciudad industrial que nos sorprendió con un animado circo.
Tras haber visitado Ekaterinburgo, despertábamos muy temprano para pillar el tren hacia Tobolsk (salía a las 6.47). Por esta razón, habíamos cogido el hotel justo enfrente de la estación de tren. Así que, medio dormidos, nos volvimos a montar en una kupe para seguir durmiendo hasta que se hiciera algo más tarde.
Tobolsk fue olvidada en el trazado del Transiberiano. A pesar de ser una de las ciudades más importantes de Siberia, su situación más al norte hizo que quedara descolgada de tal línea. El transiberiano enlaza directamente Ekaterinburgo con Omsk y Novosibirsk. Por este motivo, debíamos hacer un intercambio en la ciudad de Tyumen, que sirve como nudo ferroviario entre la línea del Transiberiano y la que va hacia el Ártico (Ufa – Novy Urengoy).
El trayecto Ekaterinburgo – Tobolsk es largo, a pesar de su “poca” distancia. No llegamos a Tobolsk hasta pasadas las cuatro y media de la tarde, lo que hacía diez horas en tren. Sin embargo, disfruté mucho viendo el paisaje que se abría a mis ojos y las conversaciones con la gente en el tren.
Nos encontrábamos en la Gran Llanura Siberiana, una extensísima superficie totalmente plana, y que es una de las mayores cuencas del mundo (la del Obi-Irtysh). Una inmensa cantidad de ríos drenan este territorio, que además de numerosos, son muy largos y caudalosos. Pensad que nacen en Asia Central, en las estribaciones de los Altai para desembocar en el Ártico. Estos grandes ríos siberianos tienen su máximo caudal en primavera, pues es cuando reciben el agua de deshielo, y pueden formar auténticas avenidas. Por todo ello, este área suele ser muy pantanosa.
Al ser navegables, los ríos son una importante vía de comunicación. Una importante industria se desarrolla en esta cuenca: los grandes yacimientos de petróleo y gas natural se encuentran aquí. Resulta chocante ver cómo en medio de tanta vegetación se abren grandes instalaciones industriales. Por último, es la ruta que conecta el territorio del Ártico con “Rusia”, ya que el mar se hiela y es la única vía para acceder a esos territorios, como a las ciudades de Novy Urengoy o Salejard, en las cuales prácticamente, la población solo se dedica a este tipo de industria.
Precisamente, nuestros compañeros de kupe eran trabajadores del gas. Establecí conversación con uno de ellos, que (después de preguntarme por la familia y todo) fue tal que así:
-¿Y vosotros vais a Novy Urengoy?
-Sí, hasta el final.
-¿Trabajáis allí?
-¡Claro! ¡Quién va a ir a Novy Urengoy si no es para trabajar!
También me contó que echaban de menos a su familia, porque se tiraban largas temporadas sin verlos y solo lo hacían en vacaciones. Supongo que el hombre tendría el aire triste de acabar las suyas y volver a su lugar de trabajo… Conocí que detrás de un aspecto rudo, del típico ruso sin camiseta, bebiendo cerveza y con cara de enfadado, había una persona amable que me iba indicando el nombre de los ríos y avisándome para echar buenas fotografías.
TOBOLSK
Tobolsk tiene poco más de 90.000 habitantes, pero su importancia es muy alta. Fue la llamada capital de Siberia, por ser la primera ciudad donde se empezó su conquista en el siglo XVI. En Tobolsk está el único kremlin de Siberia, lo que da una idea de su preeminencia sobre las demás. Con la construcción del Transiberiano, empezó a decaer y ceder el testigo a las ciudades que encontraban en dicho trazado. Lugar recóndito, durante la Revolución Rusa, el zar y su familia fueron confinados aquí antes de ser recluidos y asesianados en Ekaterinburgo.
La estación de trenes de Tobolsk está situada unos cuantos kilómetros al norte, en medio de la nada, para servir tanto a Tobolsk como a otros pueblos. No hay casi nada en la estación. Hablamos con un hombre mayor que nos llevó en su coche, a modo de taxista, hasta el pueblo de Tobolsk.
Me parecía estar en el culo del mundo en aquel pueblo tan pequeño, desierto, de calles amplias y casas bajas y diseminadas. Se articula en dos partes: alta y baja. La alta es donde está el kremlin (en un promontorio) y el centro de la ciudad, con dos avenidas principales, y es habitada mayoritariamente por rusos. La parte baja se encuentra en la orilla del río Irtysh y es una zona más residencial, nueva y habitada mayoritariamente por tártaros.
Cerca de nuestro albergue (Zvezdoe Nebo) estaba la iglesia de San Pedro y San Pablo, frente a un pequeño parque donde parecía estar la única vida de la ciudad. También nos encontramos por la calle con un tanque y una escuela de aviación.
El kremlin es lo más destacado del pueblo. Fue construido en siglo XVII en un blanco impoluto, sobre el promontorio frente al Irtysh. La fortaleza acoge numerosas torres y la Catedral de Santa Sofía. Es un espacio muy bonito por sus jardines, flores, y las vistas que hay desde este promontorio hacia la ciudad baja. Cuando llegamos, estaban en misa, y se escuchaba cómo por los altavoces estaban rezando. Parecía como la llamada del almuecín de los musulmanes.
Tras ver atardecer mientras escuchábamos las campanas, bajamos por un camino hasta la parte baja. En esta parte no me pareció que hubiera absolutamente nada más que casas nuevas, cerradas o abandonadas y jóvenes haciendo carreras en moto. Así que volvimos a subir a la parte alta, y fuimos a comprar a un supermercado la cena.Atardecer en el Irtysh
Por la mañana, volvimos a contactar con nuestro señor mayor para volver a la estación de tren. Aquí aproveché para recorrer toda la variedad de puestos que hay a lo largo de las vías del tren: desde pescados en salazón, hasta mujeres con sus propias garrafas rellenadas de a saber qué, puestos de libros, de fruta… todo lo que quieras para el tren.
Raúl y yo cogiendo un tren, Tobolsk
Ahora nos tocaba coger la clase más baja que se puede coger en los trenes rusos: los asientos. Lo hicimos así porque en Tyumen teníamos que cambiar de tren, y el trayecto solo duraba 3 horas y media. Pero sí que se hizo largo en aquellos asientos tan incómodos.
TYUMEN
Teníamos dos horas para ver algo de Tyumen, antes de coger el tren que nos llevaría hasta Novosibirsk. Tyumen no tiene nada destacable, y no había pensado en siquiera parar aquí, pero al ser el nudo ferroviario que os comenté anteriormente, teníamos que estar dos horas aquí. La ciudad cuenta con más de 700.000 habitantes, y es la capital del extenso óblast que también incluye a Tobolsk, por lo que es considerada una ciudad eminentemente industrial y la “capital petrolífera” de Rusia. En efecto, es una ciudad con un patrimonio escaso, y que ha crecido mucho en los últimos años. La mayoría de edificios son nuevos y cuenta con una población joven. He de decir que no pude ver mucho de la ciudad, pero entre lo que vi y lo que leí, me parece que todo esto es cierto.
El recorrido no fue otro que desde la estación de tren hasta el Parque Central, pasando por la calle Pervomayskaya. Como os contaba, me llamó la atención que por el camino todos los edificios eran nuevos, estaban construyendo nuevas carreteras, semáforos, etc. En las inmediaciones del parque se encuentra la duma del óblast (el edificio del gobierno), el circo de la ciudad, y el gran parque que estaba lleno de familias, niños y atracciones.
El paseo por el parque me agradó mucho. No esperaba nada de Tyumen y me gustó el dinamismo y alegría que tenía la ciudad. Me parecía la estampa de tiempos ya pasados, con largas colas de niños para subir a la noria, carpas para tomar algo, camellos para montar, puestecillos vendiendo artesanía…
De vuelta al tren, cogíamos uno de los trayectos más largos: de Tyumen a Novosibirsk. A medianoche llegaríamos a Omsk, pero decidí no bajar en esta ciudad, ya que perdería mucho tiempo y en realidad, no hay mucho que ver en ella. Así que pasamos la tarde y la noche jugando a juegos y echando viajes al vagón-restaurante, donde probamos un vodka con los típicos pepinillos.
¡Nos vemos en Novosibirsk!