La aventura del Transiberiano: de Moscú a Pekín. [Ruta e info general]

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Atravesar la desconocida Siberia, cruzar la anclada en el tiempo Mongolia y llegar a Pekín. Esa ruta poco transitada, y a la vez tan mítica… Más de 8.000 km de una aventura inspirada en un Pekín Express por mi cuenta, que resultó una de las experiencias más bonitas de mi vida.

Esta foto quizá sea mi preferida de todo el viaje. Y fue tan natural que me maravilla la simplicidad de las cosas, lo fáciles que son los “porque sí”. Estaban jugando Babari, Etka, Dentsara, Eich, Uryé, Dachmaa, Uhre y Tsatsa y les faltaba uno para su juego de subir a coscoletas y luchar. Y yo viéndolos me moría de ganas, así que fui y en medio segundo ya tenía a una de ellas en la espalda encaramada. Todos querían ir conmigo porque era el más grande y así ganaban. Me sentí como un niño grande -o como un padre, mejor dicho-, porque se me pasó el tiempo jugando e intentando descifrar lo fácil que es ser feliz y lo contundentes que son las reglas de la naturaleza. Así estuve hasta que vino a buscarme la chica que nos guiaba, que ¡dónde estaba y qué estaba haciendo allí!… Hasta que empezamos todos los niños y yo a corear su nombre… Baima, Baima… y se subió también encima mía a jugar. Y me fui pensando en que después de cenar los invitaría a galletas en mi yurta. Pero cuando más tarde salí con el paquete, los niños estaban en el aire en los brazos de sus padres que ya habían llegado, y yo eché de menos a los míos.
He comprobado, una vez más, las prioridades y la importancia de las “cosas” en mi vida. Mis personas, lo primero. Soy por ellos. He llorado al alcanzar un sitio, por los valores que tenía atribuidos a él, por no poder compartir con ciertas personas mis pensamientos, y por no poder contar a mis abuelos que estuve allí, que hablé ruso y que me bañé en el Baikal.
He echado de menos -y no por la cuantía de tiempo- sino por estar justo allí, en ese lugar rodeado de aquella autenticidad y ausentado de física.
En todos los viajes aprendes algo. Aprendes de la gente, de cómo se organizan, sus normas, sus costumbres, cómo se tratan entre ellos y entre su medio y por qué. Aprendes del aire, de la naturaleza y de tu inclinación religiosa, que gobierna el mundo y lo modela conforme a sus principios. Quizá la respuesta a muchas cosas sea un simple “porque sí”, y nuestra tarea sea lograr entenderla y lograr aceptarlo.
He visto palos perfectos para lanzarle a mi perra. Cuánto me hubiera gustado llevarme una maleta llena de ellos para que los oliera.
Me ha llegado, como un puñal en el diafragma, lo afortunados que somos una gran parte de la población y la injusticia que sufre la otra. Somos injustos y débiles. Suerte, suerte… es un mundo de locos. Se huele el peligro y las utopías abundan.
He visto -y he mirado, analizado e interiorizado- una realidad natural que hace que descubra cosas en mí que no me gustan, y que me hacen desear que no existieran en mí.
He tenido la suerte -nunca mejor dicho- de descubrir que me gusta cómo soy. Me encanta. Siempre he conocido a personas que me han hecho pensar en cómo cambiar para tomar algo bueno de ellas -lo cual, sin duda, me ha ayudado a ser como soy- pero nunca había pensado en que me encanta mi personalidad, mi carácter, y que si yo me conociera, también estaría dentro de ese grupo de personas al que me gustaría parecerme.
Escribo para compartir…
porque no se puede transmitir cómo me he sentido, respirar el aire que he llorado, recoger el corazón que se desplomó en aquella postal, nunca podrá revivir…
A toro pasado, con mi caballo. Compraré más caballos. Y me tiraré al barro, a jugar con vosotros.

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Cumplía 25 años y quería hacer un viaje especial que marcara mi cuarto de siglo. Necesitaba hacer algo totalmente diferente y sentirme vivo, recorrer mundo y “estar” en sitios que para mí fueran lejanos, como si se tratara de alcanzar una frontera o un confín del mundo. Entrecomillo “estar” porque eso era justo lo que quería. Realmente no había nada espectacular en Novosibirsk, pero necesitaba ir allí para cuando volviera, ver el mapa gigante que tengo en mi casa y poder decir… “he estado aquí, en este gran punto en medio de la nada, donde no hay nada, pero viven más de un millón de habitantes… donde poca gente sabe realmente qué hay, donde a pesar de estar tan poblado, es tan desconocido“… Sí, necesitaba ver moles de edificios destartalados, parques infantiles oxidados y frías ciudades, lo que no parecía muy acogedor, pero estaban en Siberia. Ese lugar a medio camino entre misterioso, peligroso y reducto natural… Necesitaba emoción y adrenalina por descubrir, y esa mezcla entre el “miedo” de los que me llamaban loco por ir a Siberia, y la “seguridad” con la que me sentía de haberme preparado el viaje, resultó ser una combinación perfecta.

Reflexiones de té

 

He sido un gran seguidor del concurso Pekín Express, y qué decir tiene que mi edición favorita fue la primera, la “Ruta del Transiberiano“. Atravesar la desconocida Siberia, cruzar la anclada en el tiempo Mongolia y llegar a Pekín, símbolo mundial era algo que debía sentir yo. Me apunté al concurso varias veces, hasta que en la última edición me apunté con mi amigo Nacho, y lo seleccionaron a él para ir él solo, y a mí no. Así que ya tenía excusa perfecta para hacer ese gran viaje de los 25 años: si Pekín Express no viene a mí, yo iría a él.

Objetivo cumplido

 

El problema era… que no tenía con quién. Ningún amigo podía venir conmigo por uno u otro problema, y yo estaba empeñado en ir… Así que busqué un compañero por Internet, que resultó ser Raúl. Fue otro hecho más para vivir la aventura…parecía un auténtico Pekín Express y éramos como una pareja de desconocidos.

Raúl y yo cogiendo un tren, Tobolsk

 

¿QUÉ ES EL TRANSIBERIANO?

El Transiberiano es la ruta férrea que conecta Moscú con el Lejano Este ruso, teniendo como extremo final la ciudad de Vladivostok.

Para entender la importancia del Transiberiano, es necesario imaginar la indomabilidad de Siberia: clima extremadamente adverso, fauna salvaje y peligrosa, tribus seminómadas y hostiles. Bajo la teórica conquista imperial rusa, el control no estaba asegurado sobre el terreno. Sólo mediante la construcción de una línea férrea que articulara el país se conseguiría un control efectivo. Y a pesar de esto, Siberia continuó siendo una región temida: lugar donde se deportaban a los bandidos, delincuentes, disidentes… toda persona no deseada era confinada aquí en gulags o cárceles. Es por ello que adquirió una fama de gente temida, agresiva y una zona sin demasiada ley o seguridad. Todo ello, claro está, nada más lejos de la realidad en la actualidad. Siberia es un paraíso para los sentidos: grandes ríos, bosques, cultura, magia y amabilidad.

Cruzando los Urales

 

Antes del siglo XX, estrechas rutas de comerciantes se habían establecido al sur de Siberia, fundando diversos fuertes y poblados. Hasta entonces, había que alternar transporte sobre ruedas con barcos de vapor para cruzar los grandes ríos siberianos, y trineos para pasar sobre el suelo helado. No fue hasta 1904 cuando se inauguró la línea que cubría los 9288 km que separan Moscú de Vladivostok, y que aún así, dependía de un barco o de trineos para cruzar el Lago Baikal, algo que más tarde se solucionó uniendo los tramos.

Casas y granjas cerca de Irkutsk

 

La construcción del Transiberiano fue una prioridad para el país. Nuevas posibilidades de comercio, de abastecimiento a los destacamentos militares en el Pacífico y de extracción de recursos naturales hicieron que la conquista de Siberia fuera efectiva: se fundaron nuevas ciudades, se trasvasó una gran población de etnia rusa hacia la parte asiática, y la industria floreció espectacularmente. Otros efectos negativos fueron que tradicionales “capitales siberianas” como Tomsk o Tobolsk quedaron relegadas por no estar conectadas al Transiberiano, que muchos pueblos nativos siberianos quedaron desplazados (y muchos de ellos con un grandísimo problema de alcoholismo) y que se produjo una contaminación intensa en algunas áreas, como en la cuenca minera de Novosibirsk. Esta ruta, que permitía un rápido acceso al otrora territorio indómito, fue utilizada en la Revolución Rusa para movilizar tropas y transportar tesoros y reliquias. Así, Omsk llegó a ser la capital de la Rusia zarista, o tesoros y oro de Moscú fue trasladado hasta Irkutsk.

Hay que aclarar que el Transiberiano es una ruta y no un tren que vaya pasando y haga el recorrido. Se trata de un trazado que conecta todas las ciudades y pueblos, y por el que pasan distintos tipos de trenes. Así que no es que tengas que esperar a que pase “el transiberiano”, sino que puedes ir enlazando un tren con otro siguiendo la Ruta del Transiberiano. Sí que hay un tren antiguo, pintado con los colores rusos, el “Rossiya 1” que es el más turístico y tarda sólo 7 días en hacer el recorrido, por ende, su precio es muy elevado. Más que nada, es un reclamo turístico. Yo aconsejo coger trenes que conecten la ciudad en la que estés con la siguiente, que son trenes “normales” pero van sobre las vías de la ruta transiberiana.

Pensamientos siberianos

 

El llamado “Transiberiano” auténtico es el que va desde Moscú a Vladivostok. Además, hay otras tres variantes. Hasta el Lago Baikal, el recorrido es común. La Transmanchuriana parte de las inmediaciones de este lago hacia Manchuria, pasando por Harbin y Pekín. La Transmongoliana se desvía en Ulán Udé para emprender el camino hasta Mongolia y llegar finalmente a Pekín. Y por último está la criticada BAM (Baikal-Amur), que básicamente hace el mismo recorrido que el Transiberiano pero cientos de kilómetros más al norte. Su construcción se hizo por miedo a una invasión japonesa, y es criticada por su rentabilidad: pasa por pueblos tan pequeños que están casi deshabitados.

Yo realicé la ruta transmongoliana, que es la más variopinta y que combina los mayores atractivos del Transiberiano con la magia de Mongolia, atravesar el Gobi y llegar finalmente a Pekín, una cultura totalmente diferente. Os aconsejo encarecidamente esta. Llegar a Vladivostok tiene que ser algo muy emocionante, pero realmente, desde Ulán Udé hasta Vladivostok (que es donde se separan ambas rutas) hay poco o nada que ver. Chita, Jabarovsk y Vladivostok en sí no tienen nada que ver comparado con las experiencias que puedes disfrutar en Mongolia y China. Además, el vuelo de vuelta suele ser más caro desde Vladivostok que desde Pekín.

Paisajes de Mongolia

 

LA RUTA

Seguí el recorrido que el programa hizo, a grandes rasgos. Como el año anterior ya había recorrido parte de Rusia, empecé directamente en Moscú. Además, añadí más paradas que consideré imprescindibles, por lo que creo que preparé una ruta muy completa. Por limitaciones de tiempo y dinero, dejé algunos sitios que me hubiera encantado ir, pero que también eran más inaccesibles (me hubiera gustado hacer senderismo por Altai).

Empieza la aventura

 

En resumen, la ruta duró desde un 8 de agosto hasta el día 30, lo que hace un total de 23 días. Os cuento qué hicimos cada día para que tengáis una idea de cómo planificar vuestra ruta del transiberiano. Notad que las horas están indicadas en la hora local de cada ciudad:

Ruta 2016

 

Día 1: cogimos un vuelo desde Alicante a Moscú-Domodedovo. Fuimos con Vueling, aunque S7 Airlines también era muy económico.

Día 2: Moscú. Yo había estado ya en 2015, pero mi compañero no, y a mí todavía me quedaban cosas por ver.

Día 3: Moscú. A las 23.00 cogimos nuestro primer tren. Fuimos en primera clase hasta Kazán. Noche en tren.

Día 4: Llegada a Kazán a las 10.45. Día en Kazán. A las 20.00 cogemos un tren rumbo a Ekaterinburgo. Noche en tren.

Día 5: Llegada a Ekaterinburgo a las 12.25. Día y noche en hotel en Ekaterinburgo.

Día 6: Salida muy temprano, a las 6.45 cogemos un tren hacia Tobolsk. Llegada a las 16.25. Tarde en Tobolsk. Noche en hotel.

Día 7: Cogemos el tren a las 9.30 hasta Tyumen. Llegamos a Tyumen a las 13.00. Tenemos una hora y media para comer en Tyumen y dar un paseo. A las 14.45, cogemos el tren rumbo a Novosibirsk. Noche en tren.

Día 8: Llegamos a Novosibirsk a las 8.45. Día en Novosibirsk. A las 17.20, cogemos tren a Tomsk. Llegamos a las 21.30. Noche en hotel en Tomsk.

Día 9: Día en Tomsk. A las 23.25, cogemos el tren rumbo a Krasnoyarsk. Noche en tren.

Día 10: Llegamos a Krasnoyarsk a las 13.50. Visita a Krasnoyarsk. A las 18.20, cogemos el tren hacia Irkutsk. Noche en tren.

Día 11: Llegamos a Irkutsk a las 14.00. Tarde en Irkutsk y noche en hotel.

Día 12: Por la mañana, cogemos una furgoneta hasta Khuzhir (Lago Baikal). Llegamos después de comer. Noche en cabaña en Khuzhir.

Día 13: Mañana en Khuzhir (isla de Olkhon). A media tarde, tomamos la furgoneta vuelta a Irkutsk. Noche en hotel en Irkutsk.

Día 14: A las 7.00 de la mañana cogemos el tren hacia Ulan Udé. Llegamos a las 14.25. Tenemos una hora y media para comer en Ulán Udé. A las 16.00, cogemos el tren hacia Mongolia. Noche en tren.

Día 15: Llegamos a las 7.50 a Ulán Bator. Nos recoge el dueño del apartamento donde nos quedamos y nos lleva de excursión a Tsonjin Boldog y al Parque Natural de Gorkhi-Terelj. El resto del día, vemos Ulán Bator. Noche en el apartamento de Ulán Bator.

Día 16: Excursión con nuestros anfitriones a Elsen Tasarkhai. Dormimos en una yurta con la familia mongola.

Día 17: Continuamos excursión hasta Kharkhorin. Vuelta a Ulán Bator. Noche en el apartamento de Ulán Bator.

Día 18: A las 8.30, cogemos el tren Transmongoliano. Todo el día en el tren. Noche a bordo.

Día 19: Llegamos a Pekín a las 11.40. Aprovechamos para ver el sur de la ciudad. Noche en Pekín.

Día 20: Visitamos Pekín, el centro y el norte. Noche en Pekín.

Día 21: Excursión a la Gran Muralla China (Mutianyu). Hacemos compras de última hora en Pekín y dormimos aquí.

Día 22: A las 13.20, cogemos nuestro vuelo con Hainan Airlines. Llegamos a Berlín a las 17.30. Tarde y noche en Berlín.

Día 23: A las 7.35, sale nuestro Iberia hasta Madrid. Llegamos a las 10.40 y fin del viaje.

Pasajeros al tren

 

Os recomiendo ir alternando las noches entre hotel y tren. A bordo se duerme bien (a pesar del ruido, te acostumbras), pero considero necesario pillar un hotel de vez en cuando para reponerse mejor y ducharse. En los trenes no hay duchas. Además, pillando hoteles de vez en cuando también podrás visitar algunas ciudades por la noche, cenar tranquilamente y conocer otra faceta más de Siberia. Los alojamientos son muy baratos. Nosotros pagamos de media unos 8€ la noche cada uno (en habitación doble). Incluso puedes bajar el precio si compartes habitación con más gente.

La estación de SainShand, en medio del Gobi

 

Sobre el precio de la aventura, el vuelo Vueling Alicante – Moscú nos costó 200€ (muy caro, pero tenía que ser una fecha determinada). El vuelo de vuelta Pekín – Madrid, con escala en Berlín nos costó 400€. En total, los vuelos nos salieron por 600€. Los billetes de los trenes los compramos por adelantado, en total nos salió todo por otros 600€. Aquí podéis abaratar incluso más. Nos salió “tan caro” porque queríamos probar todas las clases, y porque siempre que hacíamos trayecto nocturno cogimos la segunda clase para estar más tranquilos. La tercera clase la dejamos sólo para trayectos diurnos, pero podéis ahorrar más si siempre vais en esta. También incluía el tren transmongoliano, que fue el más caro. Éste solo sale ciertos días a la semana, y suele estar lleno de turistas, así que este billete lo gestionamos mediante una agencia por internet. A todos estos precios hay que añadirle lo que te gastes por allí, el mencionado alojamiento, y demás buses, tranvías, metros y gastos varios.

Y tras el desierto, se abre China

 

ASPECTOS A TENER EN CUENTA: VISADOS, HORARIO Y CÓMO COGER EL TREN

Para viajar a Rusia, Mongolia y China es necesario visado para los tres países. El más difícil de conseguir es el ruso, por la cantidad de papeleo que conlleva. Sobre información para el visado de Rusia, visita este artículo. El visado de China es el más fácil. No piden demasiado y es rápido. Para el visado de Mongolia, es muy similar al ruso. Vista las embajadas de estos países en tu país para más información.

Husos horarios en Rusia

Lo más importante de todo es llevar un buen control horario. El recorrido puede abarcar hasta 7 husos horarios diferentes, pero todos los trenes se rigen por la hora oficial de Moscú. Así que llevad en el móvil la hora de Moscú y no olvidéis que si en vuestro billete de Irkutsk a Ulán Udé pone que el tren sale a las 2.01, el tren saldrá a las 7.01 hora local, ya que hay 5 horas de diferencia respecto de Moscú. En las estaciones de trenes veréis cómo hay dos relojes: uno con la hora local y otro con la Moskovskiye Vremye, la hora oficial por la que se rigen los trenes rusos.

Comparten la hora de Moscú las ciudades de Nizhni Novgorod o Kazán. 2 horas más en Ekaterinburgo, Tyumen o Tobolsk. 3 horas más en Omsk, Tomsk y Novosibirsk (antes en esta última eran 4, pero se cambió este verano), 4 más en Krasnoyarsk, 5 más en Irkutsk y Ulán Udé…

Horario de los trenes

Sobre cómo comprar los billetesen este artículo os contaba cómo comprarlos. Verificad si hay que cambiarlos en taquilla o no. Si vuestro billete es e-ticket (aparece el código), sólo tenéis que dirigiros a vuestro vagón y enseñárselo a la provodnitsa, que ya tendrá apuntados vuestros nombres. Si aparece una marca de agua y no hay código, significa que los tenéis que cambiar en las taquillas de la estación. Esto no tiene ningún coste, y os darán los billetes en papel y ya hacéis lo mismo. Aconsejo llegar con 15 minutos antes de que salga el tren.

Estación de Tyumen

 

Una vez te subas al tren, tienes que buscar tu sitio. Aquí depende de la clase que hayas elegido. Bien sea la primera clase sv, segunda clase kupe o tercera clase platzkart, en todas ellas encontrarás en tu billete si tu litera es la superior o inferior. Las inferiores suelen ser más caras. Ya hayas comprado una u otra, has de colocar tu equipaje bajo las literas inferiores, hay un espacio adaptado a ello. Encontrarás también que sobre las literas hay una especie de colchoneta, sábanas, una toalla y un cojín-almohada. Distribuid esta ropa de cama entre los que seáis y si es precios, haceos la cama para no molestar después.

Durante el día, lo normal es que tanto los que duermen arriba como los que duermen abajo estén sentados en las literas inferiores. Hay una mesita para compartir.. así que, ¡que empiece la vida en el tren!

Sv, primera clase
Noche en kupe
Platzkart, la tercera clase

LA VIDA EN EL TREN

La vida en el tren es una de las grandes experiencias del transiberiano. Es aquí donde podrás encontrarte con todo tipo de pasajeros que viajan a un y otro lado de Rusia, desde amas de casa con niños, jóvenes que van a hacer la mili, turistas de todos los lados del mundo, trabajadores rusos que van desde sus lugares de residencia a visitar a la familia, padres que acompañan a sus hijos a la universidad…

Has de saber que ahí quien manda es la provodnitsa. Suele ser una mujer uniformada cuyo trabajo es cuidar de los pasajeros y las instalaciones del vagón. Esto implica estar pendiente del samovar, recoger la ropa de cama, controlar la calefacción, recoger las tazas, y vigilar que por la noche no haya ruido y se descanse bien. Son simpáticas, pero si armas jaleo por la noche vienen muy enfadadas a pedirte que te moderes.

La provodnitsa entre los kupe.

 

Al fondo del pasillo está el samovar, que es la típica tetera rusa. Se trata de un recipiente que contiene agua que sale hirviendo, para que puedas hacerte tus tés, o botes de noodles o lo que quieras que necesite agua. Puedes echarte tanta como quieras, con cuidado de no tirarla. Los baños de los trenes no están tan mal como cabria esperar, aunque son antiguos, más fríos, y puede que el grifo no funcione bien….

El samovar, lo más preciado

 

Por lo demás, en el tren se está a gusto. Tapizado de alfombras, es un vehículo tranquilo en el que puedes aprovechar para hacer muchas cosas mientras disfrutas del bello paisaje ruso. Yo tuve tiempo para leer, escribir, jugar a un par de juegos, organizarme la mochila, y sobre todo, hablar con la población local. Para mí, es esencial y maravilloso charlar con la gente del propio país, y a ser posible, tratar de hablar su idioma aunque sea chapurreando para mostrarles interés. Es mas fácil hablar con turistas, pero estos me aportan poco, pues venimos de sitios parecidos y buscamos lo mismo en un viaje. Hablar con una persona del país te permitirá conocer su vida, su forma de pensar, y podrás descubrir el carácter de un pueblo. Muchas veces no es solo el hecho de hablar, sino de observar cómo se comportan. De esta manera, en el trayecto Kazan – Ekaterinburgo, una mujer y su hija me  hicieron ver lo importante que es la familia para los rusos, y las expectativas rígidas de encontrar una pareja y tener descendencia. Me dieron su numero de teléfono por si necesitaba algo en la ciudad, o en cualquier otra parte de Rusia, que ellas me ayudarían. Nos dijeron su dirección, por si queríamos tomar algo por la noche. También conocí a dos hombres que iban desde Ufá hasta Novy Urengoy para trabajar en la industria del gas natural, en mi trayecto Ekaterinburgo – Tobolsk. Eran hombres muy simpáticos, que tras su aspecto serio, sin camiseta, y poco hablador mostraban una gran amabilidad. Después de un rato, uno de ellos iba avisándome de los ríos por los que íbamos pasando, diciéndome su nombre, y contándome que no les gustaba trabajar en el Ártico porque no había nada que hacer allí… ¿Quién va a ir a Novy Urengoy si no es para trabajar?

Conversaciones en el tren
Dos simpáticas amigas frente a la estación en Kazán

En otro trayecto (Novosibirsk – Tomsk) nos tocó ir con un vagón repleto de jóvenes que venían de hacer la mili, y solo nosotros dos de turistas. Iban uniformados en vestimenta militar, cantando canciones y tocando la guitarra. Sin duda fue una grandísima experiencia.

También coincidimos con dos personajes que era justo lo que habíamos leído del transiberiano. Era nuestra etapa Tomsk – Krasnoyarsk, y habíamos reservado las dos literas inferiores. Cuando entraron dos hombres de unos cincuenta años, rudamente uno de ellos nos dijo que le dejáramos una de abajo porque no podía subir arriba. Le dije que no (ya que las de abajo son más cómodas, y también mas caras), pero insistía hasta que me enseñó una cicatriz muy grande en su espalda, que no tendría mucho tiempo. Así que entre la impresión que me dio, la compasión y el respeto que sentía por aquel hombre de dientes de oro, le deje mi litera y me fui arriba. Claro que esto sirvió para que el hombre cogiera confianza y se hizo mi amigo. Se empeñó en invitarnos a vodka, y me dio un billete para que fuera al vagón bar para comprar. Entre todo, vino la provodnitsa a ver qué jaleo estábamos montando, y nos dijo que no se podía beber a aquellas horas. Así que el hombre sacó de su mochila una botella de plástico de Coca Cola, que había rellenado con vodka casero, y nos invitó a nosotros dos y a su amigo a beber. Allí estuvimos los cuatro tomando chupitos acompañándolos con un pepino cortado a trozos, como es costumbre, y mascando una especie de caramelo blando, mientras intercambiábamos historias. He de reconocer que el beber vodka de un extraño que porta navajas como espadas, que lleva tal cicatriz en la espalda, con la dentadura de oro, y que no hacía más que preguntarme que en qué trabajaba y cuánto cobraba al mes, no me daba ninguna confianza. Así que me levanté, le di la mano y me fui a dormir; y aunque luego intentaba despertarme para seguir bebiendo, me mostraba serio porque no me fiaba de que me hubiera robado.

Estación de Krasnoyarsk

 

A fin de cuentas, fue una experiencia única, más o menos tensa cuando mi compañero me despertó para decirme que habían hecho un nudo con la sábana en la puerta para que no se pudiera abrir desde fuera, y el susodicho estaba raspándose los dientes con la navaja. Menos mal que fui tajante con la bebida y estaba vigilante, aunque no pasó nada y resultaron ser unos simples borrachos de dudosa vida que nos invitaron a unos vodkas y nada más. Esto es el transiberiano.

Estación de Novosibirsk

 

QUÉ LLEVARSE AL TRANSIBERIANO: COMIDA, ROPA, VACUNAS…

A bordo de los trenes siempre hay un vagón restaurante. Los precios son baratos por el tipo de cambio… aún así, considero que es mucho más emocionante preparar qué comer en tu trayecto sin necesidad de comer siempre en el restaurante.

Merendando en el vagón restaurante

 

Personalmente, me encantaba comprar en cada ciudad cosas para tener luego en el tren. Visitar los supermercados es otra forma de conocer un país, viendo cómo son sus productos, de dónde vienen, qué es lo que hay… Si en la ciudad no habéis tenido tiempo para comprar nada, no os preocupéis. En todas las estaciones hay puestecillos de mujeres mayores que venden productos. Sobre todo, está muy extendido el uso de bots de noodles o pasta para añadir agua del samovar. Acabé detestando el olor artificial de esta comida… todo el mundo llevaba de esto. También encontraréis todo tipo de bollos, galletas, fiambres, o pescados en salazón.

Supermercado lujoso en Ekaterinburgo
Puestos a pie de tren en Tobolsk

 

Una pega para comer “de supermercado” es que no se pueden calentar las cosas. Así que me compraba algo para añadir agua del samovar, o algo para comer frío. Aún así, tantos días hicieron que incluso llegara a comprar pizza, y luego calentaba los trozos poniéndolos encima de la taza llena de agua hirviendo. Ingenios que oye, daban su resultado.

Una de las compras para el tren

 

La temperatura en los trenes puede ser algo muy variante. Por lo general, se pasa mucho calor en el tren. Prácticamente todos los rusos van sin camiseta. Sólo en algunos trenes la provodnitsa ponía el aire acondicionado y entonces se estaba mejor, o incluso llegaba a hacer frío. Recomiendo que os llevéis ropa cómoda y fresca para estar aquí, ya que pasaréis la mayor parte del tiempo sentados o acostados (pero no olvidéis el abrigo para cuando os bajéis del tren, el tiempo es cambiante). El único recorrido que podéis hacer es estar en el pasillo en la compañía de los rusos mirando el paisaje.

Y llevaos algo de entretenimiento: un libro, algo donde escribir, un par de juegos… aún así, lo mejor es hablar con la población local.

Estación de Ulán Udé

 

Por último, consulta sobre las vacunas recomendadas para tu aventura y hazlo con margen de tiempo. En concreto, no es obligatoria ninguna, pero sí hay varias recomendadas. Al ir a Mongolia y China, yo me puse la de la fiebre tifoidea, la hepatitis A y el tétano.

Ahora toca contaros qué ver y qué vivir en esta aventura… os espero dentro de poco.

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3 comentarios en «La aventura del Transiberiano: de Moscú a Pekín. [Ruta e info general]»

  1. Buenas. Me gusto vuestro viaje . quanto fue el presupuesto total como lo hecistes vosotros solos… de cuanto voy a necessitar para hacer todo el viaje e las comidas, las excursiones … vaya , tal como vosotros , igual. unos 3000 euros deberán llegar ?? gracias por vuestra experiencia e compartir con nosotros.

    1. Hola Alcino,

      ¡Muchas gracias por leer El Atlas de MB! Sobre el precio: fueron 200€ el vuelo Alicante-Moscú y 400€ Pekín-Berlín-Madrid. Los pasajes de tren nos costaron otros 600€. A eso le tienes que sumar las noches que elijas dormir en ciudades (depende de si duermes en tren o si paras en la ciudad y duermes en hostel), suele estar en torno a 10€/noche en Rusia, algo más caro en Mongolia y China. Y sumar la comida (muy barata), entrada a sitios de interés (suelen ser gratis, pero en Pekín hay que pagar por todo), tasas de visado, regalos, excursiones (básicamente, el tour en Mongolia), etc. En total, yo me gasté unos 1800-2000€, pero se puede abaratar si vas siempre en 3ª clase y si tienes pocos gastos de ocio.

      ¡Un saludo y gracias!

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