Cómo pasar NAVIDAD en Canadá y NOCHEVIEJA en Nueva York
En este artículo te cuento nuestra experiencia navideña en Canadá y Nueva York. En concreto, estuvimos en tierras canadienses desde el 21 hasta el 30 de diciembre (pasamos Nochebuena y el día de Navidad en Ottawa), y el 30 llegamos a Nueva York para disfrutar de la Nochevieja, y ya nos quedamos una semana más en enero. Para viajar a estos sitios en invierno, necesitas abrigarte mucho. Nosotros llevábamos mallas térmicas, camisetas térmicas, calcetines extragordos, guantes, gorro… Sobre todo en ciudades como Montréal yo pasé un frío que no he sentido nunca, y eso que solo estábamos a unos -12 ºC como máximo (la gente decía que hacía muy buen tiempo, que normalmente hacía -30 ºC). Otros consejos que te doy es: llevar crema hidratante, planificar bien las rutas e ir descansando cada poco en lugares calientes, aprovechar al máximo las horas de sol (anochece a las 16.00)… y llevarte un repertorio de canciones estilo All I want for Christmas is you!
Navidad en Canadá: decepcionante, a excepción de Ciudad de Québec
Teníamos muchas expectativas con la Navidad en Canadá, pues lo que se muestra en las películas es todo decoradísimo, mucho espíritu navideño, nieve… Esto solo se cumplió en parte. Por lo general, no estaba nada decorado. Únicamente había pistas de hielo, las típicas letras de la ciudad (que eso está todo el año), algo de nieve en algunos sitios… y poco más. Prácticamente, en el espacio urbano público no había nada de nada, solo podías encontrar algún árbol de navidad en recepciones de edificios privados… me dio la sensación de que no se gastan dinero público en estas cosas, y es cosa de cada propietario el ponerlo o no. Los mercadillos navideños ya se habían acabado y estábamos a 23 de diciembre (ponía en los carteles que los pusieron a finales de noviembre y los desmontaban el día 22 de diciembre), vamos, que allí compran y una vez comprado la Navidad es cosa familiar. En ciudades como Toronto u Ottawa la decepción fue absoluta. En la primera es que no parecía Navidad; en la segunda, estaba prácticamente vacía: ciudad de funcionarios y casi todo el mundo de vacaciones, todo cerradísimo (tuvimos que hacer cena de Nochebuena en una pizzería bastante cutre, y comida de Navidad en un McDonald’s). Se salvaba la proyección de luces en el Parlamento de Canadá en Ottawa, aunque había muy poca gente. La única excepción en esta parte anglófona fue Niagara-on-the-lake, un pueblito que hay cerca de las cataratas del Niágara y que es muy pijo, de gente más rica. Aquí sí estaba todo bien puesto y con ambiente navideño.
En la parte de Québec fue algo más diferente. En Montréal había algo más de decorado, pero todo muy escaso y hasta desangelado. Donde sí que fue todo muy diferente es en Ciudad de Québec: esto sí que era una ciudad turística y muy navideña. Parecía otro mundo respecto del resto del país. Aquí estaban todas las calles con decoración, las iglesias, tiendas de regalos… En definitiva, nos gustó mucho más por todo esto y también porque se notaba una ciudad muy viva, con gente todo el tiempo en la calle. Y además, es que es preciosa la ciudad, por eso te aconsejo que le eches un vistazo a este artículo.
Navidad en Nueva York: eso sí era lo que esperábamos
Nueva York siempre es una locura, pero creo que en Navidad lo es aún más. Aquí sí que estaba todo tal y como nos lo imaginábamos: llenísimo de decoraciones, de gente, de puestos, de mercadillos, de gente patinando, de música… Es que esta ciudad siempre está al máximo. En la parte de Rockefeller Center hay decoraciones de estas gigantes, además de tener el llamado “árbol más bonito del mundo”, con 30.000 bolas de colores. Su encendido suele ser los primeros días de diciembre (el miércoles siguiente a Acción de Gracias) y es un acontecimiento; y suele estar hasta mediados de enero. Está sobre una pista de hielo muy bonita aunque más pequeña de lo que me esperaba. Aquí, patinar es más caro y hay largas colas, y a veces cierran la pista varias horas para celebraciones privadas.
Otros sitios bonitos en Navidad en Nueva York son el Bryant Park, donde hay otro árbol de navidad y una pista de hielo; o Central Park, donde también puedes patinar (aquí es gratis y es mucho más grande). Hay bastantes más árboles, en casi todas las instituciones como en la Biblioteca; o los decorados de las tiendas de la 5ª Avenida. Pero, sobre todo, hay dos cosas en Nueva York que se llevan la palma: las decoraciones de las casas en Dyker Heights y pasar la Nochevieja en Times Square. También puedes ver los fuegos artificiales de fin de año sobre el puente de Brooklyn.
Decoraciones navideñas máximas en Dyker Heights
Se trata de un barrio dentro de Brooklyn, de viviendas tipo chalés con grandes jardines, y que están decoradas de una forma asombrosa, parece un circo. Todo empezó en 1986, cuando una vecina llenó su casa de tantos adornos navideños que suscitó una gran atención y los demás vecinos empezaron a seguirla. Ahora ya se ha convertido en una atracción más de la Navidad en Nueva York. Todos los propietarios empiezan después de Acción de Gracias a decorar sus casas, y estos decorados están hasta final de año (muchos de ellos ya los quitan el día 1 de enero). Otros los dejan hasta mediados de enero, pero eso depende de cada uno.
La calle con más casas y con las más espectaculares es la 84th Street, y en ella, el número 1152 pertenece a la que inició todo este embrollo: una tal Lucy Spata. De todas maneras, entre las calles 83 y 86 está todo el meollo de las casas, simplemente pasea por los alrededores y ¡verás un montón!
Nochevieja en Times Square
Despedir el año desde la concurrida Times Square es una de esas cosas que parece que se han de hacer una vez en la vida. Es quizá el punto de todo el planeta donde más gente se agolpa y que más se retransmite a todo el mundo. Pero la realidad es bien diferente: yo estuve a puntísimo de echarme atrás e irme, no estaba dispuesto a aguantar ese suplicio.
Times Square es una intersección de varias avenidas: Broadway, la 7ª Avenida y la calle 45. Todo el perímetro lo cierran desde varias calles a su alrededor, de tal manera que solo se podía entrar por la calle 39. En este punto había un cuello de botella donde se encontraban los policías realizando controles: no se podía acceder con paraguas, ninguna bolsa de plástico, nevera, sillas… absolutamente nada, solo te dejaban pasar con alguna bolsa de papel sin asas y el abrigo. Había tres controles, incluyendo detector de metales, cacheos, etc. Esta parte fue un auténtico agobio, imaginaos todo el mundo apelotonado de una calle intentando pasar por unos escasos 2 metros de anchura, agolpándose, empujándose… yo creía que me iba a asfixiar, de verdad. Muy desagradable. Y a eso súmale que la policía irrumpía por mitad de toda esa marabunta con sus coches para hacerse el relevo. ¿No podían dejarlo unos metros más allá e ir andando? Entonces nos apretábamos de tal manera que yo pensaba que iba a suceder algún desastre.
Una vez pasado estos controles, el espacio volvía a ser el que era, la calle entera. Teníamos que ir esperando las colas y las órdenes de los policías, que nos colocaban en unos “corralitos”, pues la calle estaba vallada por secciones para que en cada una solo hubiera un máximo de ciertas personas y poder tener al menos 1 metro por persona. Esta parte me dio tranquilidad. La cosa es que solo se ocupa la calzada, y las aceras quedan también valladas (sin ocupar), es donde están los policías vigilando y sirven como vía de salida (en el caso de que quieras abandonar, saltas la valla y sales hacia el exterior por la acera). En caso de que salgas, ya no puedes volver al sitio en el que estabas y tienes que volver a empezar. Y claro, como está la calle vallada, ya no puedes acceder a ese corralito. Vamos, que si decides salir ya abandonas del todo y no puedes volver a tu sitio con tus amigos (no es como un concierto que puedes ir avanzando entre la gente).
Quizá lo más terrible es que no hay servicios. Me parece hasta sádico el que no sean capaces de habilitar unos WC portátiles, al menos uno en cada corralito. Es que no hay ninguno (bueno sí, solo para los policías). Así que tienes que aguantar sin ir al aseo más de 12 horas. Inhumano. Ante esto, leímos en varias páginas que la gente se pone pañales para hacerse encima. Reconozco que nos los pusimos, pero fuimos incapaces de hacerlo. A nuestro lado había gente que meaba en la alcantarilla acostado, chicas que meaban en bolsas de plástico que le sostenían las demás como si fuera una jarra… nosotros hicimos dentro de una bolsa de pan bimbo y la vaciábamos en la alcantarilla. Asqueroso. Y lo mejor es que los policías lo ven, pero no hacen nada. Yo no sé cómo esta ciudad tan avanzada permite esto.
Tampoco se puede comprar nada, así que tienes que llevarte lo que quieras comer durante todo el día. Nosotros empezamos a hacer cola sobre las 12 (había gente que llevaría muchas horas más antes), así que nos llevamos hamburguesas del McDonald’s para comer y cenar. Lo único que podías comprar era pizza del Domino’s, que pasaba un repartidor vendiendo pizzas a 30 $ cada una, así, a mano alzada. Me llevé una baraja de cartas para pasar el tiempo y echarnos partidas… la verdad que fue de gran ayuda. Os recomiendo que si decidís ir, os llevéis algo para no aburriros tantas horas.
Durante todas estas horas no sucede nada. Me esperaba una fiesta mortal y nada más lejos de la realidad. Parece que tenían 5 canciones compradas y las ponían una y otra vez las mismas, y entre canción y canción había 10 minutos en silencio. Veías a la gente durmiendo en la calle sobre cartones, familias acurrucadas para soportar el intenso frío que hacía… parecía que hubiera pasado una catástrofe. Súmale que se puso a llover y nadie tenía paraguas, así que a mojarse. Cenamos una hamburguesa de hacía 9 horas, fría y mojada. En estos momentos yo estaba para irme, porque tenía un frío en los pies insoportable.
Conocimos a dos argentinos que resultaron ser unos expertos del contrabando. Yo no sé cómo pero habían pasado dos mochilas Quechua de esas grandes, y llevaban de todo: comida de todo tipo, generador para cargar móviles, termos con mate… y estaban haciendo el negocio. Venían chinos a comprar una galleta a 7 $, también pagaban por dejar su móvil cargando, por beber agua… Me parecía surrealista. Estos tíos eran unos genios. Nos hicimos amigos de ellos y la verdad es que así se pasaron las horas rápido, y entre todos nos las ingeniamos para poder “ir al aseo”. ¡Os doy las gracias Sebas y Jose, por hacernos tan amena y divertida la noche!
Tampoco todo era tan desagradable. Es verdad que la música dejaba mucho que desear, y que la “fiesta” era casi inexistente, pero bueno, fueron repartiendo gorros de estos gigantes y eso motivaba para cogerlos; y también actuaron algunos cantantes como Post Malone, BTS, CNCO, Pedro Capo, X Ambassadors, Raul de Molina… y tantos otros espectáculos de danza china, etc. Lo malo es que no se veía nada, porque actuaban en un escenario repleto de cámaras y a pie de calle no se ve nada. Solo se ve en la pantalla que ponen al aire libre, donde también se ven a los presentadores, etc. Durante todo el tiempo también van poniendo cartelitos que te dicen cosas que hacer. Por ejemplo: te dejan unos minutos para que “mandes un mensaje a una persona que echas de menos”, otros te piden que “llames a tu madre”, otros que “cuentes un chiste”, otros que “beses a la persona que amas”… No está mal, pero lo malo es que NADIE le hacía caso, jajaja.
Y por fin llega el momento: la cuenta atrás. Desde toda la tarde, cada vez que era una hora en punto, tiraban un par de fuegos y anunciaban… QUEDAN 7 HORAS… lo cual parecía eterno. De repente, yo ni me había percatado de que eran ya casi las 12, y comenzaron a poner la cuenta atrás, que fue muy simple, y al llegar al 0 pues todos los fuegos artificiales y canciones, etc. Estuvo bien, sí, pero sinceramente me esperaba mucho más: que durasen más, que fuesen más grandes… Vamos, lo vi bastante discreto para ser lo que era. Eso sí, confeti a rabiar, todo llenísimo de papelitos. Y ya está, una vez estábamos en 2020 quitaron las vallas y ya podías salir por donde quisieras. La mayoría nos íbamos a casa, algunos otros decían que continuarían la fiesta en un bar.
Por cierto, no olvides que allí no se comen uvas… pero no nos pudimos resistir a perder la tradición española. ¡Yo incluso me las tomé dos veces! La primera vez a las 18.00 (cuando eran las 00.00 hora española) y la segunda en la cuenta atrás (rapidísimo, casi me atraganto). La gente nos miraba y nos preguntaba que qué era, fue divertido.
En resumen, creo que es algo curioso que contar, pero no para repetir ni mucho menos. ¿Crees que merece la pena? ¡Cuéntame!
Y no olvides echar un vistazo a este artículo donde te cuento 30 cosas que hacer para descubrir Nueva York, la capital del mundo.
