Ruta por Luxemburgo: ESCH-SUR-SÛRE y SCHENGEN
Un recorrido por algunos de los pueblos más interesantes que ver en Luxemburgo: desde Clervaux, al norte; hasta Schengen, al sur
Luxemburgo es un país pequeñito pero que tiene pueblos muy bonitos que ver. Algunos con mayor entidad, como Echternach por su importancia histórica; o Vianden, con el castillo más bonito de Luxemburgo. Pero, recorriendo sus estrechas carreteras entre ondulados campos, suaves colinas repletas de bosques y una ganadería apacible entre los pastos, algunos pueblos llaman la atención por su importancia histórica, por la belleza de su paisaje, o simplemente por conocer la vida en el pequeño ducado, que a veces pasa tan desapercibido.
Esch-sur-Sûre
Desde el siglo VIII se menciona la existencia de un pueblo conocido como Asko, que pertenecía a la abadía de Echternach por orden de entrega de Carlomagno. En el siglo X se construyó el castillo de Asko, convirtiéndose en un lugar fortificado con el estatus de ciudad. Su nombre evolucionó a Asch y después a Esch, y fue convirtiéndose en uno de los asentamientos clave en Luxemburgo, aumentando su perímetro defensivo. Su decadencia llegó con el rey francés Luis XIV, que desmanteló las defensas de Luxemburgo. Posteriormente, en toda esta área destacaba la producción de lana y la industria textil ya en el siglo XVIII-XIX. Actualmente, y a pesar de contar con apenas unos 300 habitantes, es uno de los pueblos más bonitos de Luxemburgo y más visitados.
El pueblo está atravesado por el río Sûre, por lo que se le conoce como Esch-sur-Sûre, en luxemburgués Esch-Sauer. Su entorno es un paisaje de colinas onduladas llenas de bosques, de rocas pizarras y cuarcitas con los que cubren los tejados de las casas. Es muy característico la imagen del pueblo apiñado en torno al meandro del río, supongo que para tomar esa foto habrá que hacer alguna ruta de senderismo y subir a la montaña de enfrente, pero yo no encontré cómo. Esch-sur-Sûre era un pueblo muy tranquilo, cuando fuimos estaba casi desierto. El centro del pueblo, bien apiñado, era su iglesia de la que partían las calles principales bien estrechas. Arriba está dominado por el castillo, que aunque en ruinas, tiene una capilla y unas buenas vistas del pueblo. Hay que subir una larga caminata para llegar a él.
Clervaux
En luxemburgués Clierf, tiene unos 1300 habitantes y es el pueblo más importante del norte de Luxemburgo. Su historia documentada se retrae al siglo XII, cuando el hermano del conde de Vianden construyó el castillo sobre un peñasco, dando origen a una aldea a su pie. Este fue el conde de Clervaux, que después pasaría a depender de los señores de Brandenburgo. El castillo fue ampliándose sucesivamente, incluyendo el estilo español de cuando los Habsburgo dominaban esta zona. Más recientemente, uno de los sucesos históricos más reseñables fue la Batalla de Clervaux, que tuvo lugar en diciembre de 1944, dentro de la ofensiva alemana sobre las Ardenas, y resultó en la victoria alemana sobre las tropas estadounidenses, incluyendo la quema del castillo.
Llegamos a Clervaux ya de noche, y poco pudimos ver. Lo más destacable era su castillo de paredes tan blancas, que más bien me parecía del este europeo. Dentro de él se encuentra una exhibición de objetos de la II Guerra Mundial, y en sus alrededores sus jardines son muy bonitos con exposiciones fotográficas, y hay unas buenas vistas del pueblo, así muy coqueto como de juguete. Clervaux también me recordó a Andorra la Vella, no sé por qué, quizá por su larga calle llena de tiendas y terrazas, pero que parecía que fuera de esa calle había poco. En una plaza del pueblo al pie del castillo se encuentra una placa de bronce que en luxemburgués dice “Por los que murieron durante nuestra liberación, 1940-1945“, y representa a un soldado estadounidense. Además, en Clervaux se encuentra la abadía de St Maurice y St Maur, del siglo XIX, un monasterio benedictino que buscó cobijo en estas áreas tras la expulsión de Francia; y la Iglesia de San Cosme y San Damián, de 1912, en estilo renano.
Ettelbruck
De vuelta a Luxemburgo ciudad, paramos en Ettelbruck, ciudad que tiene unos 9000 habitantes y muy importante para la nación luxemburguesa: aquí se cantó por primera vez el himno oficial del país, al situarse en la confluencia de los ríos Alzette y Sauer/Sûre, siendo el corazón del país. El himno se llama Ons Heemecht (Nuestra patria) y data de 1864. Su condición central en el país hace que sea una ciudad poblada con numerosos servicios sanitarios y educativos. Además, durante la II Guerra Mundial, el general estadounidense George S. Patton paró la ofensiva alemana, impidiendo la ocupación del valle y expulsando a los nazis de Luxemburgo. Por todo ello, la ciudad celebra un Día del Recuerdo, y también alberga un museo memorial dedicado a este general. En Ettelbruck sí que vimos más movimiento, visitamos su ayuntamiento y la iglesia de San Sebastián, lo principal de la ciudad.
Schengen
Seguro que habéis escuchado este nombre alguna vez, y es que la pequeña localidad de Schengen (2000 habitantes) tuvo una relevancia enorme tras acoger la firma del Tratado de Schengen en 1985. El pueblo se encuentra en el límite de Luxemburgo, compartiendo frontera con Francia y con Alemania. Esta cualidad de triple frontera hizo que fuera escogido para dar nombre al tratado por el que los países europeos suprimen sus controles fronterizos y permiten el libre paso de pasajeros y mercancías, y entró en vigor en 1995 creando el espacio Schengen de libre circulación. El pueblo parece que gira en torno a eso: lo más bonito es el paseo que hay frente al río (el otro lado ya es Alemania y un poco más adelante, Francia), donde hay varios paneles sobre el proceso de construcción de la Unión Europea: desde la declaración Schuman y el tratado de la CECA a los tratados de Roma, Maastricht, Lisboa…
En este lugar también se exhibe un trozo del muro de Berlín, representando el derribo de las fronteras. Frente a este paseo se encuentra el Museo Europeo, abierto en 2010, con exposiciones sobre la trascendencia del acuerdo europeo y demás tratados. El otro punto destacable del pueblo es el castillo de Schengen, construido en 1350 y utilizado posteriormente como hotel y lugar de celebraciones y conferencias. El pueblo no tiene mucho más que la importancia política, que parece impregnar cada rincón: por ejemplo, la plaza central se llama Europaplatz, pequeñita con una fuente y rodeada de parras, que recuerda que Schengen siempre ha sido un pueblo vinícola.
Otros puntos de interés
Además de estos pueblos, si quieres conocer Luxemburgo en mayor profundidad, yo me quedé con ganas de ir a Diekirch, donde hay un cementerio de la II Guerra Mundial muy famoso; Wiltz, por ser un pueblo central y relevante del país; visitar el Castillo Bourschad, uno de los tantos que hay en el país; y para hacer una ruta sobre estas fortalezas, qué mejor que visitar el valle de los siete castillos: Asembourg, Mersch, Schoenfelz, Koerich, Hollenfels, Septfontaines. Sin duda, ¡Luxemburgo da mucho de sí!
