Excursión a XINALIQ, el pueblo más remoto del Cáucaso
Un pueblo primitivo, una lengua intacta, una reliquia histórica, un viaje al pasado
Xinaliq (pronunciado Jinalyg, también lo puedes encontrar escrito como Khinalug) es un pueblo situado a unos 2.200 metros de altitud en las montañas del Cáucaso de Azerbaiyán. Este es uno de los lugares más inaccesibles de esta cordillera y se ha ganado la fama de ser el pueblo más remoto de toda la región. Su aislamiento y difícil acceso ha propiciado que aquí sobreviva una etnia antiquísima: los 2.000 habitantes actuales del pueblo son descendientes directos de los albanos caucásicos, el pueblo originario del Cáucaso, una de las tribus mencionadas por el geógrafo griego Estrabón. Además, conservan su propia lengua llamada ketsch.
Estos hechos hacen que Xinaliq sea una reserva histórica de primer orden, un vestigio de lo que era el Cáucaso originariamente. Rodeados por cumbres de más de 4.000 metros, llegar a Xinaliq no es nada fácil. Desde la ciudad de Quba puedes encontrar excursiones que se ofrecen, pero nosotros fuimos desde Bakú con nuestro chófer y amigo Faiq, e intentamos subir hasta Xinaliq hasta que el coche no dio más de sí. Entonces paramos en una casa que había en el camino y hacía de restaurante, y allí llamaron a un abuelo que tenía un Lada de esos antiguos tipo jeep. Allí nos metimos como pudimos todos (Vanesa y Sofía compartían el mismo asiento delantero), y emprendimos el camino a Xinaliq.
El camino es muy sinuoso y estrecho, y pasa por el borde de precipicios, por lo que a veces era mejor no mirar. Además, solo está asfaltado los primeros kilómetros, después todo es de tierra. El paisaje me recordó a las estepas de Mongolia, al ver todas las montañas tapizadas de un manto pardo, sin árboles, y una capa de nubes muy baja. De hecho, el nombre de Xinaliq viene por henna, ya que de este color son las montañas. Estuvimos viendo paralelo a nosotros el río Gudiyalchay, con su impresionante cauce, y lleno de miles de ovejas. La situación remota del pueblo también ha hecho que surjan leyendas locales, como la aparición del yeti o el hombre de las nieves, que algunos vecinos dicen haber visto cuando paseaban a su rebaño de ovejas en la montaña. También se dice que fue aquí donde Noé echó el ancla a su arca y desembarcó tras el diluvio (aunque esto se suele asociar más al Monte Ararat y Najicheván).
Hace mucho frío en Xinaliq, incluso en verano, así que traed abrigo. Creo que se nos ve en las fotos la cara de congelación. En invierno se queda incomunicado como es normal. Aquí la población vive en una situación de bastante pobreza, algo que se ve por todo el pueblo: niños vendiendo bolsas de hierbas, desagües… Las construcciones son de una piedra característica y suelen tener los pilares en mitad de las salas. No suelen tener muebles y en su lugar hay muchas alfombras y cojines para sentarse en el suelo. Un material de construcción común es el estiércol compactado con heno. Entramos a las tiendas para ver cómo eran, y parecían de alta montaña y con todas las provisiones necesarias para el invierno. Hay un par de sitios donde puedes comer, y también está la escuela, el museo del pueblo y varias mezquitas. Aunque antiguamente practicaban el zoroastrismo (religión que venera dioses de la naturaleza, hay varios templos del fuego dispersos por las montañas), se convirtieron al islam después.
Para completar tu visita a Xinaliq, puedes aprovechar y parar en Quba, la ciudad más grande de por aquí. Nosotros pasamos por allí pero no vimos nada especial, así que continuamos. A la vuelta sí que nos acercamos hasta la costa del Mar Caspio, para volver a bañarnos en este mar. En concreto, fuimos hasta Nabran, una localidad a 5 km de la frontera con la problemática Daguestán. Esta zona era visiblemente muy pobre y los edificios se encontraban medio destruidos casi, con bastante suciedad y en general, nos dio algo de respeto. Sin embargo, las playas de aquí son consideradas de las mejores de Azerbaiyán, muy amplias y lisas. Lástima que el día estuviera tan gris y no hubiera casi nadie, a excepción de un par de perros. Como es normal en Azerbaiyán, entramos con el coche hasta casi el mismo mar y ahí nos relajamos un ratillo. De vuelta a Bakú pasamos por Xacmaz, una ciudad que parece que están haciendo nueva con muchos monumentos muy gigantes y barrocos.
